Un Viaje nocturno a Gran Canaria


No hay dos viajes iguales. Siempre suceden cosas distintas y cada comienzo o final es diferente del anterior. En esta última visita a Gran Canaria solo pude conseguir billetes para horarios intempestivos, saliendo del aeropuerto de Schiphol a las cinco de la mañana, en el primer avión. Como tenía que recoger mi billete en el aeropuerto tres horas antes, sabía que no dormiría nada esa noche ya que soy incapaz de meterme en la cama a las ocho de la noche y esperar dormirme, a menos que me droguen.

Mi amigo el Rubio lo trató de mitigar invitándome a cenar y a salir desde su casa hacia el aeropuerto. El problema es que al hacerlo tuve que adelantar las horas de stress preparando la maleta y olvidándome algunas cosas. Por eso mismo empecé la maleta desde la noche anterior, poniendo las cosas básicas y acumulando trastos cerca de ella para no olvidarlos. El viernes salí del trabajo a la carrera para ir a mi casa y tener al menos media hora para finiquitar restos. Llegué completamente sudado, me di una ducha rápida e hice tres batidas por la casa buscando las cosas que seguro me iba a olvidar. Después cogí los trastos y fui en guagua a la estación y desde allí en tren a Woerden. Cuando subí al tren comenzó a llover con fuerza y para cuando llegué a Woerden diluviaba. El Rubio me esperaba en el coche y lanzamos el equipaje en su interior antes de salir hacia su casa pitando. Pasamos la tarde entre risas y juegos, con su hija tratando de enseñarme algunas palabras en holandés. Esta semana reciben la visita de unos australianos y me preguntaron por algún sitio a donde llevarlos y estuvimos mirando mis álbumes en flickr. Mientras los revisábamos la mujer del Rubio se fijó en las fotos que tengo de ellos, que son muchísimas. Nos conocemos hace siete años y durante todo este tiempo hemos pasado de todo. Una de las tradiciones es que siempre que nos vemos para emborracharnos nos hacemos algunas fotos y como siempre es con mi cámara ella no las había visto. Ver ese álbum es recorrer parte de nuestra vida fijándonos solo en grandes momentos. Ya que estábamos por la labor añadimos nuevas fotos con los tres juntos. Pasada la medianoche cogí el penúltimo tren para ir a Utrecht y desde allí tomé el tren nocturno que va a Amsterdam y al aeropuerto. Nunca pensé que fuera tan popular. Estaba hasta la bandera entre borrachuzos que iban o volvían de marcha y viajeros que como yo arrastraban sus maletas paa ir al aeropuerto.

La otra cosa que me llamó la atención de este tren es que en lugar de ir por la ruta directa entre Amsterdam y Utrecht, va por Hilversum (aunque no para allí). Íbamos pasando estaciones que conozco al dedillo, lugares que no significan nada para otras personas pero que están en el libro de mi vida … Utrecht Overvecht, Hollandse Rading, Hilversum Sportpark, Hilversum, Hilversum Noord, Bussum Zuid, Naarden Bussum, Weesp, Diemen, Amsterdam Muiderpoort, Amsterdam Centraal, Amsterdam Sloterdijk y así llegamos al aeropuerto alrededor de las dos de la mañana. Más de la mitad del tren se bajó allí.

A esa hora el aeropuerto está lleno de vida, con los mostradores de muchas de las compañías que comienzan a abrir para atender a los clientes. Yo tenía que ir al de Neckermann para recoger mi pasaje y pagarlo. La chica que me atendió fue la misma con la que hablé cuatro días antes para hacer la reserva. Deben tener unos horarios de trabajo terrible en esa empresa. Comprando el billete los cuatro últimos días para vuelos charter lo consigo muchísimo más barato. El problema es que si no salen ofertas te quedas en tierra y que en ocasiones lo que tienen no es muy interesante. Esta vez hubo suerte y conseguí billete de nueve días a Gran Canaria por ciento noventa euros incluyéndolo todo. El vuelo de ida era con Martinair y el de vuelta será con Transavia. La joven me quiso explicar todas las boberías que están obligados a decirte y que yo me conozco al dedillo pero terminamos saltándonos esa parte y estuvimos hablando de lugares de mi isla que ella había visitado. Después me acerqué a los mostradores de facturación, solté lastre y crucé los controles de seguridad. Hay una zona a la altura de las puertas «D» en la que han puesto unos sofás y butacas muy cómodas y tomas de corriente para los portátiles así que me compré un café y me tumbé en uno de los sillones a esperar. Las tiendas del aeropuerto ya estaban abriendo y no eran ni las tres de la mañana.

