Simples o simplones


Desde que en el cine descubrieron que la basca está dispuesta a ir a ver películas de hace unas décadas están que no paran y gracias a eso tengo la oportunidad de regresar a viejas historias. Al principio te da un poco de miedo porque la calidad de los proyectores digitales es tan brutal que cuando ves las películas que se hacían en película (aquellos rollos gigantescos que colgaban de los proyectores), se nota como ha avanzado la tecnología en estas décadas y ahora sin que los jóvenes sean muy conscientes de ello, las cosas son diferentes al pasado. Hace un par de semanas viendo una de esas películas me quedé extasiado con los diálogos. La peli era Scream, nada del otro mundo y definitivamente, nada que se pueda considerar como cine de filmoteca. Estamos hablando de algo que se hizo para el populacho, para los Clanes de Orcos de todo el mundo. Esa creo que es la primera película de terror en la que se usaron los teléfonos móviles como parte fundamental de la trama, aunque el teléfono móvil era del tamaño de un bloque. Olvidémonos de la tecnología. Lo que noté fue la riqueza de los diálogos. Para alguien que como yo está perdido entre cuatro idiomas, yo soy consciente que mi dominio del español es un pálido reflejo de lo que solía ser cuando vivía en España. No solo del español hablado, también del escrito y si no que se lo pregunten a una que me pilla fallos cada dos por tres por aquí. Mi problema es que uso poco el español, estoy aislado de hablantes de la lengua y además leo y hablo más en inglés, o en inglés-patético, si le preguntamos a mi más-mejor-amigo el Rubio, que no deja de reprocharme al menos una vez al día que ni adrede uso las preposiciones correctamente. Añade que leo el italiano con cierta frecuencia y el neerlandés que padezco a mi alrededor o leo en la prensa local y al menos yo puedo justificar que mi español sea patético. Cuando estoy en Gran Canaria o en Málaga y escucho a la gente hablar, en conversaciones coloquiales, es cuando siento que la lengua se ha metido por un camino que la simplifica y por culpa de las nuevas tecnologías, la ha hecho más visual. Antes no teníamos emoticonos para expresar estados de ánimo, los describíamos y eso enriquecía las conversaciones. Ahora todo es con mensajitos y la lengua es una sombra de lo que fue.

En inglés ha sucedido lo mismo y por los motivos anteriormente enunciados, no lo noto, o no lo había notado hasta ver una película vieja, estrenada hace treinta añitos y flipar con la riqueza del vocabulario, con la complejidad de las oraciones que usaban los jóvenes protagonistas, algo que hoy en día no existe. No sé si nos hemos vuelto más simples o la tecnología nos ha transformado en simplones, palabra que parece haber caído en el olvido y con la que calificábamos a otros de manera peyorativa, palabra que sigo conociendo y que hasta puedo escribir sin faltas de ortografía pero que creo que no ha salido de mi boca en al menos dos décadas.

Aún tengo frescos en mi memoria aquellos días en los que llegaba a la oficina y les daba los buenos días a los que me cruzaba. Ahora, les empeto un EEEEEEHHHHHHHHH y ellos responden con un AAAAAAHHHHHHH y seguimos nuestros caminos sin haber dicho palabra. También tengo frescos los recuerdos de aquellos viajes en las guaguas carpetovetónicas de la línea 20 en la ilustre ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, aquellos trastos con una palanca de cambios enorme y que desaparecía en el suelo de la guagua y que el chófer, que en canario le decían chófe porque la erre final es muda en canario, cuando el chófe cerraba la puerta atrapando a algún viejo al que no le había dado tiempo a bajarse y la gente comenzaba a gritar: ¡Cristiano, cristiano! ¡Abra la puerta que mata al viejo! También me acuerdo de alguna ocasión en la que una de esas guaguas subía la cuesta de la calle Luján Pérez y al ir a meter la segunda, el chófer se quedaba con la palanca de cambios en la mano, la guagua se paraba y comenzaba a recular a toda velocidad y todos gritábamos ¡CRISTIANO, CRISTIANO! y algunos hasta veían la luz al final del túnel. Que levante la mano el que haya escuchado la palabra cristiano con uno de estos usos recientemente. Para tranquilidad del populacho, confirmar que cuando aquellas guaguas eran ya peligrosas de vicio, en un alarde de generosidad sin límites el ayuntamiento se las regaló al gobierno cubano y continuaron siendo usadas por allí y es más que probable que los turistas que van ahora a ese país les hagan fotos y no sepan que en su día, hace lustros y más lustros, eran guaguas que daban servicio en la capital de la provincia de las Palmas.


