Subiendo al techo artificial del mundo


El relato comenzó en El salto a Dubai que comienza las vacaciones

Sali del hotel y me puse a andar en Dubái, o sea, lo que no haríais ninguno con treinta y tres grados y alrededor de las ocho de la mañana. Como me quedo en la parte de la ciudad que llaman Deira, me acerqué a ver el Khawr Dubayy, una masa de agua salada que entra en la ciudad como un río y que separa Deira del resto. La han ampliado bastante y por la noche hay cienes y cienes de barcos cono bufete recorriéndolo para los turistas. La zona por el día no está muy concurrida pero por allí habían unos barquillos que son los que cruzan esta agua entre las dos partes de la ciudad. Hay una especie de atracaderos y allí te subes al que estén llenando, pagas un dirham o como quiera que se llame la moneda local y te pasan al otro lado en unos minutos. Me dejaron junto al zoco viejo, ya sabéis, callejones, cosas para cubrir el cielo y que el sol no te aplaste y vendedores ofreciendo su morralla. Bonito de ver pero no mi cosa. En la misma zona está el museo de Dubái en lo que antes era el fuerte Al Fahidi, edificio muy fotogénico y que recuerda que esta gente tiene un pasado tan lejano como finales del siglo XIX (equis-palito-equis). Por detrás está el templo de Shiva pero cuando vi las masas de hindúes y las ganas con las que miraban mis sandalias Moisés como que pasé. También por allí está la gran Mezquita de Dubái pero tampoco me convenció y lo único que hice fue hacerle un par de fotos por fuera. Mucho más interesante es el Barrio Al Fahidi, en el que hay un montón de cosas viejas y supongo que restauradas para mostrar como vivía esta gente antes de que tuvieran sus aifons de oro del que cagó el moro. Entre pitos y flautas ya eran las diez de la mañana y por consiguiente, volvía a la vida el transporte público. 

Busqué la estación más cercana y fui desde allí hasta la parada que te deja a un kilómetro y pico del Burj Khalifa y el Dubai Mall, un mega-centro comercial. El trayecto desde la estación es por túneles aéreos con cintas horizontales para que no te agotes y con aire acondicionado. El Centro comercial es gigantesco pero lo más interesante es la parte que ellos llaman Dubai Fountain porque desde allí se puede ver el supositorio ese gigantesco de edificio. Es e-n-o-r-m-e y se ve que tienen ganas de construir ya que a su alrededor están creciendo edificios como truscolanes en cierta zona de España. Tenía entrada para subir a la planta 124 a la una de la tarde, comprada el día anterior porque si la quieres allí, te levantan una pasta extra. Mientras esperaba que llegara la hora, fui a flipar con el mega-acuario que hay en El Centro comercial, lleno de tiburones, mantas, atunes y de todo, todo, todo. Tiene dos plantas de alto y un montón de metros. En otro lado del centro comercial hay una pista de patinaje cobre hielo, por otra parte tienen una cascada y vete tú a saber que más se encuentra allí. También aproveché para almorzar. El viernes no era un día particularmente turístico por allí y el control de seguridad y la espera para el ascensor del Burj Khalifa no fueron muy largas. Tras un minuto y pico vas desde el nivel del mar a cuatrocientos y pico metros. Según dice su publicidad, puedes ver una puesta de sol en la calle, pilllar el ascensor, ir al mirador y volver a verla por completo. Las vistas desde allí son espectaculares pero siempre con un cristal de por medio. El edificio es una obra maestra de la ingeniería y realmente mereció la pena todos los pobres desgraciados que murieron mientras lo levantaban. En un día con colas dicen que la visita te toma dos horas. yo la hice en unos cuarenta minutos. El peso del cansancio empezaba a poder conmigo así que volví a pillar el metro para ir al hotel, me dieron la habitación y me eché una siesta de una hora. Ya eran casi las cinco. media de la tarde así que decidí volver al mismo lugar para verlo por la noche y asistir al maravilloso espectáculo en la Dubai Fountain. Llegué sobre las siete y como hacen un espectáculo cada media hora, busqué un buen rincón en donde ponerme y esperar. El espectáculo está bien, pero chico, son chorros de agua acompañando una canción, que en mi caso resultó ser uno de los himnos de Enrique Iglesias. Para no complicarme, cené en El Centro comercial y después volví al hotel, aunque suena como algo que se hace rápido, son como tres cuartos de hora de transporte público más lo que te toma hacer el túnel del centro comercial a la estación. 

Esa noche ya estaba cansado y el resto del tiempo fue preparar algunas fotos, mandar correos y dormir. 

El relato continúa en La mezquita de Jumeirah, el Burj al Arab y otras cosillas y en Los vídeos del comienzo del viaje y el primer día en Dubai ya te puedes imaginar lo que te encontrarás.

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2 respuestas a “Subiendo al techo artificial del mundo”

  1. Por lo que voy sabiendo, es otro sitio que no me interesa mucho conocer, además que está lleno de bichos fundamentalistas del desierto ese de Alá, que es grande que jode… 🙁
    Salud