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  • Una de jubileos

    30 de octubre de 2024

    Hoy era de nuevo un día de laburo complicado, sobre todo porque es uno de esos en los que al final, entre pitos y flautas estás doce horas dale que te pego. Hoy era el día que los dos compañeros que tengo en mi equipo en Alemania se jubilaban, hoy entregaban sus ordenadores, sus telefoninos y todo lo demás y entraba en el club de los que cultivan geranios en el jardín. Para el evento, mi jefe y yo nos desplazamos a la oficina en la que ellos están, en un poblacho al sur de Düsseldorf, que por curiosidades de la vida mismamente asín, regresaré a esa ciudad el sábado para comenzar mis vacaciones, pero iré en tren.

    El lunes por la tarde, estaba en mi keli tan tranquilo cuando mi telefonino se rechifló y empezó a gritar como mula en celo, con un tono muy específico que es usado por el programa ferroviario y que emula el tono que usan en las estaciones para anuncios y similares. Miré y resultó que ipso facto, habían decidido poner la línea entre Ámsterdam y Bolduque en mantenimiento y me cancelaron todos los trenes que tenía para el martes y el miércoles. Mirando alternativas, resultó que si salía diez minutos antes de mi keli llegaba a Bolduque a la hora de siempre, así que hice los cambios. Hoy por la mañana, pillé ese tren y al llegar a la estación e ir al andén del segundo tren, que tenía que esperar trece minutos, resultó que el anterior llegó con tres minutos de retraso, estaba allí, me subí, me senté, se cerraron las puertas y resultó que llegaba a Bolduque un cuarto de hora antes, con lo que al final tuve que esperar por mi jefe, ya que desde allí íbamos en su carro, que él es del club de los culocochistas como ciertos otros que no vamos a mentar porque son muy sensibles al tema.

    Lo que vino a continuación fueron dos horas y diez minutos de angustia, entre tráfico y similares, para recorrer ciento setenta y dos kilómetros, básicamente hablando del laburo porque mi jefe no tiene vida fuera del trabajo, aunque parece que le he metido el miedo en el cuerpo al señalarlo como el ser humano vivo, viviente y hasta fallecido que más documentos ha firmado en nombre de la empresa, ya que este año y por mi culpa, a través de una herramienta en nuestra güé, está firmando cerca de un millón y medio de documentos, ahora mismo lo hace a un ritmo de cuarenta mil a la semana y yo le tripito y le cuatripito que el día que decidan enchironarlo, tirarán hasta la llave por sus crímenes y que lo lógico sería ser criminales como el resto de empresas y suministrar la información en un documento sin firma, así que me ha pedido que realice las gestiones necesarias y suficientes para solucionar el tema pero ya le he dicho y repetido y hasta tripitido que hasta después de las navidades no lo pienso hacer.

    Cuando llegamos a la oficina tedesca, nos encontramos con los otros dos y básicamente fue para despedirnos de ellos, que realmente trabajar, lo que se dice trabajar, fue poco, aunque muy aprovechado, que yo reparto marrones con un portátil en mi mano a una velocidad dantesca. Después nos fuimos a comer con los jubilados, pero vamos, el rango de sitios en la zona es patético y los dos jubilados se empeñaron en ir a uno en el que tienen unos platos de batata frita, simulando papas fritas, que les encantan y blah blah blah, vamos, burabura y más burabura. Yo hubiera preferido otro sitio, pero como era el día de esos dos, acepté el disgusto, aunque cuando llegamos allí y pedimos la comida y ninguno de los dos pidió las putas batatas fritas me planteé el ponerles un par de velas negras a cada uno y empujarlos para que lleguen pronto a la luz al final del túnel, que mira que se empeñaron en ir al lugar por la mielda esa que no pidieron.

