Playa en Patong y comienzo del mini-crucero de buceo


El relato comenzó en Desde Utrecht a Kuala Lumpur

Mi segunda noche en Patong fue movidita porque pasó por la zona un temporal y durante la noche hubo un montón de lluvia, truenos y relámpagos y viento. Yo duermo como un bellaco y solo me despertaron los truenos que estallaban a unos centímetros de mi habitación. Por la mañana y aunque decían que iba a llover, el día se presentaba precioso y tras preparar mi equipaje (gran concepto que se limita a una bolsa con las cuadro cosas que llevo), me dejaron una toballa y me fui a la playa. Salvo por un momento sobre las doce de la mañana en el que llovió diez minutos y que aproveché para meterme en el agua, el día estuvo de fábula y gracias a la lluvia se marchó la gente y me quedé solo con los cientos de vendedores y los de las motos acuáticas. En esta playa hay una cantidad brutal de vendedores, que siempre tienen lo mejor y que tratan de llamar tu atención a cualquier precio. Si eres pava lo llevas mucho peor porque también hay vendedores de ropa de hembra #MINOT y con los auriculares los ninguneé a destajo, algo que odian.

A las tres y media regresé al hotel y me dejaron ducharme en una de las habitaciones y después me tocó esperar a que me recogieran, lo cual sucedió a las cinco y media, justo en el límite de la banda horaria que me habían dado. No sé por qué, pero en mi caso siempre me recogen el último. Después de allí tardamos casi dos horas en llegar al barco, el cual está en un muelle al norte de la isla de Phuket, la cual está conectada con la península por un puente. El viaje en coche es de esos que frustran por el tráfico extremo en algunos sitios, por la conducción caótica de la gente por aquí y porque el conductor se cree un piloto profesional y hace unos adelantamientos de esos en los que ves claramente la luz al final del túnel. En la furgoneta solo íbamos cuatro, algo que se agradece porque al menos así teníamos espacio y no metieron trece personas, que era lo que yo me temía.

Al llegar al puerto, embarcamos. El barco es el Sawadee Fasai, enorme, merece la pena buscarlo en Internet. De los que hay en la zona, creo que es el segundo más grande y se ve nuevo y capaz de sobrevivir al tsunami, que es la razón por la que lo escogí. Justo al lado había otro que tenía una pinta de hundirse si le gritan que no veas. Al parecer los asiáticos tienen mi filosofía porque en el cutre eran todos europeos y americanos y en el nuestro, estamos un austriaco, el Elegido y el resto de los pasajeros son chinos y japoneses. Entre los Dive Master hay una pareja española y un alemán y resultó que dos japoneses se criaron en Brazil y hablan portugués y entre los chinos hay dos chinitas que chapurrean español, una vivió en Argentina y la otra en México con lo que tenemos un grupo de intelectuales de la lengua de Cervantes.

Cuando llegaron todos los pasajeros, nos dieron la bienvenida y las explicaciones y después cenamos y acabamos unos cuantos en la cubierta superior viendo la ofrenda a Buda o a su quinta para que nos conceda un buen viaje. La ofrenda consistió de unos mini-fuegos artificiales y de algo de pollo, aunque tengo claro que después se lo comió el mismo que lo ofreció en representación de su Buda. En Tailandia es delito tatuarse el cabezón de Buda y si te lo has puesto en el cuerpo, yo que tu evitaría venir a este país porque esta gente no se anda con chiquitas y la paliza callejera te la ganas con una certeza absoluta si te lo ven y la policía no te tratará mucho mejor.

En el barco, comparto la habitación con un chino del que algún día averiguaré su nombre aunque igual se le puede llamar Sixpack porque el colega es una versión compacta de Terminator y se está dotando a base de bien con los polvos esos que venden en los gimnasios. Si yo tuviera sus abdominales, no me volvía a poner una camisa en mi vida. La ventaja es que ya tengo a mi primo el de zumosol y el colega hasta tiene humor, algo que yo pensaba que los chinos no lo traían en su código genético, aunque igual es un efecto secundario de las drogas. Nos despertaban a las seis y media de la mañana pero eso no evitó que nos fuéramos a dormir casi a la medianoche.

El relato continúa en Buceando en las islas Similan

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3 respuestas a “Playa en Patong y comienzo del mini-crucero de buceo”

  1. Mi madre ya las ha visto. Estamos los dos tirándonos al agua. El chaval se quemaba a hacer abdominales y flexiones.