Pa’rriba de vuelta


Los de las aerolíneas de bajo costo y mucho rastrero se piensan que yo soy podemita, truscolán o suciolista y que me la pueden empetar doblada y a la hora de comprar los billetes, te ponen una ida barata y una vuelta carísima. Yo busco ambos trayectos por separado y después de bajar a Málaga por Eindhoven, descubrí que la opción más barata era regresar a los Países Bajos por Ámsterdam, también con raianer, llegaba más tarde, con lo que tenía más tiempo en Málaga y me costaba mucho menos dinero. Cerca de las dos de la tarde fui a la estación del trenecito que para cerca de la keli de Sergio y veintipico minutos después estaba en el aeropuerto. Como hay mucho ignorantón y borrego, la gente siguió a un panoli que iba hacia Llegadas y después tuvieron que retroceder para pillar la escalera mecánica hacia salidas. Una vez dentro, pasé el control de inseguridad que fue más inseguro que nunca. Básicamente, se me olvidó totalmente sacar los líquidos, como en los Países Bajos no lo exigen, para mí es algo rarísimo y cuando pasé la mochila por los rayos mágicos, le dieron el visto bueno y a la bolsa de mano que llevaba la señalaron porque pensaban que llevaba pasta de guayaba, que no, que era sobrasada y por más que lo intenten imaginar, eso no es un líquido. Después del control me quedé unos momentos flipando porque los líquidos de verdad no los vieron y me montaron un numerito con algo que no era líquido. Cada vez más a menudo, los controles de inseguridad en los aeropuertos son más inseguros. En el aeropuerto de Málaga una vez lo has pasado, tienes que caminar por una tienda libre de impuestos a precios abusivos gigantesca hasta que llegas a la zona de salidas. Me acerqué a una de las máquinas vendedoras de agua y el precio en el aeropuerto de Málaga es de un leuro y diez céntimos de leuro por botella, casi lloré de la emoción, que en el de Gran Canaria ya la han puesto a prácticamente dos leuros. Por supuesto que me compré una botella.

De nuevo tenía prioridad de esa y entré de los primeros en la guagua que nos llevaba al avión y de nuevo estaba sentado en ventana, esta vez en un sitio mejor, detrás del ala y además aún era de día. Primero fue una guagua al avión con todos los de prioridad y después vinieron los otros. El embarque fue muy eficiente y salimos en hora, aunque despegamos hacia el mar y después dimos la vuelta hacia el norte. Desde el aire se veían las montañas nevadas de Granada y también les hice un pequeño vídeo y creo que hasta hice un tercer vídeo de algo más. Fue salir de España y entrar en Francia y se encapotó el cielo por debajo, una densa y consistente capa de nubes que no parecía tener final y cuando ya estábamos aterrizando, me hacía dudar sobre el vídeo del aterrizaje, porque todo era gris, aunque al final hice uno corto. En el aeropuerto de Ámsterdam el chófer aparcó en la zona de bajísimo costo, que es la más cutre y al salir, fui a paso ligero hasta el aeropuerto para pillar el tren de regreso a Utrecht, que en el aeropuerto están en obras y hay muchos menos, así que tenía que ir en otro hasta la estación de Amsterdam Zuid y allí cambiar al tren que me llevaba a Utrecht y que llegaba con ciento veinte segundos hasta el tercer tren, el que me llevaba a mi barrio, así que, obviamente, estudié la longitud del tren, miré en el programa de la empresa de transporte la llegada del susodicho a dicha estación y así sabía en que vagón y en qué puerta me tenía que poner para que me dejara junto a las escaleras de subida y logré hacer el transbordo y me sobró, fácilmente, un minuto, aunque recordemos que yo soy un corredor consumado, que sé de algunos culocochistas que no lo habrían conseguido. La razón para pillar ese tren es que dejé mi cutre-bicicleta en la otra estación ya que la aventura comenzó yendo hacia el trabajo. Más o menos entré en mi keli sobre las ocho y cuarto, con lo que un puerta a puerta desde Málaga a mi keli son seis horas y pico si todo sale relativamente bien.

Mi próxima escapada será el regreso a África en marzo por una semana.

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Una respuesta a “Pa’rriba de vuelta”

  1. Seis horas y pico, la ida, mas otras tantas la vuelta ¿No? Me parece demasiado, aunque todo depende de como se lo pase uno… 🙂
    Salud

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