No quería dormirme y no me apetecía escribir por lo que usando mi teléfono como módem bluetooth aproveché mi conexión a Internet y estuve respondiendo correos, creando otros nuevos y leyendo bitácoras. Cuando tienes un Mac todo el mundo piensa que eres un pobre infeliz que no tiene a su disposición software y no puede hacer nada pero lo cierto es que los Mac simplemente funcionan, hacen todo aquello que quieres sin problemas y casi siempre sin tener que comprar software o hardware adicional. Cerca de donde yo estaba me encontré a otro viajero con un Mac que igual que yo, navegaba por Internet y más allá vimos a un pobrecito con su Windows resignado a ver vídeos y navegar con el teléfono ??

A las cuatro y media me levanto para ir al avión, miro una pantalla y leo que están en ?ltima Llamada – Cerrando Puerta de embarque. Me dio un golpe de adrenalina y perdí la dignidad corriendo por aquel inmenso aeropuerto hasta llegar sin aliento a la puerta de embarque, en donde una amable señorita me dijo que me había confundido y ese era un vuelo de Transavia con destino Gran Canaria. Me dijo cual era la puerta de embarque del mío y retrocedí sobre mis pasos aún con el susto en el cuerpo. Ya estaban entrando y después de un par de minutos yo también pisaba el avión, un A320 alquilado por Martinair a alguna compañía alemana. Me senté en mi asiento de ventana y me dormí inmediatamente. No sé ni como ni cuando despegamos porque toda esa parte yo estaba en el otro lado viviendo grandes aventuras. Sobre las seis de la mañana servían el desayuno y el olor de la comida me despertó. Agarré la caja que me ofrecieron, me la comí en un tiempo récord y volví a quedarme dormido dos horas más. En mi segundo despertar vi que los que iban a mi lado tenían un bebé de menos de un año y los pobres posiblemente no habían parado en todo el vuelo ya que el chiquillo no dormía. La última hora y media la pasé entre sudokus y los vídeos que ponen en el avión.

Al llegar a Gran Canaria todos se ponen de pie y se aprestan a recoger su abultado equipaje de mano para ser los primeros en salir del avión como si de esa forma pudieran abandonar antes el aeropuerto. no se dan cuenta que las maletas tardan. Yo fui de los últimos en desembarcar y aún así tuve que esperar quince minutos en las cintas de entrega de equipaje hasta que mi machacado trolley asomó. He de comprarme uno nuevo, el Samsonite que me ha acompañado los últimos siete años está desmembrándose y no creo que sobreviva mucho más. Ya ha perdido la mitad de las cremalleras y tiene abolladuras y rotos por todos lados. Conmigo ha visitado cuatro continentes y se ha hecho unos sesenta mil kilómetros cada año y NUNCA lo han extraviado. Yo creo que lleva la suerte consigo y por eso me cuesta dejarlo porque seguro que el próximo que compre se me pierde en el primer viaje. Este trolley siempre ha sabido coger el avión correcto y llegar conmigo al destino, incluso cuando hemos volado con Iberia, compañía famosa por su descontrol con el equipaje.

Al reencontrarnos subimos juntos a la terminal de Salidas en donde ya nos estaban esperando y de esta forma arrancó mi viaje a Gran Canaria, un viaje que comenzó a las seis menos cuarto de la tarde y que culminó a las nueve y cuarto de la mañana del día siguiente.

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5 respuestas a “Un Viaje nocturno a Gran Canaria”

  1. Supongo que es solamente por el placer de leer, pero he acabado de leer este relato de tu viaje y me he quedado relajado. Será por la manera de escribir.
    cheers

  2. Igual de relajado que yo después de casi una semana en la playa tomando el sol, leyendo un libro, escuchando podcasts y haciendo sudokus en la arena de la Garita

  3. ¿90 euros? Por ese precio Iberia te saca de Gando y te suelta en la Isleta.
    Buen relato, me gusta leer tus peripecias viajeras. Un abrazo 😉