    Volvimos a la oficina tedesca y estuvimos allí hasta las cuatro de la tarde, de nuevo, trabajando, aunque ellos ya se habían ido. Después nos mamamos dos horas y cuarenta y cinco minutos para hacer los ciento setenta y dos kilómetros de regreso, que coincidía con la hora punta alemana y neerlandesa y de nuevo, hablando y hablando solo de trabajo y de una movida en particular en la que está metido mi jefe con una abogada y que ya le he dicho que si me da el visto bueno, yo la aplasto como a una cucaracha volona, pero que después no me venga lamentándose porque no quería medidas tan drásticas, así que por ahora, si tengo que ejercitar mis poderes mágicos de destrucción total, será después de mis vacaciones, que ya le dije que a mí no me afectará ni mental, ni psicológica, ni parapsicológicamente hacerlo.

    Cuando me dejó en la estación, fui con gran pachorra al andén de mi tren que salía casi veinte minutos más tarde y resultó que uno con escala en Utrecht Centraal que debía haber salido tres minutos antes llegaba con un retraso de cinco minutos y me pude marchar de allí antes y llegar a mi keli quince minutos antes de la hora a la que supuestamente debía llegar. Así que la buena noticia es que ya no volveremos nunca-jamás a la oficina alemana porque los dos tercios del equipo en el que estoy que laburaban desde allí ya son historia y pasado y ahoritita mismo, yo soy la fuente única para todo lo que hacían ellos y lo que hago yo, con lo que así, en un día, he pasado de ser un diosesillo único, a ser una santísima trinidad, un tres en uno total, con el pequeño detalle que yo me tomo el trabajo como prostitución laboral, me pagan por cuarenta horas y yo hago cuarenta horas, ni un segundo extra, con lo que ahora, las cosas igual irán más despacio y lo que no se puede hacer hoy, se hará mañana, mañana.

  • Requetequete vacunado

    29 de octubre de 2024

    Una de las circunstancias más importantes del año es cuando me llega la carta anunciando que tengo que estar a una hora y en un lugar determinado para que me pongan la vacuna de la gripe y esto es algo que yo me tomo muy en serio, que a ver cuántos pueden decir que llevan años y años sin una buena gripe, que yo soy el modelo que deberían usar para vender el producto, porque funcionar, funcionan. Mi médico de cabecera, o mis médicos de cabecera, alquilan un salón en la planta baja de una keli de Ancestrales, que son pisos que compran o alquilan en un lugar en el que están todos arrejuntados, tienen cocina y médicos y servicios de limpieza, para los que no puedan con esas cosas y cuando la diñan, la familia tiene creo que un mes, quizás dos, para vender la keli al primero que esté en la lista de espera y se compran y se venden por el mismo precio. Estos edificios, muy prácticos, son como aeropuertos a los que llegan nuevos inquilinos y los que se van, lo hacen con los pies por delante. Como me ponían la vacuna el jueves y habían organizado el evento entre las tres y las seis de la tarde, para evitar drama, que mi tren llega a mi barrio a las seis menos cuarto, decidí regresar en el tren que sale media hora antes, pero después cuando llegué a la estación pillé otro que es Intercity y va cagando hostias hasta Utrecht, allí corrí desde el andén 7 al 21 y pillé un tren que me llevaba a mi barrio y llegué como quince minutos antes de lo planeado. Yo ya tengo claro que somos cuatro gatos los que nos ponemos la vacuna, pero lo que me sorprendió y me lleva sorprendiendo un tiempo, es que los que nos la ponemos no somos Ancestrales, esos como ya ven la luz al final del túnel como que no están motivados y somos gente joven, quizás niños, los que vamos por allí. Para los viejos tienen también otra vacuna, algo de cocos o así, nunca me ha quedado claro pero al parecer son coñas que solo se pillan después de los sesenta y cinco años, que es como otra vida para mí, que no sé si existirá el mundo para cuando yo llegue a esa edad.

