La bici que donó sus ruedas


Todo comenzó con El fin de una rueda, el momento en el que el gran drama de mi vida esta semana se tornó letra y apareció por aquí. El lunes entrábamos en emergencia ejecutiva y el miércoles tras una complicada operación que tuvo lugar en el quirófano habilitado en el garaje de la empresa vivimos emocionados el nacimiento de la Zarrapastrosa 2.0. No pueden haber ganadores sin perdedores y hoy tenemos a la bicicleta que dio sus ruedas para que mi Zarrapastrosa pueda seguir corriendo por las calles de Hilversum. La vemos después de la operación, jodida y mal pagada, con las ruedas que todos sabemos que no valen y media destartalada. Por lo demás la bicicleta estaba en bastante buen estado y muchos en la oficina me han preguntado por qué, si no estaba amarrada, no me la quedé directamente y la convertí en mi bicicleta en Hilversum. La razón ya la nombraban ellos. El problema de esa bicicleta es que tiene demasiado buen aspecto, no es un cacho de chatarra, sino algo que atrae la atención de los que van a la zona de la estación donde están aparcadas las bicicletas a robarlas y si tengo esta, es muy probable que no llegue a las Navidades, que me la roben. La Zarrapastrosa 2.0 tiene tal pinta de desecho industrial que es ninguneada sistemáticamente y cuando veo los restos de cadenas rotas en la estación, siempre es a los lados. Nadie en su sano juicio pagará una cantidad interesante por mi bici si el aspecto es patético mientras que hay gente dispuesta a gastarse treinta leuros si parece estar bien.

Esta mañana, a las siete y seis minutos, cuando el complejo de edificios está desierto, esta pobre bicicleta salió de nuestro garaje y pasó a ocupar una plaza en uno de los aparcamientos de los edificios vecinos. Calculo que en un par de meses la quitarán y la llevarán a los puntos de reciclaje.


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