Una de museos por Oslo


El relato comenzó en Una pequeña escapada de otoño

Nuestro segundo día comenzó saqueando el desayuno incluido con la habitación del hotel. Nos pusimos como cochinos, comiendo hasta reventar. Para evitar problemas, yo había llevado una cinta adhesiva industrial y nos bloqueamos las bocas para evitar el vomitar toda aquella comida. Hay una ley milenaria que dice que todo lo que se come se caga así que crucé los dedos y recé para no volver a tupir el retrete de una habitación de hotel que a mí todavía me mentan a mis padres después del suceso de Bangkok.

Uno es un profesional y la noche anterior planifiqué lo que íbamos a ver, mirando los museos que cerraban el lunes para hacer la visita el domingo, controlando las líneas de autobús, metro y similares. En verano podríamos haber usado los ferrys para cruzar al sitio al que íbamos pero en otoño eso no es posible y teníamos que viajar en la guagua 30. Fuimos a la parada y como siempre, dos minutos para que llegue el vehículo que se alargan como diez o más. La guagua tardó unos cuarenta minutos en llevarnos hasta la península Bygdøy. Frente a nosotros se sentó un tipo con gafas de sol, una bolsa enorme y pinta de tener una resaca de escándalo. Creo que no tardamos ni cinco micronésimas de segundo en comenzar a criticarlo y despellejarlo a la par que reírnos de él. El tipo vegetaba delante nuestra (era un grupo de cuatro asientos) y tras los cristales tintados de las gafas se veía que sus ojos saltaban de Waiting al Elegido.

Nuestra primera parada fue en el Museo de Barcos Vikingos (Vikingskipshuset), el segundo de este tipo al que voy en mi vida ya que estuve en el de Roskilde, en Dinamarca. Con nuestra tarjeta de Oslo no teníamos que pagar para entrar así que nos ahorramos los casi ocho leuros que cuesta la entrada. El museo es muy sencillo, con tres barcos vikingos que se usaron como naves funerarias de ricachones de la antigüedad y que fueron encontrados en Gokstad, Oseberg y Tune. Dos de los barcos están en una condición magnífica y poco menos que podrían salir a navegar mañana y nadie notaría que se construyeron en el siglo IX (equis menos uno es igual a nueve para los incuRtos). Además de los barcos hay un montón de objetos que se encontraron en las tumbas. Nosotros que somos como sub-intelectuales en estos sitios nos crecemos y hasta nos ponemos una mano en la barbilla para dar el pego y que la gente se crea que es lo nuestro. La visita es muy ligera y se acaba en poco tiempo. En lugar de esperar por la siguiente guagua, recorrimos andando una distancia de poco más de un kilómetro hasta la siguiente concentración de museos. Por la península, las calles estaban desiertas, salvo por gente haciendo ejercicio, con los cuerpos consumiditos por el frío y supongo que por las hambrunas que dan cuando los precios son tan caros. Nosotros aprovechamos ese paseo para diseñar un posible proyecto de página web muy específica y de puro cachondeo que de llegar a hacer, nos granjeará muchos enemigos pero también adoradores de por siempre y para siempre. Nuestro paseo culminó junto al mar, en el Museo Fram, el cual alberga el barco de madera más fuerte que ha sido construido por los seres humanos e incluso los hombres y el navío que todavía ostenta el récord por haber navegado más al norte y más al sur en el planeta Tierra. El barco es una P-A-S-A-D-A, increíble, impactante, alucinante, pero antes de atacar el tema, digamos que en la taquilla enseñamos nuestros pases para ahorrarnos los ocho leuros que vale la entrada. Como acabo de decir, el barco es brutal y la exposición a su alrededor muy interesante. Allí descubrimos que el equivalente de la Jurado en Noruega es un tal Fridtjof Nansen superfamosísimo en su país periférico ya que un cacho de carne ignorantón como yo nunca en la vida había oído hablar de él. Tampoco de Roald Amundsen, otro que seguro que no se ponía gafas de cristales gigantescos pero tenía el gen de la exploración y fue la primera persona en alcanzar tanto el Polo Norte como el Polo Sur.

Pudimos entrar al barco y ver los camarotes en los que estos chamos y otros pasaron como cuatro años en el hielo y supongo que se daban turnos y al que le tocaba esa semana, se ponía el traje de faralaes, la peineta y los demás le daban candela de la buena. No es por algo que de siempre se dijo que en esas expediciones nunca hubo problemas de estreñimiento.

Tras acabar maravillados la visita, salimos a la calle, cruzamos y nos metimos en el Kon Tiki, otro museo marino, aunque este de unas barcas que se hicieron para probar que antes de que Colón se fuera de putas a Sudamérica, hubo mercadeo de Civilizaciones entre los continentes sin necesitar ni siquiera de la Alianza de las inCivilizaciones del cuasi-expresidente ZaPatazos, el mismo que arruinó España. De nuevo nos ahorramos como 8 leuros y nada más tener las entradas Waiting salió escopeteada al baño, imagino que a maquillarse ya que una intelectual no mea. El tipo de la recepción nos miraba y se reía zorrudamente y cuando llegamos nos saludó con un HOLA, algo que deduje se debe al intenso carisma animal que despedimos y a la angustia existencial tan grande que siente la gente por vernos y poder interaccionar con nosotros a través de medios uno-punto-cero. Cuando nos volvimos a reunir y comenzó la visita, Waiting me dijo que si no había identificado al chamo y yo respondí negativamente, ya que soy egocéntrico al mil por mil y no me fijo en los seres humanos que cruzan su camino conmigo, igual que no miro los mosquitos que aplasto para ver si los reconozco. Resultó que el chamo era el que despellejamos en la guagua, el resacoso con gafas de sol al que le pusimos por lo menos dos veces del derecho y del revés y que igual hasta entendía el Cristiano que hablamos nosotros. A lo hecho, pecho, que se dice así que entramos a ver la exposición en la que hay dos balsas. Con una fueron de Africa a América y con la otra desde América a las islas del Pacífico. Todo muy interesante y tal y tal pero sin la grandeza del museo Fram.