    Como estamos con fresco, he cambiado mis polos de manga corta habituales por camisilla y camisa de vestir fastuosa, que tengo una colección impresionante, con motivos muy variados, pero ese día, si lo llego a pensar mejor, debería haberme puesto el polo, que para sacar la parte superior del brazo tuve que quitarme prácticamente la camisa. El sistema es muy rápido y eficiente, sobre todo porque no hay gente renqueando. Llegas, entregas la invitación a la persona que está recogiéndolas, te pones en la cola, que éramos tres, llegas al médico, él de cachondeo te pregunta si te pones la de la gripe o las dos, tú lo miras con desprecio y él se descojona solo, agarra una de las inyecciones que tiene preparadas en una mesilla, te jinca la dosis, te da la bendición y te manda pa’tu keli. Yo como no quiero desmayarme allí mismo nunca miro, pero tengo que decir que la de este año no me provocó ni una micro-gripe, como en algún año anterior. Ni me molesté en abotonarme la camisa, pillé mi cutre-bici, seguí para mi keli, en donde entré con prisas, me cambié de ropa y me fui a correr, bastante antes de lo habitual. Este año, solo están poniendo la vacuna del virus podemita-truscolán y suciolista a los ancestrales, a mí ya no me lo ponen, que yo si lo ofrecieran iría con gusto. Por razones que escapan a mi desconocimiento, cuando se trata de la vacuna de la gripe te la pone tu médico de cabecera, pero cuando se trata de la del Covid, esas están distribuidas por una organización llamada GGD, letras más fáciles de decir que Gemeentelijke Gezondheidsdiensten, dos palabrotas que vienen a significar truscoluña no es nación o servicios municipales de salud, que la segunda palabrota son dos en realidad arrejuntadas. En la época del Covid estos tenían edificios abiertos por todo el país vacunando, pero ahora han vuelto a sus edificios tradicionales, que creo que son veintipico repartidos por todo el país.

  • De jubilados

    28 de octubre de 2024

    Las semanas previas a las vacaciones son siempre dramáticas en cuanto a contenido. Me centro en preparar lo que está por venir y dejar las pelis y al final no me queda tiempo para nada, que este fin de semana, a la chita y mangoneando, me escribí catorce anotaciones de cine y me falta una y para hoy llego agotao, que esta semana, al menos hasta el miércoles, es mi semana santa de pasión y sufrimiento y bueno, también de repartir palos y más palos. Hoy visitaba uno de los centros de Bolduque, en orden cambiado al habitual y ayer, entre anotaciones de cine, preparé unas corbatas de Unquera para llevar a la oficina y las repartí antes de que llegara el joputa-terrorista-islámico para tocarle los mondongos desde la mañana, que cuando se enteró, la úlcera le creció un par de centímetros, sobre todo porque le di a todos los que sabía que le iban a decir que traje algo escandalosamente delicioso, que ellos ni se podían imaginar que con hojaldre, limón, azúcar de repostería, clara de huevo y almendras se podía hacer algo tan glorioso.

    Esta semana también se jubilan al menos tres, que yo sepa, dos en Alemania y uno en los Países Bajos y para el local querían hacer una foto de grupo con toda la gente del lugar, así que yo me ofrecí de voluntario para hacerla y así tampoco salir en la foto, que yo con ese chamo he tenido poco o quizás ningún trato, aparte del buenos días de cortesía y tampoco es que me amargara saber que yo iba a faltar en la foto, más bien lo veo como que el chamo, con sesenta y siete tacos, seguramente en un año mirará esa foto y ya no sabrá quiénes son más de la mitad, todos los que llegaron en los últimos tres años serán desconocidos para él, con lo que no saliendo hasta le ahorro algún disgusto. Coloqué a la gente delante del cartel con el logo de la empresa, pero los puse de una manera muy determinada, hice las fotos con la cámara de una chama y cuando vieron las fotos, fliparon porque lo que monté fue que la gente tapaba ciertas letras y lo que se leía por detrás de ellos, en el tipo de letra de la empresa, era el nombre del chamo que se jubila. Una cosa que me ha llamado la atención es que en mi anterior empresa, que venía de la cultura de cierta multinacional neerlandesa, cuando alguien se jubilaba, todo el mundo firmaba una o varias tarjetas, la gente donaba unos leuros y le compraban algo o le daban el dinero, que podían ser unos cientos de leuros. En esta multinacional esto no se hace, le van a dar la foto impresa en las impresoras de la compañía, y un ¡Hasta luego, Lucas! que a mí me parece un poco penoso. Para las otras dos jubilaciones, que son mis compañeros alemanes, ya le he dicho a mi jefe que como no aparezcamos allí con un regalo que tiene que comprar él, le arranco un mechón de pelo, se lo empeto a mi muñeco de Vudú, le enciendo tres velas negras y vas a ver tú como se va a cagá.

