Tiburones, formación de águilas marinas y una nocturna


Tercer día buceando en Fulidhoo y este empezó temprano porque cuando a las cuatro y media de la mañana se puso el energúmeno a gritar con sus altavoces para la primera arrastrada por el suelo del día, me despertó, me desveló y ya no pude dormir mucho más. A las seis y media hice mis ejercicios de duolingo, que estar lejos no quiere decir que no me lo curre y después fui a dar un paseo por la playa, hacer las fotos lindas con día soleado y lugar idílico, desayuné y fui al barco a bucear. El barco se les escoñó y acumulamos tres cuartos de hora de retraso o así. Cuando por fin entramos todos en el susodicho, salimos y la primera inmersión era cerca, en un lugar con tiburones, pero al llegar vieron que las corrientes eran muy malas y decidieron que seguíamos a otro lugar, que aunque todos se piensen que no hay seguridad, estos clubs son muy profesionales y no arriesgan a sus clientes. El lugar en el que no llegamos a bucear se llama Bomas Kandu. Seguimos a otro lugar y fuimos a Kunaavashi Kandu, aunque los locales se refieren al sitio como truscoluña no es nación. El grupo era más o menos el de siempre, con un suizo, dos alemanes, dos alemanas, una pareja española y el Elegido.

La inmersión era en un canal, o a la entrada de un canal, con corrientes muy fuertes, que es lo que les gusta a los tiburones. Llevábamos ganchos para agarrarnos al suelo si era necesario y no iba a ser muy larga porque con la profundidad, que estaba cerca de los treinta metros y el consumo de aire, o por falta de minutos o por falta de aire, tras un rato hay que regresar a la superficie. Bajamos y así comenzó mi inmersión número DOSCIENTOS CINCUENTA, algo que seguro que celebra con emoción el Ancestral. En el lugar había una ingente cantidad de tiburones grises, todos jugando con la corriente que con su aerodinámica, ellos hacen muy poco o ningún esfuerzo y al mismo tiempo, la corriente les sirve para respirar de gratis total. De cuando en cuando veíamos algún tiburón de punta de aleta blanca, mucho más pequeños y atunes, enormes y que también estaban allí disfrutando. Cerca del momento de marcharnos aparecieron dos águilas marinas, majestuosa y en formación, pero estaban muy altas y no se veían bien. Salir del lugar era complicado porque si te pilla la corriente te manda a otro universo quizás paralelo, pero siguiendo las indicaciones de los Dive Master logramos salir y el dueño del club me miró el consumo de aire al salir y alucinó en colores porque entré con 200 bares y salí con 100 bares, con lo que yo podría haber pasado un rato más en el fondo porque cuando se trata de consumir aire, yo soy muy pero que muy bueno, de hecho él me enseñó el suyo y él estaba en 90 bares. Estamos Buceando con aire enriquecido, o lo que los sub-intelectuales llamamos NITROX, con una proporción de oxígeno del 32%, cuando el aire que respiramos normalmente está al 21%. Esto nos permite permanecer más tiempo en el fondo que personas sin NITROX, pero nos limita en la profundidad a la que podemos ir, que queda fijada en 32 metros, más que sobrados, ya que la ley de las Maldivas permite bucear hasta 30 metros. Al salir estábamos todos super-hiper-mega excitados, esto fue espectacular y una inmersión número 250 épica.

Mientras íbamos hacia la segunda todos parloteábamos y revivíamos momentos históricos y al llegar a la segunda, nos enteramos que es un lugar conocido como Dhiggaluvashi Kandu y esa última palabra significa CANAL, o sea, más o menos como la anterior. Es una isla resort, de esas con precios de r-escándalo, cada cabaña sobre el agua hasta con su propia piscina privada, pero claro, los que van ahí seguro que pagan quinientos leuros por noche o más, y los que tenían la última cabaña, más grande, separada del resto y con una vista más espectacular, esos de los mil leuros por noche seguro que no bajan. Al ser un canal, era similar a la anterior, aunque en esta la idea era ver la zona lateral del canal y después para salir cruzar al otro lado. Se supone que por ahí hay muchas águilas marinas. Nos dijeron que pueden haber corrientes que nos empujen hacia arriba y aunque pregunté si debía llevar más peso, que yo bajo con tres kilitos, al final se me olvidó coger otro más, lo cual tendrá interés más tarde.

