Amarapura, Sagaing e Inwa


El relato del viaje a Birmania y Tailandia del 2011 comenzó en la anotación De Utrecht a Bangkok pasando por Hilversum y Amsterdam

Después de los calores extremos del día anterior, el viernes amaneció nublado y algo más fresco y decían que había una gran probabilidad de lluvia, algo que con esas temperaturas se agradece. Mientras desayunaba me enteré que uno de los italianos (hay un señor ya muy avejentado y con el pelo a lo Juan Tamariz y un joven que o es su hijo o su puto) sufrió un golpe de calor. Yo pensé que fue el viejo pero en realidad le pasó al joven. Tras llenar la tripa, cogí la cámara, su bolsa con el otro objetivo y otros accesorios, la guía turística, el paraguas, la botella de agua y el trípode y salimos en ruta con el Budchingo. Aunque las distancias no son muy grandes, las carreteras están en tan mal estado que se tarda mucho en avanzar. Para que os hagáis una idea, el viaje en guagua de Yangon a Mandalay, el cual se hace en turbohélice en menos de una hora toma unas 17 horas en autobús.

Comenzamos yendo hacia Amarapura, a unas siete millas de la ciudad en dirección sur. En la que seguramente es la única vía para ir de un lugar al otro hay un trafico endemoniado y las motos, bicicletas, furgonetas, camiones y autobuses saltan de carril sin orden ni concierto, con perros cruzando la calle, búfalos amarrados en las zonas con árboles y gatos saltando como pueden. La gente pita continuamente, para avisar, indicar, amenazar, apabullar, adelantar, frenar, girar, invadir, ceder o ignorar a los demás de sus aviesas intenciones. Pese a esta melé, no he sido testigo de un solo accidente (hasta este momento) ??

A medio camino paramos en una fabrica de tapices y similares. Me enseñaron todo el proceso e intentaron por activa y por pasiva que comprara pero yo sigo la sacrosanta regla del NUEVE y mi mochila no puede pesar más de nueve kilos así que no compro nada.

La primera parada en Amarapura, ciudad que fue la penúltima capital real no fue para ver el famoso puente de teca construido con mil pilares de esa madera sino para ir a Bagaya Kyaung, una Pagoda reconvertida en museo. La actual es la tercera Pagoda que hay allí ya que las dos primeras ardieron. Ahora es de ladrillo (más resistente al fuego) y en su interior hay 500 Budas y 5000 pe-sa (papiros con textos). El sitio estaba curioso pero no como para recordarlo. Seguimos hasta Pahtodawgyi, construida en 1820 y desde la que había unas bonitas vistas de los alrededores. La siguiente parada ya era más interesante ya que fuimos a Maha Ganayon Kyaung, un enorme conjunto de monasterios en el que viven miles de monjes budistas. Primero estuve viendo un Buda recostado, otro sentado y una Pagoda francamente bonita y que guardaba un monje que parecía estar a punto de ver la Luz y cruzar al otro lado. Afuera un grupo de jóvenes monjes jugaban al fútbol pero no quisieron que les hiciese fotos, así que como rencoroso sí que soy, no doné nada y así ardan en el infierno esos mamones explotadores de pobres. Espero que se pudran en el infierno de Telajinco sin ilusión ni fantasía y con la Princesa del Pueblo soltándoles rollos las 24 horas del día y gritándoles como la verdulera y ordinaria que es. Alrededor de las diez y media nos acercamos a los comedores para ver a los monjes comer en silencio toda la comida que han sableado por los alrededores. Ya tocaré el tema del budismo más adelante pero que sepáis que les he perdido el respeto y que me parecen una banda de jetas y mangones. Me harté a ponerles la cámara delante y hacerles fotos junto con un puñado de occidentales y como comen en silencio les tocó joderse. Dos chochas francesas acosaron a uno lo suficiente como para que les hablara. Después de ver a los monjes encochinarse mientras en la puerta del recinto un mendigo estaba como para protagonizar la próxima película de campos de concentración volvimos a la carretera.

Cinco millas más al sur y un millar de baches más tarde cruzamos el puente que se hizo en el 2005 y llamado el puente de Sagaing. Después de cruzarlo comienza una especie de concentración masiva de Pagodas y monasterios. Fuimos hasta una de las subidas y desde allí me mamé otros cientos de escalones, aunque no fue tan pesado como la colina de Mandalay y por el camino hay unas vistas increíbles y muy fotogénicas y alguna Pagoda a la que le hice fotos. Según dicen, desde la cima se pueden ver 500 estupas y el río que viene de Mandalay. Yo no las conté pero lo que es seguro es que son una jartá. Una vez arriba estuve algo más de una hora caminando a otras Pagodas y Budas que están por allí aunque mi libro no da el nombre, así que no queda constancia.