Miramos la tienda de souvenirs del museo pero con lo que pagabas allí por un llavero, en España te vas de putas todas las noches dos semanas y hasta te sobra para tomarte un cafelito después de cada faena. En la misma zona teníamos otro museo, el Museo Marítimo Noruego o Norsk Maritimt Museum y por supuestísimo que entramos. Si no hubiésemos tenido el Oslo Pass nos habrían levantado 8 leuros más que por supuesto que nos ahorramos. El museo resultó un poco miserable, con una exposición muy mínima y más bien mala. Lo único decente en el mismo era una película que ponían en varias pantallas a la vez, creando una especie de efecto 3D a lo pobre. Nos dijeron que teníamos que esperar un rato, así que entramos para ver el final de la película y después nos quedamos alegando y descansando en la sala. Justo a la hora a la que debía comenzar, aparece una pareja de noruegos y nos preguntan si falta mucho. Tras comprobar la hora les decimos que debería haber empezado dos minutos antes y el hombre nos confirmó lo que nosotros nos temíamos: Los noruegos no son muy buenos con la puntualidad.

La película está bien y te enseña un montón de lugares del país y notas que esta gente vive en el gris eterno y raramente ve un cielo azul o los rayos del sol.

Al acabar, nos dirigimos a la parada de guagua más cercana y esperamos un rato hasta que llegó para regresar hacia el centro. Como esto se ha alargado mucho, vuelvo a partir el relato en múltiples trozos y otro día acabo con el cuento.

El relato continúa en Otra tanda de museos y algo más


14 respuestas a “Una de museos por Oslo”

  1. Pues el pase Oslo, o como se llame os ahorró un montón de pasta…
    Lo que no entiendo es que si los barcos eran funerarios y les prenden fuego, como coño es que estaban enteros…
    Salud

  2. No Genín, los barcos los enterraron con los que morían y un puñado de caballos, la chacha o la esposa y otras cosas. Como allá arriba hace un frío horrible, se conservaron muy bien. Se supone que los muertos harían el viaje final a bordo de esas embarcaciones, pero nada de fuego …

  3. Pensándolo en frío, el chamo quizás quería saber de qué tanto nos reíamos mientras lo mirábamos de arriba a abajo, no creo que nos entendiera porque un «Hola», «Gracias» y «UN cerveza por favor» lo saben decir casi todos los nórdicos que han huído del frío alguna vez… Jejeje.

  4. Si el tío fue capaz de seguir nuestra conversación en Spanglish holandizado a velocidades próximas a la del sonido, tiene mérito. Mi amiga la Chinita que se ha hecho más cursos de español que yo de holandés, nos oye y no se entera de nada

  5. ¿De donde habré sacado yo que los ponían en un barquito o lancha, y les prendian fuego en el mar? Los vikingos seguro, y estos son de pallá ¿No?…jajaja
    No me hagas caso, lapsus…
    Salud

  6. Y no eran barquitos. Eran unos pedazos de yates como los del Pocero. Los que te ponen en cuatro trozos de madera y te queman son los hindúes, que les gusta más una hoguera que un caramelo a un niño

  7. Si, los hindúes también los queman, los que no tiran al Ganges sin mas, pero he visto muchas pelis de vikingos que los ponen en el barquito, les prenden fuego y se van perdiendo las llamas en el mar a la puesta de sol mientras suena la música dulce y sale el «The End» jajaja…
    Salud

  8. Me acaba de dejar flipada que a ti no te sonara al menos el nombre de Amundsen…… es como si no te suena Armstrong, Colón o Fossey… o seré yo rarita? bueno, vale, soy rarita….

  9. Sulaco, acabo de leer uno de tus comentarios donde dices «»los barcos los enterraron con los que morían y un puñado de caballos, la chacha o la esposa y otras cosas». ¿En esos pueblos era costumbre palmarla todos a la vez o la chacha, la esposa y los caballos se iban vivos al barco?

    Cuanto más leo la historia de Oslo más alucino. Nos venden los paises nórdicos como la repera en cuestiones de calidad de vida y a mi eso de gente precios super altos, gente revolviendo en la basura y malas pintas no me acaba de cuadrar. 🙁

  10. El alcoholismo por esas tierras es un problema brutal. Que te pongan un anuncio en el cine pidiéndole a las jóvenes embarazadas que no beban alcohol es ?? triste. Cuando estuve en Dinamarca también vimos un montón de gente tirada por las calles borracha y cosas que no he visto nunca en el centro turístico de ciudades como Amsterdam, Berlín o Praga.

    Sobre lo de los entierros, a mí también me llamó la atención. Imagino que a algunos los mataban para que el que honraban no viajara solo ?? 

  11. Tendria que investigarlo pero entendi que las mujeres de servicio las enterraban con la jefa, mira que si hay vida despues de esta vida no es tan mala idea, pero suena cruel jejejje.