Saltamos, bajamos cerca de los treinta metros y por allí no había nada, pero a la salida el Dive Master nos explicó que es porque a esa profundidad no hay corriente y pudimos acercarnos a la zona que queríamos ver, justo a la entrada del canal, en donde había tiburones por un tubo y más interesante, águilas marinas por un tubo, a veces solas, a veces en pareja, pero un montón. Cruzamos el canal y al llegar al otro lado, con menos corriente, allí pasó un grupo de diecisiete, sí, las he contado en mi vídeo para que no me critique el Ancestral y diga que exagero por ser africano, diecisiete águilas marinas. Después controlaron el aire y resultó que todo el mundo iba bajo de aire salvo por una alemana y de Uitverkorene, que yo tenía aún 100 bares, así que nosotros seguimos con Aiko, uno de los Dive Masters y el resto salió. Probablemente nosotros no estuvimos más de diez minutos adicionales, pero salimos fácilmente a más de un kilómetro, lo cual nos da una idea de la corriente. El Dive Master me decía que soltara el aire porque floto pero era la corriente que me empujaba hacia arriba, mi tanque ya estaba medio vacío, con lo que es más ligero y con mis tres kilos de lastre y la corriente, mi flotabilidad era positiva, así que yo nadaba hacia abajo y el agua me empujaba hacia arriba, pero vamos, que yo me divertí igual y así hice mi inmersión número doscientos cincuenta y uno, que no es que nadie las está contando, pero las tengo todas documentadas, tanto en mis bitácoras de buceo como en un programa de código super-hiper-mega abierto diseñado por el friki del Linus Torval, ese que inventó el sistema operativo Linux y el puso su nombre porque es así de fastuoso y al parecer es friki buceador y también creo un software de código abierto para buceo que es el que yo uso y que se llama Subsurface, aunque creo que ya no está en la tienda de los iFones porque esos les daban mucho la lata y todos los frikis somos dle androitotorota.

Al juntarnos en el barco, celebramos el éxito, nos hicimos fotos juntos, comimos galletas y se nos había hecho tan tarde que cambiaron la tercera inmersión por una nocturna, que también puede ser interesante, aunque no veremos tiburones, pero sí que otras cosas. Con el cambio, me quedó tiempo libre por la tarde para escribir esto hasta este punto, descargar los mejores momentos y actualizar mis aplicaciones sociales que ninguno sigue pero después no me toquen los güevos, que todo esto que cuento lo podrían haber visto por los tres sistemas que expliqué en su momento.

Estuve tomando el sol en la playa de bikini, que es el único lugar de la isla en la que los terroristas-musulmanes-de-mielda dejan a las hembras ponerse bikini y por allí también había alguna musulmana emburkada, que supongo que prefiere ir allí a la playa oficialmente pública, porque esa está delante de la mezquita y el de la Gestapo musulmana tiene que ser un cabrón de cojones con las hembras. Todo el tiempo que estuve por allí había dos panoli con drones, que los  hay que son muy infantiles.

A la hora acordada, me fui a bucear, con el foco acoplado a mi cámara, que yo lo uso como linterna. Apareció un polaco nuevo, estaban los dos alemanes y la española con su hijo de doce años. Al ser una inmersión nocturna, siempre eligen sitios fáciles y relajados y en este caso volvimos al mismo pináculo en el que estuve en mi tercera inmersión del día anterior, aunque por la noche gana muchísimo. Nos dividimos en dos grupos, con la española con su hijo limitados a doce metros y nosotros que empezamos en unos diecisiete y después íbamos dando vueltas al pináculo y subiendo. En los tres cuartos de hora que estuvimos allí, vimos un montón de peces león, un par de peces piedra (stone fish), que son muy espectaculares porque realmente parecen piedras y se mueven muy poco, camarones, gambas, algún cangrejo ermitaño, peces tambor y de todo tipo que se estaban escondiendo en los corales para pasar la noche. La inmersión fue entretenida y cuando acabó, salí temblando de frío, aunque el agua no está más fría, sigue a veintinueve grados, así que debe ser algo para psicológico que me debería mirar mi pitoniso argentino.

Al volver al Puerto vimos a un tipo alimentando a los tiburones nodriza y estos, felices por la comida fácil. Regresé a mi pensión, ni me duché y me senté directamente a cenar y a la mitad de la cena comenzó a llover y nos tuvimos que refugiar en la zona cubierta, que estábamos todos con nuestras mesas al aire. Después de cenar ya me retiré, que estaba cansado y así acabó el tercer día de buceo en Fulidhoo y el día que superé el hito histriónico, histórico e histérico de las doscientas cincuenta inmersiones.


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