¡Rompe Ralph! – Wreck-It Ralph


En estas vacaciones navideñas aproveché una de las tardes para ir al cine con mis sobrinas. Las sesiones infantiles en Gran Canaria son como documentales en tres dimensiones del Discovery Channel en el que te sumerges en el universo paralelo y espectacular de los Orcos. La experiencia comienza cuando te pones en la cola para comprar las entradas, fila que con la crisis y la reducción de personal se ha desplazado desde las taquillas al bar del cine. Allí te topas con cuatro filas enormes llenas de orcas que gritan de fila a fila ya que se distribuyen por todas ellas para ver quien llega primero y las compra para todos. En un momento determinado tienes cuatro personas delante de ti, parpadeas y se multiplican y se convierten en dieciséis, que comienzan a gritar cada vez más y que a la hora de pagar mercadean entre ellas por diez céntimos de leuro. Detrás de mi tenía tres adolescentes que por las pintas no creo que consigan trabajo ni de respondedores en un supermercado barato en Holanda y que ya con quince años lucían varios tatuajes y piezas metálicas incrustadas en el cuerpo. Además hablaban un idioma extraño e ininteligible que probablemente en algún momento del pasado tuvo que ser español pero la exposición a entornos bárbaros y la visión sistemática de programas de Telajinco ha convertido en algo horrible y que parece constar de monosílabos que se gritan unos a otros. Después de superar el trauma de la compra de entradas y cuando crees que lo peor ya ha pasado, en la sala te esperan cinco aspirantes a locutoras de Radio Las Palmas que radiarán la película para el resto de los espectadores a grito pelado. Toda esta experiencia fue para ver Wreck-It Ralph película que por supuesto está ahora mismo en la cartelera española con el título ¡Rompe Ralph!

Un payo julay se cansa de que le den candela y se marcha de su keli

Ralph lleva treinta años haciendo de malo en un videojuego de sala recreativa y está hasta los mismísimos de no recibir ningún tipo de aprecio de sus compañeros de trabajo. Después de una sesión en un grupo de apoyo para malos está harto y decide marcharse de su videojuego e ir a otro. Sin quererlo comenzará una gran aventura en la que hará nuevos amigos y además de encontrar su lugar en el mundo, ayudará a otros a hacerlo.

Esta es una historia que parece más bien pensada para los padres que para los niños ya que estos no creo que lleguen a asimilar el concepto de las viejas máquinas de videojuego con las que alucinábamos de pequeños y que visitábamos con fervor religioso siempre que conseguíamos un par de monedas. Hoy en día la experiencia es más impersonal y local, con sus pequeñas consolas o tabletas y dudo que muchos sepan lo que era ir a esos locales, tú solo y encontrarte allí con tus amiguitos. La historia tira de la nostalgia por aquellos fabulosos años y en mi caso al menos les funciona. Por supuesto es una película de animación y hay cosas extrañas y absurdas pero así es el mundo de los videojuegos. El guión nos lleva por una partida que podría ser un juego de aventura gráfica similar a aquellos fabulosos que hacia LucasArts en su tiempo. Los personajes son simples y mono dimensionales y salvo por el protagonista y el mal carecen de otra motivación que no sea hacer lo que está escrito en su código. La película tiene momentos brillantes y otros absurdos que chirrían un poco ya que da la impresión que no consiguieron cuajar un guión redondo y para llegar a la hora y media tuvieron que estirar escenas hasta conseguir que los niños se revuelvan en sus asientos. Aún así, resulta divertida y un producto fácil de digerir. Se trataba de ir al cine a pasárselo bien y lo consiguen, aunque se quedaron lejos de otros clásicos de la Disney/Pixar y en este caso parece que eligieron el camino facilón de películas como Cars.

El cine de animación infantil está contraindicado para miembros del Clan de los Orcos ya que puede resetear su única neurona operativa. Sn embargo es perfecto para una tarde de cine con niños ya que estos sí que sabrán disfrutarlo. Es una bonita historia que seguro que despertará muchos recuerdos del chaval que todos en algún momento llevamos dentro y que yo por culpa del síndrome de Peter Pan no he conseguido meterlo pa’dentro y sigo portando hoy en día.

06/10

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