Una Sarah en el barrio


Aún no se han cumplido los tres años de La traición de flickr y yo sigo deseándoles todo lo peor, siempre y que ajolá y el Marico hechicero de Ginebra les eche el peor de los conjuros y que los de esa empresa malvada acaben exiliados en truscoluñas y obligados a fornicar con hembras rumanas como otros que yo me sé. Por culpa de esos, ya no tenemos la imagen de la anotación de Sarah ni la Otra Sarah más pachanguera, anotaciones ambas del año 2014 porque así de longevo es el mejor blog sin premios en castellano, que ya tiene sus DIECISIETE años y por ser menor, aún no lo dejo ir a su bola y lo sigo controlando y manipulando tanto como quiero. Esta tarde tuve una pequeña crisis, totalmente culpa mía, porque al mirar el folleto digital y tal y tal de cierto supermercado germano, había apuntado en mi lista de la compra que tenían un producto que quería pero lo puse para que me lo recordara el jueves, que era el día que comenzaban a venderlo. Hablando con mis vecinos y comentándolos, les enseño la página del folleto en mi telefonino, que pese a no tener ninguna manzana mordida por detrás ni costar miles de euros y pese a tener dos años y medio, hace de todo lo que te puedas imaginar, pues mirando veo que en realidad, HOY comenzaron a vender el producto, así que antes de que los viejos parpadearan, me tiré tres peos que me pusieron en una órbita baja y salí planeando con mi bicicleta eléctrica hacia el super, con tanta suerte que compré uno de los cinco últimos. Después, volvía a mi casa sin forzarme demasiado por culpa del aire a veintiocho grados y más mojado que la compresa de la Sirenita cuando veo una vieja gigante de que te caga y clavé los frenos de la bici, me detuve presto-súbito, cogí el telefonino de la funda del cinto, que yo no me pongo esa cosa en el bolsillo ni jarto de aspirinas, que soy plenamente consciente de como se hacen las medidas de las emisiones electromagnéticas y no quiero eso tan cerca de mi carne. Una vez lo saqué, hice la foto de la SARAH que podemos ver al inicio de la anotación, esa gigantesca figura para indicar, de manera casual y por supuesto no ostentosa, que la hembra que vive en esa keli ha cumplido hoy los CINCUENTA AÑOS y ahora que todos sabemos a ciencia cierta su edad, cuando nos la cruzamos por la calle, es absolutamente cívico y educado hacer comentarios del tipo: ¡Joé, que pestazo a jarea! ¡Vieja tira la bolsa de los pejines que apesta que no veas! y cualquier otro tipo de manera sutil para recordarle su edad.


4 respuestas a “Una Sarah en el barrio”

  1. Bueno, como esto no lo va a leer nadie de fuera, puedo anunciar, y anuncio, que justo hoy, mi yerno… ¡Ha cumplido 50 tacos! está todo jodido, ya se ve senil, pero mantiene en secreto sus inquietudes, claro, teniendo un suegro con 80, todavía con aspecto de galán de cine, eso si, de los 60, (La procesión va por dentro 🙂 ) no puede sacar a la luz su complejo de viejo senil, que la va a diñar un dia de estos, y todas esas chorradas que piensan muchos al cumplir años, no solo 50, por supuesto…
    Yo le voy a regalar uno de esos librajos pendejos que dicen que lo mejor está fuera de los 50 y por llegar !!! 🙂
    Por si acaso esto trasciende a mi hija o demás familia, hago constar que es una broma, que el sujeto en cuestión los cumple con cara de póker y con toda dignidad… jajaja
    Salud

  2. Pescado pequeño, salado y seco, para comer. También se le puede decir pejín a alguien flaco, que no es tu caso o el de tu intimísimo el Ancestral