    Al llegar a mi keli, con la hora retrasada, que yo personalmente la prefiero, tuve que asumir que llegamos al final del horario diurno de correr y hoy mismamente comencé el nocturno, que a las seis de la tarde es noche cerradísima y me tuve que poner el faro delantero y el trasero para que me vean bien por la carretera, que aunque la mayor parte del trazado es por carril bici o por carretera iluminada, tenemos dos de los seis kilómetros que voy por una zona obscura y mientras avanzaba por ahí, flipé porque me crucé con varias bicicletas que no llevaban luces algunas y eligieron la ruta sin luces en la calle, con lo que esos tontos, si siguen empecinados, acabarán hostiándose por la zona, que en esa ruta, como se salgan un poco del camino, tendrán una pendiente empinada que los llevará directitos a un canal.

    Y la cuenta atrás continúa. El sábado ya hice pruebas y parece que podré escribir en mi tableta, que en los intentos anteriores no me funcionaba y ya descubrí el plugin que estaba dando problemas, así que tendremos un empacho soberano con el relato del viaje durante la semana y tres pelis en el fin de semana.

  • My Hero Academia: You’re Next – Boku no Hîrô Akademia za Mûbî Yuâ Nekusuto

    27 de octubre de 2024

    Mi parasicólogo, si tuviese uno, me diría que yo voy a ver estas cagadas de películas para sufrir, pero en realidad voy para descojonarme de esta mielda y para tener contenido basura y compensar las otras, que si solo fuera a ver las pelis buenas, esto sería muy aburrido. Estoy segurísimo que ya he visto otras pelis de esta saga, que creo que también es una serie de telelevisión, aunque en este caso parece que las películas son historias ubicadas en el mismo universo, pero distintas o algo así. Esta se titula Boku no Hîrô Akademia za Mûbî Yuâ Nekusuto y tanto en España como en los Países Bajos se ha estrenado con el título en inglés de My Hero Academia: You’re Next porque no se querían ni gasta un leuro en traducirlo y aunque les ofrecieron gratis el de truscoluña no es nación, prefirieron dejarlo así.

    Una banda de julays sufren graves daños cerebrales por culpa de la masturbación.

    Pretender que sabemos de qué iba esto es una quimera. Resulta que hay un malo o algo así que tiene una especie de ciudad flotante y que se ha hecho cirugía plástica o algo así y se parece a un superhéroe y está atacando a los superhéroes con mutantes o gentuza truscolana, podemita y suciolista y ellos entran dentro de su fortaleza volante para darle candela de la peor o algo así, pero vamos, que cada vez que uno abre la boca es para cagarla.

    Lo primero es lo primero. Mira que es mieldoso el anime, es que una de esas pelis se puede hacer con céntimos de leuro, que mantienen la imagen congelada en la pantalla y solo mueven una línea en la susodicha que se supone que son los labios del que habla, que al parecer es normal que la gente se quede congelada. Partiendo del hecho de lo triste que se ven estas pelis en los cines, después vamos a que el guion es estúpido y como no quieren alterar las historias que cuentan en las series que no veo, se limitan a ser episodios sin importancia que jamás serán nombrados en la trama principal. Todo el equipo de aprendices de héroes parecen ser retardados, carecen de clarividencia cerebral alguna y cada vez que abren la boca es para cagarla. En un punto determinado cerca del final hay una mega-batalla que da lástima y provoca bostezos, es todo tan absurdo y estúpido que no hay por donde agarrarlo y gracias a algún Dios, en algún punto de la primera hora me eché una siesta porque aquello era infumable. Cuando acabó y después de cagarme en las putas que parieron a todos los que han trabajado en este vómito, salí por patas del cine, pero ni siquiera gané la carrera porque había varios que comenzaron la huida antes que yo.

    Esto es una basura que asqueará igualmente a los miembros del Clan de los Orcos y a los sub-intelectuales con GafaPasta. Probablemente fascinará a facinerosos con ceja única que jamás dejan de mirar las pantallas de sus ordenadores.

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