6 respuestas a “Simples o simplones”

  1. Yp creo, que aparte de tu situación personal, los idiomas están en constante evolución, en mi caso, los tengo bastante oxidados por falta de uso, aunque el español no está perfecto, no lo tengo tan mal… 🙂
    Salud

  2. Totalmente de acuerdo en que la gente no sabe escribir hoy día, tienen unas faltas brutales pero yo también pienso que es por no leer, algunos no han visto nunca escrita algunas palabras en su vida. Tu, todavía con más razón, y con la cantidad de idiomas que usas a diario o casi, te harás un lío en ocasiones pero generalmente escribes bastante bien en castellano, así que no creo que hayas perdido la esencia por lo menos y me admira tu dominio de varios idiomas, incluyendo el canario, je, je. Aquí en Sevilla somos más de quiyo o de maestro, para hablar a los chóferes, eso de cristiano no lo he oído mucho por estos lares.

  3. Darliz, no solo no saben escribir, es que tienen un vocabulario limitadísimo, desconocen muchísimos tiempos verbales, que desaparecerán en breve y en muchos casos, no se entiende lo que dicen. Alguna vez al pasar por España me cruzo con una tele en la que están poniendo esos programas tan avanzados como el Gran Hermano y no entiendo a los retardados que están allí. Me pregunto si en España también hay programas de debates con adolescentes en horario de máxima audiencia como en Holanda o si a las seis de la tarde dan en la tele un telediario para jóvenes sin imágenes violentas y con explicaciones para que aprendan lo que son cosas como la inflación, el racismo o el terrorismo. Por las conversaciones que escucho en la playa de la Garita cuando voy de vacaciones, no los hay.

    Genín, más que evolucionando, están siendo arrasados y su núcleo dinamitado.

  4. No sólo no saben escribir, ni tienen vocabulario, no tienen ninguna cultura, no conocen pintores o escritores básicos, que nosotros sí conocíamos de los estudios por lo menos. A mí me hacían leer a los clásicos en Secundaria aunque era un coñazo entonces, los conocía, pero ahora tú nombras a Monet o a Espronceda o Lope de Vega y muchos jóvenes no saben quiénes son siquiera y eso me da tristeza. No saben lo que se pierden.

  5. Mejor no hablamos del conocimiento de la historia que tienen. Algunos hasta se han inventado un país que no existió jamás. Yo me empapé obligado el Quijote, la Celestina o el Lazarillo de Tormes, entre otros, en el español en el que fueron escritos, que te dejaba sudando con el esfuerzo. También me leí TODOS los libros de la trilogía de los julandrillos y por eso pienso que son una PUTA MIERDA DEL COPÓN y me lo confirmó la primera y única película que vi de esa saga y en la que pasé más de DOS horas durmiendo como un bellaco. Cuando alguien me comenta lo buenísimo que es el libro del Hobbit, me ofrezco voluntario a rellenarle los papeles para que pida la paga de subnormal porque se la tiene ganada.

  6. Ayer oí en el parque a un niño : «JASUSCRISTOS!» que me retrotrajo a mi infancia, cuando no nos dejaban decir tacos y lo del nombre de un dios en vano y tal y tal, y cambiábamos las palabras para que no nos comiesen nuestros padres…. Lo que más me gustó fue para qué lo estaba usando, desesperado por la incapacidad de uno todavía más pequeño que él. Que bonito.
    Ah, y lo de ver las faltas, no lo puedo evitar, tengo un radar ortográfico en el cerebro. Pero sólo en castellano. Hasta en gallego seguro que se me cuela alguna sin querer, no me quiero imaginar en inglés. En mi infancia no había tablet, había libros y tocadiscos.