Distorsiones

Lo más raro que he visto en Gran Canaria en la semana que he estado es que todavía hay un montón, pero un montón-montón de gente que usa las mascarillas por todos lados, incluso al andar por la calle, al entrar en tiendas, la ir a la playa o incluso cuando van dentro de sus propios coches y van solos. Me sorprendió un montón que aquí en el transporte público todavía se usan, en los Países Bajos yo estoy convencido que hasta en los quirófanos, los médicos y sus asistentes van a pelo, sin mascarilla, se convirtió en el producto más impopular existente en el país y cayeron en desgracia. También veo una cantidad brutal de gente que camina por la calle con una de esas mascarillas celestes cogidas del brazo, como para tenerla ahí cuando la necesitas, supongo que no saben que esas mascarillas solo protegen a los demás de tu virus, no a tí del de ellos.

Arriba en los Países Bajos, desde el lunes de la semana que viene comienza la nueva ronda de vacunas contra el virus truscolán y podemita, usando las nuevas versiones de la vacuna que además evitan que hables truscolán en la intimidad, algo que yo veo muy necesario porque es que a veces me despierto con unas pesadillas horribles pensando que se me han olvidado mis cuatro idiomas y ahora solo hablo en truscolán y como esa es una lengua de cerdos, zurriagas, ladrones y mayormente joputas, la gente me mira mal en esas pesadillas y es que me las paso corriendo.

Y hablando de correr, estaba con uno de mis amigos que lleva toda la vida corriendo y que me asesora sobre esto y el pavo me estaba diciendo que en lugar de incrementar mi velocidad, que es algo que ya ni siquiera intento porque estoy muy cómodo con la actual, que lo que tengo que hacer es asegurarme que la cantidad de pasos por minuto que doy es de ciento ochenta o más. Se me ocurrió mirar en el programa que tengo en mi telefonino que registra todo lo que espía mi pulsera naranja cuando corro y resulta que mi media de pasos por minuto está entre ciento ochenta y dos y ciento ochenta y ocho, con lo que es que no se puede mejorar, cuando se trata de correr, yo parezco haber sido diseñado para esta actividad y es que lo hago todo con una excelencia innata. También alucinó en diecisiete dimensiones (y sin gafas de pasta) cuando vio que mi frecuencia cardíaca al correr, al igual que mi ritmo, es híper-mega estable, es que arranco, en los primeros cientos cincuenta metros cojo el ritmo y a partir de ahí, es algo iterativo y que tiene variaciones mínimas, doy siempre los mismos pasos, mi corazón late al mismo ritmo, respiro también rítmicamente y todo eso, con un deporte que me aburre y para el que parece que me diseñaron y creo que se echó a llorar cuando le confirmé que si no fuera porque me aburre, yo iría a correr todos los días en lugar de los cuatro que estoy yendo porque es que no tengo cansancio de un día para otro como otros que conozco y que cuando van a correr un día, después se pasan dos lloriqueando y lamentándose de los resultados de la actividad.

En la semana en Gran Canaria, salvo por el primer día, he aprovechado para correr por la avenida de la playa de las Canteras, que ahora que no hay restricciones por pandemia podemita y truscolana se puede correr por allí y prácticamente ni en el 2020 ni en el 2021 lo pude hacer porque solo se permitía de noche y no a las horas a las que yo voy.

Las Islas Canarias, hasta donde yo recuerdo, estaban en una zona de clima subtropical y además, rodeadas por el océano Atlántico. Aquí, en la capital de Gran Canaria, la ciudad de las Palmas, al norte de la isla, los inviernos eran de temperaturas entre dieciocho y veinte grados y en los veranos las altas se ponían en los veinticinco. Eso se acabó. Esta semana, las mínimas nocturnas muchos días están en los veintidós y por el día, ayer mismamente en la playa había treinta y nueve grados y un calor infernal, tanto que puse mi pulsera mágica en la bolsa de playa para que no me quede marca en la mano y cuando la saqué se había apagado, totalmente vencida por la caló brutal que había en la arena. A eso añadimos luna llena y unas mareas del Pino gigantescas y el agua está ya llegando a la altura de la avenida de la playa por la zona del hotel Reina Isabel, la española y no la otra que la diñó la semana pasada. Yo no recuerdo en ningún momento del pasado haber visto el agua tan arriba, básicamente la playa Chica, en marea llena, desaparece, pero es que todo lo que viene después, por la zona De la Peña la Vieja, también es mar sin playa y el agua golpeando la avenida y subiendo incluso a la misma. Esto debe ser eso que no existe y que llaman cambio climático.

En la playa de las Canteras, cuando pasamos de los treinta grados, la arena se vuelve carbón encendido, es imposible caminar sin zapatos por la arena y como las mareas son tan fuertes, la gente se acerca al agua con sus cholas, se las quita para bañarse y al volver han desaparecido y es posible que ya estén a medio camino de Venezuela. En las calles, el asfalto se convierte en un radiador y el calor por las calles es brutal y por suerte, aquí no se derrite, como en Holanda, que el asfalto que se usa se pensó para que drene el agua muy rápidamente y para otro tipo de clima y ahora es que se derrite, no solo el de las calles y el de las carreteras, también el del aeropuerto, que se pasan el día regando las pistas de despegue y aterrizaje para que no se les derritan y bueno, multitud de puentes en Ámsterdam y en otras ciudades se han dilatado y no los pueden abrir por miedo a no poder cerrarlos.

En estos días por España he visto que la movida esa que se han inventado para el ahorro energético con el aire acondicionado a veintisiete grados lo único que hace es espantar a la gente de los negocios y a los empleados APESTAR a sudor macerado, que hoy mismamente entré en una tienda y las dos empleadas tenían un aura maligna de peste a chocho podrido y secado al sol que no veas, que una de ellas se me acercó para preguntarme si podía ayudarme y yo pensé que perdía el conocimiento allí mismo y jamás me despertaría y si tenemos que las Islas Canarias son ISLAS, que aquí prácticamente no se usa el gas para generar electricidad porque es muy caro desde siempre y que lo que se usa de toda la vida es el petróleo, o combustibles que se obtienen del mismo, aparte de un arsenal de molinos de vientos y paneles solares, no se entiende por qué aquí, un lugar en el que habrá sol y viento los doce meses del año, hay que poner las mismas reglas que en el lugar más frío de la península y en el que sin calefacción no se sobrevive.

Entre las cosas conseguidas en la semana en Gran Canaria, me han cortado el pelo y ya no parezco una seta, he podido ir a bucear dos días y tengo un arsenal de vídeos y hasta fui a ver tres películas españolas al cine, lugar en el que me da la impresión que estaban haciendo trampas porque el aire acondicionado estaba fresquito. Esto se acaba. Mañana por la noche comenzará la pesadilla del regreso en un vuelo charter, que imagino que será tan terrorífica como el vuelo que me trajo y por lo que he leído hoy, tanto el lunes como hoy en el aeropuerto de Schiphol han tenido problemas masivos, con colas de muchísimas horas y mucha gente perdiendo sus vuelos. Al parecer, el bono que le daban a los trabajadores por el verano para incentivarlos se acabó y ahora que ganan lo mismo por hora que trabajando en un supermercado reponiendo estanterías, prefieren ese trabajo, que les pilla al lado de su keli, tienen horarios más humanos y hasta pueden librar en fines de semana y mientras tanto, el gobierno neerlandés quiere poner una tasa de aeropuerto de más de treinta leuros para las personas que viajen por los aeropuertos neerlandeses.