Ponme una historia de vampiros y yo no hay forma que pueda resistirme. Y esto es así desde que puedo recordar. En mi corazón hay un vampiro y yo no dudaría ni un solo momento en renunciar a esta vida para abrazar la de ellos, ya sea como la de los chavales de Jovenes ocultos, como la del Drácula, la de los vampiros fornicadores de True Blood o como un vampiro romántico al estilo de Twilight, la película de la que quiero hablar hoy y que en España también se ha estrenado este fin de semana con el título de Crepúsculo. De no ser un vampiro, seguro que acabaré como un chupacabras.

Un julay en la edad del bloody mary se encoña de la penca del colegio y no se cansa de olerle la pipa del chichi

Hagamos un pequeño intermedio antes de hablar de la película. Cuando me enteré que se iba a estrenar una película de vampiros románticos basada en una saga de libros que estaban siendo la sensación entre adolescentes y estrellados lo primero que hice fue mirar la fecha de estreno y con menos de una semana por delante me lancé a devorar el libro. Hacía un montón de años que no leía una novela romántica (o más bien que no escuchaba un audiobook de ese género) y creo que me ha sorprendido bastante el caer en las garras de la historia desde la primera palabra. No descansé hasta que lo terminé y la fiebre ha sido tan fuerte como para terminar el segundo libro en dos días y tener previsto para mañana acabar con el tercero. Una adicción fortísima a las frases melosas y al romanticismo sin kikis de por medio. Me he enamorado perdidamente de la vampiro Alice y de sus dotes para-anormales y de alguna extraña manera, tengo una gran empatía con el tormento de Edward y sus tribulaciones por ese amor tan contra natura.

Conociendo la historia, teniendo en mis oídos aún frescos los diálogos entre ellos y sabiendo que estas navidades me volveré a leer los libros por puro placer, he ido a ver la película dispuesto a llevarme un gran disgusto y además habiendo quedado ya para volver a verla la semana que viene. La sala tenía un lleno absoluto y allí la mayor parte éramos seguidores de las novelas. Según comienza la película te das cuenta que tenemos una ventaja significativa sobre el resto de los espectadores porque somos capaces de interpretar miradas, susurros, escenas y nos reímos, aplaudimos y maravillamos en una serie de momentos. Somos también los más críticos con la adaptación de la obra, una pequeña carnicería que ha cambiado muchísimas cosas aunque han mantenido lo fundamental. Cuando Edward aparece por primera vez en pantalla, interpretado por un soberbio Robert Pattinson, la totalidad de las tías comenzaron a gemir como perras en celo que han visto un buen rabo y más de una sufrió dos o quizás hasta tres orgasmos. Por desgracia lo mismo no nos sucede con la protagonista, una sosa Kristen Stewart que en ocasiones parece más vampiro que los chupadores de sangre. Mientras que su oponente consigue transmitir a la cámara todo su sufrimiento y nos encandila con su serena belleza y su elegancia, ella aburra en ocasiones por lo repetitiva que es y lo limitados que son los caretos que puede poner. Aún así, tienen momentos juntos en los que echan chispas y cuando se dejan de boberías y se revuelcan como adolescentes, nosotros también chingamos los abrigos de las viciosillas que se sentaban a nuestro lado sin que ellas se dieran cuenta.

Si has leído los libros igual no puedas perdonar aquello que han quitado y lo que han puesto de más. Si nunca has estado expuesto a la excelsa prosa de Twilight, espero que tengas estómago para el empalago romántico mezclado con vampiros a los que les gusta una buena manzana si se trata de un iPod o de un iBook.