Te digo que fue un sueño


En una realidad paralelas y paralelos, en otros universos del multiverso ese que tanto amamos y con el que tanto nos hemos encariñado, hoy era un día muy pero que muy especial para mí. Ayer por la noche habría acabado de escribir las últimas anotaciones de cine y las de fotos de la mañana y hoy cuatro horas antes de la hora Virtuditas habría salido de mi casa con una mochila ligera camino del aeropuerto. Ya en Schiphol, habría pasado el insidioso control de inseguridad con una de las nuevas máquinas que te permiten no sacar nada de la mochila y habría buscado la puerta de salida de mi vuelo, con un primer destino que iba a ser Abu Dhabi. Después, habría embarcado, seguramente en una ventana para hacer el vídeo del Pejigueras y habría pasado unas horas como en un sueño, cruzando parte de Europa y Oriente Medio camino de esa ciudad. El avión era en ese sueño era de la flota de KLM. Allí y tras cinco horas de espera habría tomado otro vuelo, este segundo de Etihad con destino a Malé, la capital de las Maldivas, a donde habría llegado pasadas las seis de la mañana, con el tripote petado con un desayuno de avión. Habría pasado el control de pasaporte y una vez fuera, habría comprado una tarjeta prepago para el teléfono y habría esperado dos horas a que llegara el avión de Emirates. En ese habrían venido un montón de españoles con los que habría hecho una semana de buceo en los cuatro atolones en un barco. Ese era el plan, que después de una semana iba a continuar con un salto a Bangkok en un vuelo que nunca compré y después dos semanas por Tailandia con una más que probable visita de una semana a Laos, creo que uno de los pocos países que me falta por ver en el sureste de Asia. Desde Bangkok habría volado hacia Amsterdam, en vuelo directo con KLM el uno de junio, el lunes de Pentecostés, el último día festivo en los Países Bajos hasta el día de Navidad. Por supuesto, todo eso está sucediendo en otros universos del multiverso, pero no en este, ya que por culpa de los truscolanes se torció todo y se acabó con los viajes, el turismo y todo lo demás. En nuestro universo, me levanté como todos los días laborales a las siete menos cinco y unos seis minutos más tarde, según la intensidad y velocidad del jiñote, encendí el ordenador de la oficina y me puse a trabajar como si el concepto de las vacaciones me fuera totalmente desconocido. Durante el día hice mi gimnasia, fui a correr seis kilómetros y por la tarde estuve tomando el sol en mi jardín con la hamaca. Después de cenar, hice la lista de la compra para el asadero de mañana y comencé a preparar la base de una pavlova de limón, o mejor dicho, de cinco mini-pavlovas de limón, ya que en lugar de una grande muy difícil de cortar, he optado por porciones individuales, una para el Turco, su hembra, mis vecinos y la última para mi.

Si alguien nos dice el primero de enero, cuando muchos estaban resacosos y estropeadísimos, que en el 2020 nuestras vidas acabarían del revés, seguro que nos reímos de esa persona en la cara y le decimos que eso es un sueño, que en nuestro mundo no puede pasar, que estamos en el multiverso correcto, el de los héroes, el de las crisis que se solucionan con dos chingazos y nada más. Estábamos en la higuera y parece que ya nos hemos caído de la misma y ahora, aún con el estupor del golpe, nos bombardean con las instrucciones de la nueva realidad, esa en la que te pones un trapo en la cara sin ser una terrorista musulmana, esa en la que dar la mano está penado con cadena perpetua, esa en la que si alguien se acerca a menos de un metro y medio de ti te pones de los nervios y chillas y se te retuerce el cuello como a la niña del exorcista cuando el exorcismo se lo hace un cura podemita que está más interesado en trincar el saco con la pasta y salir por patas de allí. En esta nueva realidad, tengo las promesas de poder cambiar los billetes, que no la de devolverte el dinero y no tengo ni un solo viaje planeado, ni uno. No merece la pena planear cuando por no haber, no hay ni aviones en los cielos, que era un sonido que dábamos por sentado y que ahora, cuando lo escuchas, te provoca una extraña mezcla de emociones porque es algo del pasado, de aquellos tiempos mejores que no sabemos si volverán.


2 respuestas a “Te digo que fue un sueño”

  1. … ¿Perdón? … ¿Cómo dice? … ¿Que si volverán aquellos tiempos mejores? Por de pronto el 2020 se ha ido al carajo. Y la vuelta a aquellos tiempos solo se producirá cuando tengamos vacuna porque la inmunidad de grupo como que no. ¿Que para cuando tendremos la vacuna? Pues se lo voy a decir … Ni Put* Idea. 1 año mínimo, o quizás 2, o puede que los suficientes como para que todo este reciente pasado lo podramos rememorar en los libros de historia porque quizás no volverá … ¿Qué dice? ¿Que sea más conciso? Pues se lo voy a decir claro, no creo que vuelva por Asia de vacaciones a precios pasados por lo menos en 3 años. ¿Que porqué lo tengo tan claro? Porque mis fuentes son muy fiables, he tirado los dados sobre la mesa y es lo que ha salido. De nada señor pero ahora que lo dice mejor hace un sexto pavlova de limón para mi. Saludos!

  2. Doverinto, la carrera por la vacuna es muy golosa. El que la consiga va a nadar en oro y no del que cagó el moro. Habrá que ver si hay capacidad en el mundo para hacer 7000000000000 vacunas, pero siendo egoísta, espero que a mí me llegue antes. Yo sí soy de los que creen que cuando se comience a arrancar con los viajes, habrá al principio buenos precios. No creo en dejar asientos vacíos en el avión, con el airote de la refrigeración es suficiente. Eso sí, cuando vuelva a volar, con un chaquetón plumas puesto porque seguro que aquello será como un entorno huracanado.