Esta es la crónica de lo que pudo ser y no fue. A partir de un trailer curioso y bien cuidado nos engañaron para que entráramos al cine a ver The Reckoning, conocida por España como El misterio de Wells. Resultó ser una burda imitación de El nombre de la rosa, patética, aburrida, previsible y asquerosamente sosa. No hay nada en esta película que merezca la pena ser resaltado. No había una buena música, ni unos buenos paisajes, ni un buen guión. Sólo una banda de desalmados tratando de acabar lo antes posible para cobrar el cheque y marcharse a casa. Entre los protagonistas, dos conocidos: Willem Dafoe y Paul Bettany. Ambos con unas interpretaciones que será mejor olvidar. No voy a seguir escribiendo sobre semejante bazofia. No os dejéis engañar. No la veáis. Y en caso de no poder evitarlo, comprad al menos cinco botellitas de flugel y bebedlas a lo zorrudo, cuando nadie os mire. Si persistís y queréis más información en español, haced click aquí.
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El misterio de Wells – The Reckoning
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Feromoneando a diestro y siniestro
Hoy he tenido uno de esos días en los que es mejor no salir de casa. Ha sido poner el pie en la calle y se me dispararon todas las alarmas. Cuando te cruzas con la primera anciana de ochenta años en bicicleta y te sonríe mostrándote esa boca sin dientes, es mejor darse la vuelta y volver a casa. Pero no, tenía que trabajar y me he sacrificado por el bien de la paga a fin de mes. ¡Vamos, que me prostituyo por un sueldo!
Ha sido llegar al trabajo y el transexual se me ha tirado de cabeza encima. Lo he tenido todo el día pegado a mí, rondándome, mirándome abobado, pisando el suelo que yo piso, sentándose en la silla en la que yo me pedorreo, comiéndose las babas por mi. Lo mismo me ha pasado con la guarrilla de la recepción. Ha estado todo el día llamando para notificar supuestos problemas con el SuperVisor y yo para joderla le mandaba a la hembra empenenada, que iba abobada porque yo le pedía algo y la otra abajo caliente como una burra. Si por lo menos fuera la rubia guapísima que estaba hasta el viernes me molestaba y bajaba, pero esa está de vacaciones y la ha sustituido esta rubia gordísima con esa cara volcánica en la que los múltiples granos compiten por ver cual produce la explosión más gorda.
Yo no sé que me pasa pero de vez en cuando se me desbocan las feromonas y se monta el belén. No hay forma de combatir esto. Haga lo que haga se ponen como perrras en celo. Para aquellos que hacéis de la incultura una profesión, os copio un parrafo que os explica lo que son las feromonas y los efectos que producen:
Las feromonas son sustancias químicas inodoras que nuestro cuerpo produce y tienen como única misión afectar nuestro comportamiento sexual y atraer al sexo opuesto. Son captados por el órgano vomeronasal (OVN), alojado en nuestra nariz, llamado también el sexto sentido. La investigación medica prueba que los individuos con secreción de feromonas más altas poseen un atractivo sexual más alto al tiempo que son percibidos como más dominantes por el resto de los hombres y son más respetados…
Después del trabajo me pasé por el supermercado y de nuevo la cajera abobada mirando mi camiseta y suspirando. Y yo ipodminizado escuchando un popurri con mis canciones favoritas. Esto del ipod mini acabará conmigo. Voy por la calle cantando y bailando como un chiflado. Vivo en mi propio mundo. Por suerte en la caja del super estaba bailando Retorciendo Palabras de Fangoria, porque me pilla cinco minutos más tarde y me coge cantando el «Ave María, Cuando serán mías» (las tetas de Hermione) de Bisbal y la tía seguro que me pone en la cinta y me folla allí mismo. Con la edad el sentido del ridículo se me ha debilitado lo suficiente como para que no me importe hacer el ridículo en público. También la edad y la pereza me han hecho evolucionar hacia estilos de baile más tranquilos como los de John Travolta en Pulp Fiction.
Después del momento supermercado enfilo para mi casa y cuando llego la puta de la china de abajo y la bestia de su hija salen a la escalera a recibirme. Yo no me canso de repetir que mi vecina es puta y traficante de chinos ilegales e intuyo que miembro de honor de las tríadas chinas. Fue verme y se perdieron las dos. Mira que yo las ignoro con mucha gracia y estilo, pero ellas salieron detrás de mi y minutos más tarde oigo un suave roce en mi puerta y me encuentro con madre e hija, que venían a ofrecerme un plato de tortas de harina para que me las comiera. Esto de los ofrecimientos culinarios ya me parece demasiado. Las desairé lo mejor que pude y lo último que escuché fue como la madre (o quizás la hija, no quiero ni pensarlo), restregaban el coño por toda la barandilla de la escalera para marcar su territorio.
Más tarde he salido a hacerme treinta kilómetros con la bici, pero me he dedicado a escuchar y cantar canciones de Eminem y así sólo me escuchan insultando a mujeres y me dejan en paz.
Espero que se me pase pronto esta erupción hormonal porque mañana voy a trabajar en un hospital y lo último que necesito es un ejército de viejas enfermas acosándome sexualmente … 😆
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Mean Girls
Cuando vas al cine a ver una comedia de estudiantes americana siempre vas con miedo. El 90% de las veces son soporíferas, previsibles, y acabas cagándote en la madre y el padre que parieron al director, a los guionistas y a los productores. No es el caso de Mean Girls la nueva comedia de Mark S. Waters, el director de otra comedia bastante buena llamada Freaky Friday y conocida en España como Ponte en mi lugar.
Volviendo a la película he de reconocer que me reí a mandíbula abierta. El guión está muy trabajado y las carcajadas son constantes. No sólo te ríes, sino que está sobrada de carne para calentar y descongelar todo el hielo de los polos. Como diría el inefable torrente, todos son putillas calientapollas. Es increíble la de mercancía de calidad que hay en los institutos americanos. Y yo que de mi época en el instituto solo recuerdo aquellos bichos feos como Tizio que se te arrimaban con cualquier excusa y que había que follar con las luces apagadas y los ojos cerrados. En fin, totalmente recomendada para ancianos calenturientos como yo, frioleros y pandillas que quieran pasar un buen rato.
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Pollo con salsa de judías negras fermentadas
Hay días que no tenemos muchas ganas de cocinar y apetece algo que se pueda hacer en unos minutos. Esta es una de esas recetas. La única dificultad es la de encontrar el ingrediente principal. Tendréis que ir a un supermercado chino o quizás en alguna tienda muy especializada para encontrar un bote de Judías negras fermentadas. Es una pasta oscura que se usa mucho en la comida china. Es medio picantona y absolutamente deliciosa.
Yo llegué a ese ingrediente a través de mi amigo Indonesio. Las semanas que se estuvo quedando en mi casa solíamos alternarnos cocinando. Yo lo tupía a comida española y él me devolvía el favor con comida de indonesia y china. Esta fue una de esas recetas.
Vamos allá con los ingredientes: 250 gr. Pechuga de pollo cortada en dados, 2 cucharadas de salsa de judías negras fermentadas, 1/2 cucharada de azúcar, 1/2 pimiento rojo cortado y 1/2 pimiento verde cortado.
La implementación es bien sencilla: Mezclar la salsa de judías con el azúcar. Freír el pollo en esta mezcla. Añadir el pimiento verde y rojo y continuar cocinando. Servir con arroz.
En total no se tarda más de diez minutos en hacerlo. Y está delicioso.
Si quieres ver otras recetas que he cocinado puedes ir al índice de Mi pequeño libro de recetas de cocina y allí tienes la lista completa