Hace ahora prácticamente un año, hablaba en Mi lanzador de mi uso continuado del Microsoft Launcher para mi teléfono androitotorota, un programa ligero y que me permite acondicionar mi teléfono como más me gusta. Un año más tarde, sigo utilizando el mismo lanzador pero mis gustos van cambiando y se ha ido adaptando a los mismos.

El fondo de la pantalla sigue cambiando diariamente y de vez en cuando aparece uno tan espectacular como el que se ve en el pantallazo, que no permite ver la hora, pero que da igual es un balde de color y alegría. La distribución de los programas ha cambiado ligeramente e incluso algunos se han caído de la página principal, como el programa para usar el tren, que dado que ahora somos presos en nuestros propios domicilios, no me sirve de nada. Uno que ha conseguido un puesto en esta zona tan lujosa es el Microsoft Authenticator que cada vez uso en más programas para la autenticación en dos pasos y que acabó en esta pantalla. También se puede ver una pequeña barra en la parte inferior que con un gesto mágico y secreto abre un cajón en el que hay diez programas más de uso relativamente frecuente. Mi segunda página ahora está mayormente ocupada por un güidché con la lista de la compra y en el que añado elementos cada vez que veo que hay escasez de algo y casi siempre uso la voz, que lo de escribir es como muy de los años noventa. Mi teléfono ahora usa también dos tarjetas móviles, la de toda la vida y una prepago que tiene el número que comparto cuando solicito trabajo, que si hay algo que aprendí hace veinte años es que el número que das, se vende, se revende, se regala, se presta y acabas hasta los mondongos de recibir llamadas de gente con la que no quieres hablar y aunque ahora hay bastantes mecanismos para bloquear ese tipo de llamadas (como el bloquear llamadas de números de teléfono ocultos o incluso llamadas de números de teléfono que no están en tu agenda), prefiero el tenerlas totalmente aisladas en un segundo número de teléfono que siempre puedo desechar cuando ya no me haga falta. En el año que llevamos encerrados, mi uso del teléfono no ha variado mucho, sigue siendo un dispositivo para escuchar audiolibros y podcasts que además se comunica con la pulsera que llevo en mi muñeca cuando voy a correr (y que ha cambiado y antes era una de xiaomi y ahora es una de honor) y para recibir y enviar mensajes, ya que al parecer hacer una app para que el güazá se pueda usar en el iPad es una misión imposible y los del CaraCuloLibro llevan años prometiendo que la están haciendo y nunca jamás la hemos visto, mientras que otros, como Signal o Telegram, no tienen problema alguno en saltar de un dispositivo a otro. Ya llevo casi dos años y medio con el telefonino actual, que creo que es un récord para mí y probablemente seguiré con el mismo hasta cerca del fin de año o más allá, no veo la necesidad de cambiar algo que funciona perfectamente y que no me da problemas.