Este fue mi quinto y último día buceando en Fulidhoo, un lugar que me ha encantado y al que es posible que vuelva. Por la mañana estaba lloviendo. En la nueva habitación nos escucho al capullo-musulmán-de-mielda que se pone a gritar con altavoces por toda la isla a las cuatro y media de la mañana y no veas que gustazo más grande es el poder dormir y saber que le tiene que joder que ni me entero de sus coñas. Encima, como hoy es viernes, que para los presuntos-terroristas portadores-de-mochila es el día más especial, el chamo estaba desarretado. Salí con la lluvia e hice una panorámica y algún vídeo que seguro que vieron los que siguen las redes sociales. Desayuné, aunque previamente eché no uno, sino dos jiñotes, que parece que vacié solo medio tanque y al rato lancé el lastre restante, lo mejor, repito, lo mejor, tripito, lo mejor, cuatripito, lo mejor para los que padecen estreñinimiento, sobre todo Culocochistas, es bucear. Es que se me despiporra el sistema digestivo y vamos, en lugar del jiñote tradicional, duplicó y hasta triplicó la producción.
Volviendo al tema, desayuné y salí para el club de buceo y el barco estaba petadísimo, pero más lleno que nunca. Creo que entre clientes y Dive masters, bajamos al agua casi veinte, repartidos en múltiples grupos, con lo que al final ni vemos a los otros, sobre todo porque yo voy en el produndo y lo que pasa por encima de los veinte metros es como que otra galaxia. Fuimos a un sitio cercano llamado Fulidhoo caves, o sea, truscoluña no es nación o las cuevas de Fulidhoo, una pared vertical en la parte exterior del atol, mirando al océano. Las cuevas están bien profundas, así que estuvimos bastante tiempo entre los veinticinco y los treinta metros. En las dos primeras todavía vi a algunos de los otros cuatro de mi grupo pero a la tercera llegué solo con el Dive Master porque los demás se fueron más arriba. A mí me quedaba aire suficiente y tiempo en mi computador de buceo. Además de las cuevas vimos tres morenas, bancos de peces pequeñitos escondidos en la pared, unos llamado banded pipe fish que al parecer son super-hiper-mega especiales, cornet fish y los gobios dardo de fuego, que me los sigo encontrando en cada inmersión. También algunos peces ballesta. Fue una inmersión muy aprovechada.
Al salir todos del agua, que tardaron un rato en recogernos a todos, regresamos al Puerto porque con tanta gente, tenían que poner a recargar tanques para tener suficientes para la tarde. Nuestra segunda inmersión también fue cerca de Fulidhoo, en un lugar que ya visité en mi primer día llamado Fulidhoo corner o la esquina truscoluña no es nación. Es otra pared, al final del atol de la isla y la íbamos a seguir pero más cerca de la superficie. Al bajar parecía un acuario, con enormes bancos de peces en aguas absolutamente cristalinas.Vimos varios tiburones de punta de aleta blanca, un águila marina, de nuevo vi gobios dardo de fuego pero esta vez además vi otros gobios, en inglés se les llama purple fire goby y es muy raro encontrarlos y aún más raro ver la pareja, ya que las hembras se suelen esconder en el agujero que es su keli y nosotros los vimos a los dos. La inmersión fue muy espectacular y al final de la misma, tras un montón de bancos de peces, nos encontramos un pulpo en la parada de seguridad, pero se escondió y no hubo manera de hacerlo salir.
Al acabar la inmersión nos hicimos muchas fotos de grupo con los Dive Master y los alemanes ya que esa era su última inmersión, aunque bajarán conmigo en el barco de mañana e iremos a bucear juntos en Huluhmalé.
Por la tarde fui a bucear por última vez y el barco estaba petadísimo de gente. Íbamos a Dhiggiri para ver los tiburones nodriza. Yo aproveché para hacer el viaje en la cubierta superior tomando el sol. Al llegar allí nos dividieron en tres grupos, cada uno con cinco buceadores y dos Dive Masters. Éramos una multitud. En mi grupo estaban los polacos y unas nórdicas con una que era mórbida como cierta comentarista culocochista, con unas lorzas que no veas y que cuando saltaba al agua, provocaba un maremoto en algún otro lugar del mundo. Bajamos y pronto vimos los tiburones nodriza. Tanto las nórdicas como los polacos se empeñaron en nadar a un metro de altura en vertical y con las aletas estaban levantando arena del fondo por un tubo y la visibilidad era malísima. En un punto determinado, el Dive Master les dijo de seguir la ruta y yo me quedé discretamente en el lugar con el grupo de los menos avanzados, que no se movían y gracias a eso, tuve veinte minutos de vídeos espectaculares que hay uno que me agradecerá eternamente porque van a ser todos de más y mucho más y muchísimo más de lo mismo. Después se marcharon los del grupo al que me acoplé y llegó el tercer grupo y me quedé con ellos y después empezaron a aparecer otros clubes de buceo y ya me tuve que poner a seguir uno de los tres grupos para no perderme. Para mí fue una inmersión fabulosa, pero los Dive Master me dijeron que fue una pesadilla, con tanto panoli levantando arena, nunca veían a la gente, aunque entre ellos se comunican y sabían con quién estaba yo.
Regresamos a Fulidhoo y me fui a mi habitación, a empezar a recoger y ducharme. A las siete tenía la cena pero al sentarme en la mesa, nos hicieron esperar media hora. Al parecer los viernes, aprovechando que es el festivo local, hacen una noche maldiviana, truscoluña no es nación y toda la comida era del país y ponen un grupo de música autóctona y vienen a cenar unos cuantos de la isla, supongo que los que más guita tienen. Como es un bufete, yo hice lo de siempre y me lleno el plato y ya está, mi religión no me permite repetir, ni tripitir, como hacen los mórbido culocochistas, como una que no voy a mentar. A las ocho y media fui al Club de buceo, que está al lado de mi pensión, para ver a los colegas por última vez, despedirme y dar abrazos y todo eso, que bucear es algo que crea relaciones muy fuertes entre la gente, pasas con ellos un montón de días y terminan contándote su vida y milagros. Los alemanes también estaban allí y se venían conmigo a Malé para seguir Buceando juntos una última vez. Me despedí de ellos hasta la mañana siguiente y me iré a mi habitación a acabar de recoger, que el barco hacía Malé sale a las seis y media de la mañana. Y así acabó mi último día de buceo en Fulidhoo, un lugar fantástico y fabuloso al que seguramente volveré.
3 respuestas a “Último día buceando en Fulidhoo”
Ten cuidado con ese efecto del jiñote no sea que te entre el turbo de retroceso y te atraviese el cuerpo de abajo a arriba… 🙂
Salud
En serio insinúas que yo soy mórbida y con lorzas? con una 38? estás de coña chavalín…
Virtu, no le hagas ni puñetero caso, lo que pretende es provocar, es que tiene que estar aburrido pasándose la vida al baño Maria… 🙂
Salud