Cuando regresé de España el sábado pasado yo me las prometía felices y contentas y pensaba que el domingo me lo iba a pasar tocándome los mondongos tirado en mi jardín y comprobando si es cierta esa teoría que dice que crecen si los tocas mucho. El sábado compré algunas cosas en el supermercado, fui al cine y cuando estaba esperando el comienzo de la película me llega un mensaje de un amimgo:

– ¡Qué tu dices! ? me dijo
– ¡Digooooooo! ? respondí para crear la conexión de manera correcta
– Que mi parienta y yo o yo y mi parienta estábamos pensando que mañana es un gran día para ir al Floriade y que te recogemos en la estación de tren de Dukenburg antes de las diez de la mañana así que no tardes por la gloria de Pumuki
– ¡Digoooooooo! Vale
– ¡Doei! ? que es el equivalente al adiós
– ¡Requete-doei! ? y así terminé la conversación

Ya habíamos tenido un amago hace tres semanas o así en un domingo en el que me levanté temprano, volé a la estación un domingo a las siete y pico, llegué, me compré un capuchino para el tren y en ese instante me avisan que abortábamos sin que nos de su permiso el ministro de las injusticias y polladas español, la DIVA esa que dice que las olimpiadas en la capital del Reino del Adúltero Mataelefantes I (palito) dan un montón de dinero y la razón era que iba a llover lo que no está escrito en los pozos del café que me estaba tomando. Hablamos un rato por teléfono y regresé a mi casa, agotado por el madrugón. Esta vez, por si acaso y en el intermedio de la película le mandé una advertencia:

– ¡Que tú sabes ?? que como me pegues pallufo de nuevo no te lo perdono en dos meses
– O Ka

El domingo, me levanto a las siete y pico y me hago un churritrebol para desayunar y tras preparar la mochila cogí la bici y fui a la estación. Mi tren salía casi a las nueve y me dio tiempo a comprarme un capuchino y mandar una nueva advertencia a mi amigo:

– Te juro que como no estén en la estación, me entra un frenesí y le prendo fuego a tu casa, pero sin acritud y con mucho talante

Y de paso le mandé la foto del tren en el vagón de primera clase y mi ubicación con el Whatsapp. Ya puestos, le mandé lo mismo al Rubio, la Chinita y dos o tres más para joderlos y despertarlos, que aquí todos son adictos y duermen con el teléfono al lado mientras que un servidor lo tiene 24/7 en modo silencio sin vibración. La razón de ir en primera clase es que la empresa ferroviaria holandesa regala para el mes de agosto unos cupones que te permiten subir de segunda a primera categoría si viajas en el fin de semana y todo el mundo me los regala, así que me paso ese mes en vagones solitarios. Mi tren hacía escala en Arnhem, desde donde volví a enviar mi ubicación y mi hora estimada de llegada, terminaba su ruta en Nijmegen y allí tomaba otro para ir a Nijmegen Dukenburg en donde me esperaba mi amigo. Fuimos a su casa a tomar un café y un rato más tarde estábamos en carretera con su parienta.

Íbamos a la Floriade, una exhibición internacional de flores y jardinería que tiene lugar en los Países Bajos cada diez años. La anterior fue en el 2002 en Haarlemmermeer (tres puntos de karma positivo para el que lo pronuncie) y en esa ocasión fui hasta cinco veces a verla, con mis padres, con amigos, con más amigos, con el Turco y si no recuerdo mal creo que hasta mi hermana. En esta ocasión se ha trasladado a Venlo, al sureste del país y a un peo de la frontera con Alemania. Llegamos en media hora y desde los aparcamientos había que tomar autobuses hasta el recinto ferial. Con una previsión meteorológica para el día de 24 grados y soleado, aquello estaba más petado que una oficina del paro en España. La entrada sale cara según qué bolsillos. A mí me salió gratis ya que mi amigo me invitó al evento y a la cena posterior y él compró las entradas a través de su (y mí) banco, el Rabobank, ya que es patrocinador y nos hacen un descuento considerable. 1 entrada con derecho a 1 viaje en el teleférico (el único que hay en este momento en Holanda) cuesta 30 leuros y sin teleférico vale 25. Una forma de ahorrar es comprarla incluyendo el billete de tren (ida y vuelta) desde cualquier lugar del país, en cuyo caso vale 35 leuros sin tele-le-férico.

Se entra a través del edificio tan curioso que se ve en la foto anterior y que se llama Innovatoren y que quedará en la zona como legado. Al hacerlo, elegimos una ruta que nos llevaba de cabeza al teleférico, desde allí saltábamos a la parte más alejada e íbamos regresando poco a poco barriendo todas las zonas de la exposición, que son varias y muy diferenciadas.

El paseo fue muy interesante pero se nota que este es el año de la crisis y que muchos países no están para hacer grandes estipendios. Aún así, disfrutamos mucho y entre los lugares que más me gustaron estuvo Villa Flora:

En su interior hay una exposición de orquídeas y algunas otras cosas muy curiosas. Está separada del resto por un bosque. En total en la Floriade hay ciento treinta expositores y el parque consta de sesenta y seis hectáreas de las cuales 22 son de bosque y cuatro de agua, se han plantado mil setecientos árboles, veinte mil arbustos, doscientas mil plantas de tierra, sesenta y cinco mil plantas acuáticas y un millón y medio de flores entre las que no hay ni un puto tulipán ya que hasta el más lerdo de los sub-humanos debería saber que los tulipanes NO se dan en verano y como mi paciencia rebosó hace años, ni un solo comentario en Visitar Holanda preguntando si los hay en verano, otoño o invierno pasa el corte y son todos moderados.

Para la traca final dejamos la visita a la zona en la que está la mayor parte de los pabellones de los países. Muy pocos lograron impresionarme y entre esos no estuvieron ni la cosa rara que representaba a Holanda ni el mamotreto que aportó España:

Espero que no le hayan pagado al que diseñó la Cosa esa. En su interior, un montón de televisiones con imágenes tediosas y aburridas, que no parecen promocionar la presunta superior calidad de vida que hay en el país del SARC?FAGO, aunque quizás el pabellón sea premonitorio. Nuestra visita al lugar acabó casi a las ocho, hora en la que cerraban.

Como de todo se saca hebra, he elegido diez fotos (incluyendo estas tres) y cuando acabe la serie de Londres veremos una pequeña serie de la Floriade 2012 con lo que aquellos con memoria más duradera igual hasta reconocen estas fotos cuando las vuelvan a ver en unas semanas.

Si estás pensando ir porque vienes a Holanda de vacaciones unos días, yo te diría QUE NO, está a tomar por culo de Amsterdam por tren o coche (algo más de dos horas), vale caro y no es algo increíble y único que recordarás toda tu vida. Si vives en esta tierra y buscas alguna actividad para pasar el sábado o el domingo, igual es una opción.

El momento cumbre del día fue el atracón que nos dimos en un restaurante mexicano de Nijmegen antes de volver a coger un tren para regresar a Utrecht. En el vagón me entró un moquillo chungo y pensé que me había resfriado pero al ir a salir descubrí que una comemielda viajaba con su bestia asquerosa también conocida como gato y yo soy alérgico a esas alimañas despreciables. Le eché un mal de ojo instantáneo y si ha funcionado, ya deben estar imprimiendo las tarjetas para repartir en el funeral de la penca aquella. Aún no se sabe en donde se celebrará el Floriade del 2022 pero tengo claro que yo iré a visitarlo.