Por los pelos


El otro día hablé del día antes del encierro y ese día me hicieron una prueba PCR que era requisito obligatorio e imprescindible para poder entrar en España. El martes se supone que me daban los resultados y según la página web de la empresa que hace las pruebas, te llegaban a partir de las once y media de la noche y aquí las palabras importantes son A PARTIR. Durante el día, primero con el cierre de tiendas, fui a clase de Italiano, que como solo vamos dos alumnos por semana podemos ir a la casa del profesor y me tocaba a mí, después de eso pasé por el super a comprar lo que me faltaba para llevar conmigo y el resto del día lo pasé escribiendo las últimas anotaciones, que por si alguno no lo ha notado estamos en modo híper-mega automático y creo que en total escribí cuarenta y pico anotaciones hasta el día que vuelvo. Me despedí de mis vecinos y ya bajé todo lo que me quería llevar a la planta baja de mi casa para tenerlo a mano a la hora de tirarlo todo en la maleta y en mi bolso de cabina. A la una de la mañana, cuando me acosté, aún no me había llegado el correo con los resultados y ya no me molesté ni en meditar porque ahí ya la angustia comenzaba a girar montaña abajo y coger tamaño. Creo que no me dormí hasta las dos y cuarto, me desperté veinte minutos más tarde y ahí ya había recibido el correo, con un documento que decía que mi PCR era negativa y por tanto podía viajar. Con la angustia ya me desveló y en total y hasta las seis de la mañana esa noche dormí menos de tres horas.

Según me levanté, me duché y desayuné y ya me puse en serio a meterlo todo en la maleta y la mochila y a revisar mi lista de viaje para asegurarme que no me olvidaba de nada. En realidad lo preparo todo en diez minutos o menos pero después lo reviso tres veces para comprobar que no hubo errores. También regué mis piñas, le llené el tanque a la albahaca y saqué la basura y me aseguré que la calefacción solo se encienda si el interior de mi casa se pone a menos de doce grados, lo cual no ha pasado ni en el más frío de los inviernos en mis vacaciones navideñas pero estas no han sido nunca tan grandes. A las ocho menos dos minutos salía de mi keli para ir a coger la guagua hasta la estación y desde allí el tren al aeropuerto, donde esperaba llegar y llegué justo antes de las nueve de la mañana. Al viajar a España la facturación online no es posible porque comprueban que tienes el código QR para poder entrar al avión. A la gente que no lo tenía, al final les facturaban igual pero les decían que tenían que ir a la página güé del gobierno y rellenarlo y obtener su código. Yo de allí me fui a pasar el control de seguridad y como que me extrañó que el aeropuerto estuviera petado que no veas, pero petado hasta el punto en el que lo de la distancia de seguridad era imposible.

Los vuelos a Italia parece ser que son más radicales que los españoles y para esos vuelos han inventado una nueva puerta de embarque, la B0 (Bé-ZEROLO) y en ella te obligan a rellenar los datos, comprueban que lo has hecho y tras esto te ponen un sello en tu tarjeta de embarque y además la desbloquean en el sistema y cualquiera que se salta el paso cuando va a entrar al avión el sistema da un error y le impiden el acceso al susodicho hasta que lo haga. El sistema de España es similar pero hecho en la facturación y mi tarjeta, como yo enseñé el código QR, tenía un sellote rojo.

A la hora del embarque aquello fue un escándalo, no había distancia de seguridad ninguna y como todos tienen una prueba PéCéeRre negativa, como que la gente ya no tenía miedo. En la cola para entrar al avión, fallaban las tarjetas de los que dijeron que conseguirían el código QR y no lo hicieron y los ponían a un lado y les decían que ahora, lo hacían allí y no entraban hasta enseñarle a las azafatas el susodicho, con lo que muchos querían entrar en el avión los primeros y fueron los últimos. El avión iba petado, completito, hasta familias con niños que huían de los Países Bajos. Yo tenía mi tradicional asiento en la última fila en ventana, que con esto del virus truscolán y podemita no quiero tener a nadie detrás de mi chepa estornudando. El vuelo salió en hora y llegó antes de tiempo por las ventoleras sobre España y Portugal. Por supuesto hice vídeos que veremos algún día en enero. El de despegue es soso porque había niebla pero la llegada a Gran Canaria es espectacular y se verá la isla de Tenerife, Gran Canaria y si tienes buena visión está a lo lejos hasta la Palmas.

Al día siguiente o ese mismo día en las noticias de la noche salieron imágenes del aeropuerto de Schiphol abarrotado con miles y miles y miles más de holandeses que se pasan por el forro del culo le indicación del gobierno de no viajar al extranjero y eso ha cabreado tanto al gobierno que algunas compañías de charters han cancelado todos los vuelos de los próximos días y hasta traerán de vuelta a Holanda a los que se llevaron. A mí que me vengan a buscar y quizás algún día me encuentren, pero nunca antes de enero. El gobierno holandés no prohibió la salida del país, aconsejó no hacerlo y como ellos mismos son los que la han cagado tantas veces, nos pasamos su consejo por los pelos del culo, que hace un mes sí que les gustó mandar a los Reyes de vacaciones a Grecia cuando se lo prohibían a los demás.

Una cosa que no comenté de Gran Canaria es que al llegar, nadie, repito, N-A-D-I-E me revisó a mí o a ningún otro pasajero o me pidió la prueba PCR, con lo que todos tiramos un pastón para nada. Así que con angustia y tensión, pero con éxito, ya he llegado a Gran Canaria y quizás salí en uno de los últimos vuelos, por los pelos, que se dice.

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2 respuestas a “Por los pelos”

  1. Puede que no pidieran los PCR porque ya los del avión les comunicara a las autoridades que todo cristo lo tenia.
    Que te lo pases genial en tu maravillosa tierra, es mi deseo sincero, y ya se que lo vas a intentar con ímpetu guanche 🙂
    Salud

  2. Disfruta, sobre todo del clima y de la familia, que ahora cuando venga la tercera ola sabe dios cuando podrás volver a viajar.
    Este año por primera vez en mi vida, y espero que última, nosotros no nos movemos de casa, supongo que no pasará nada, pero la culpabilidad si alguien enferma de saber o no saber si le pegué esta peste yo o cualquiera de mi casa, sería demasiado grande. Cuando esta mierda pase, pienso pegarme un fiestón del quince.