Toda una máquina de correr


El mes que acaba de terminar ha sido el primero en el que mi rutina actual de correr ha funcionado de pé a pá, desde el primer día hasta el último, corriendo cuatro días a la semana, con un máximo de dos consecutivos y los otros dos sueltos y aunque los días consecutivos por defecto son el miércoles y el jueves, circunstancias dinámicas de la vida pueden hacer que corra consecutivamente en lunes y martes o en viernes y sábado, pero nunca, nunca, nunca, en domingo, para poder comenzar cada semana en lunes.

La gráfica no tiene en cuenta la velocidad sino la distancia, que la tengo muy pero que muy medida y no me suelo pasar en más de treinta metros de los seis kilómetros y la media mensual me pone un pelín por debajo de los cinco minutos por kilómetro, algo lento como si dijéramos pero bueno, sigo acabando antes de los treinta minutos que es mi límite emocional para pararme. La parte emocional del cerebro, esa que odia correr, ahora tiene un nuevo enemigo y casi que está a favor que siga corriendo como Forrest Gump y me haga cienes y cienes de millones de kilómetros, lo que sea para no volver a mi casa y ducharme porque el final apoteósico de la ducha es un minuto de agua fría y al principio de marzo, ese agua era MUY fría. Ahora parece que está calentando y ya últimamente como que me decepciona o me he endurecido y ya no me afecta tanto. La frecuencia tan alta corriendo supongo que se debe a que hace tres meses que no voy al cine, que espérate tú que abran los cines y yo creo que dejaré de hacer ejercicio y me encerraré en el multicines a verlo todo una y otra vez por si los vuelven a cerrar.

Otro dato interesante es como de manera sistemática duermo más de siete horas pero casi siempre menos de ocho y como la calidad de mi sueño ha mejorado espectacularmente, no sé si por la meditación o por otras causas, pero he logrado incrementar mi sueño profundo, disminuir mi sueño REM, que es ese en el que realmente soñamos y ahora espero que el sueño ligero se vaya transformando en sueño profundo. El día que menos dormí durante el mes fue la noche del día antes de la instalación de la buhardilla, noche en la que estuve preparando la habitación para la operación quirúrgica del día siguiente y además me levanté a las seis de la mañana porque llegaban a las siete. Por lo demás y gracias a ser un parao, ahora me levanto a las ocho de la mañana y el día que me toca me voy a correr y el día que no me toca, pues igual me voy al super o a pasear, pero siempre con alguna rutina.

Del papeo mejor no hablamos, que ha sido mucho y muy bueno.


2 respuestas a “Toda una máquina de correr”

  1. Yo últimamente estoy durmiendo mal, creo que es porque he perdido la rutina del ejercicio desde que cambié de ciudad, la pandemia y yo que se, el Martes me ponen la vacuna, a ver si eso ayuda a que las cosas se vayan normalizando en mi disco duro… 🙂
    Salud