Mientras andaba por allí vi unas nubes negras y comencé a escuchar truenos. Al regresar al Budchingo el conductor me ofreció llevarme a un restaurante a almorzar y le expliqué que yo hago la regla del dos con las comidas y desayuno y ceno pero no almuerzo a menos que sea como evento social. Seguimos hacia Inwa, conocida fuera de Birmania como Ava, ciudad antigua y que fue capital de Birmania por cuatrocientos años y que ahora ha quedado reducida a un par de Pagodas, una torre cambada y unas aldeas casi en la edad de piedra. Está en la confluencia de los ríos Myitnge y Ayeyarwady y para llegar primero hay que pasar el puente de Ava, construido por los británicos en 1934 y por el que cruzan los trenes y vehículos. Hay controles en ese puente y hay que pagar algún tipo de peaje. Llegas hasta un conjunto de chabolas y allí cruzas hacia Inwa en barco después de pagar 1000 kyats. El barco es pequeño y va y viene continuamente y al llegar al otro lado hay una pequeña aldea con más chabolas de madera y unos carros tirados por caballos con los que los locales te quieren llevar a los sitios. El primero me pidió 5000 kyats, un poco más tarde otro bajó a 4000 y los últimos pedían 3000. Los ninguneé y seguí andando, lo que pareció joderles un montón pero es que los animales estaban llenos de heridas y me parece cruel el pagar a esa gente que no los cuida cuando además sé que la distancia no puede ser muy grande. Trescientos metros más adelante, una Pagoda con pinta de nueva que creo que es la Htilaingshin y un monasterio de ladrillo y estuco que creo que es el Maha Aungmye Bonzan, precioso y sostenido por pilares. Por debajo estaba lleno de murciélagos. Estando allí los truenos comenzaron a sonar cercanos y pronto comenzó a llover con saña. Me quedé solo dentro del monasterio esperando que escampara y escuchando un audiobook con una historia de vampiros muy apropiada. Casi al terminar la lluvia me pongo a explorar otra parte de aquel monasterio abandonado y veo una serpiente de un metro y medio de largo corriendo por el suelo y que al notar mi presencia desvió su ruta. Por si acaso decidí no provocarla ya que era de un verde intenso y creo recordar que cuanto más vivos los colores, más venenosa. Ya había terminado de llover y allí no quedaba ni el Tote, todos los vendedores y mendigos varios habían desaparecido. En el puesto de control del pase turístico me indicaron el camino y seguí hasta una torre de vigilancia llamada Nanmyin de unos treinta metros de alto y que está escoradísima. Es todo lo que queda del palacio de Bagyidaw. La subí aunque aquello se cae seguro un día de estos y desde arriba hay unas vistas increíbles. Solo habían dos perrillos por el lugar con los que guardé las distancias por aquello de la rabia. Vi algunas de las ruinas del palacio, mirando con cuidado por si había más serpientes y estuve en otras dos Pagodas antes de regresar. Desde el punto más alejado al embarcadero era algo más de kilómetro y medio y la lluvia lo refrescó todo e hizo el paseo muy agradable. Me crucé con un grupo de niños que recogían unos pequeños frutos que cayeron de un árbol al llover y que andaron conmigo un rato chapurreando ingles. Otros locales me indicaron un atajo hasta el sitio en el que me debía recoger el barco. Un montón de niños se bañaban en aquellas aguas insalubres, las madres recogían baldes para llevárselos a las chabolas y al mismo tiempo tiraban la basura allí mismo. El barco llegó petado de locales y aproveché para hacerles fotos. Después de cruzar comenzamos a regresar con el Budchingo ya que eran las cuatro y media y aún me quedaba algo por hacer. Fuimos de vuelta a Amarapura y nos detuvimos junto a puente de teca U Bein, el cual cruza sobre el lago Taungthaman, el cual tiene el nombre de un ogro que vino allí buscando a Buda. El puente tiene doscientos años y sus mil pilares siguen aguantando. Caminé hasta la mitad y allí un barquero me dio un paseo por el lago para poder hacer fotos únicas e irrepetibles de la gente andando sobre el puente. En un par de islotes había dos granjas de patos. El sitio es folclórico al máximo. Desde allí visité la Pagoda Kyauktawgyi, construida en 1847. A esas alturas del día estaba hasta los mismísimos de Pagodas y ni saqué la cámara. Volví al puente y lo crucé al completo de vuelta parándome a hacer fotos continuamente, sobre todo de monjes budistas y de gente en bici. Al llegar al otro lado tuve que correr para que no me alcanzara un pordiosero con múltiples enfermedades y una vez en el Budchingo regresamos al B&B, tarea que nos tomó casi tres cuartos de hora. Allí me esperaba una cena típica y para la cama, completamente agotado.

El relato continúa en Descansando en Mandalay


4 respuestas a “Amarapura, Sagaing e Inwa”

  1. Es curioso, nunca tuve curiosidad por visitar esa parte del mundo, pero en la medida que te leo, mucho menos…
    Salud

  2. Con las serpientes , para lo que no tenemos ni idea hay una regla, si la cabeza es triangular es que es venenosa. Pero como todo en caso de duda mejor poner distancia de por medio.

  3. Yo por si acaso, siempre corro. Mirando en Internet serpientes en Birmania y Tailandia, todas las verdes son venenosas por allí, solo que parecen más pequeñas que la que yo vi o mi cerebro la convirtió en un monstruo enorme. También leí que morir por mordedura de serpiente era una de las causas de muerte más frecuente hasta no hace mucho y que suelen estar en los campos de arroz ?? en fin, que yo seguiré huyendo de ellas.