¿Qué fue lo que pasó?


En su día, cuando comenté la película Booksmart, ya hasta sugería que igual debería volver a verla y eso hice la semana pasada el lunes, esperando que mi amigo el Turco acabara de trabajar porque no todos hacemos nuestras ocho horas tempranito. Mira que estaba equivocado o había una mala luna la primera vez que la fui a ver o estaba muy cansado, no me lo explico, porque el mismo Elegido, cuando fue a verla por segunda vez, acabó con una experiencia totalmente distinta.

En primer lugar, me reí un montón y en unas cuantas escenas, me descojoné. La escena en la que la tortillera tiene su primer encuentro sexual, con una compañera de instituto, le mete el dedo por los bajos para pajearla y cuando le comenta a la otra que tal lo está haciendo esta le dice que bien pero que tiene que afinar puntería con los agujeros, ese es uno de los grandes momentos del cine cómico y vulgar de este año. Como además la pota toda, aún mejor. El discurso final del friki, fabuloso, la charla en un coche de la gorda con una compañera de clase que le explica que si tiene fama de comepollas, es porque ya es mayorcita y le mola mazo, fabulosa y la escena de los padres abrazando y besando el oso de su hija, que se lleva con ella de viaje, sin que estos sepan que ese es el instrumento favorito de ella para frotarse los bajos, hilarante. No se como no pude ver todas estas escenas la primera vez que vi la película porque seguro que ya estaban allí.

Es casi como si me hubiese dado un jamacullo en el cine porque no puedo creer que viendo las mismas imágenes y escuchando los mismos diálogos, un día aquello como que no caló y al otro me llegó hasta la médula. Si hubiese escrito de la película tras el segundo pase, probablemente le habría dado un ocho o quizás hasta un nueve.

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