Ayer confirmaba El fin de una rueda, el tremendo y catastrófico drama que afectaba a La Zarrapastrosa, mi SAMBACLETA para los setecientos metros que separan la estación del edificio en el que me prostituyo ocho horas al día, cinco días a la semana. Se activó el protocolo de emergencia ejecutiva y manipulé ligeramente a uno de mis colegas de la oficina para realizar una operación a ruedas abiertas y trasplantar la misma desde otra bicicleta. Para poder ejecutar esa tarea necesitaba una bicicleta donante y previamente ya había ojeado una que lleva meses abandonada en el complejo de edificios en el que trabajo y a la que le habían puesto una etiqueta avisando que se la llevarían.
Esta mañana, al llegar a la oficina, de tapadillo, pillé la bicicleta donante y la bajé a nuestro garaje y hoy a las doce el cirujano fue a la mesa de operaciones con sus herramientas y en sesenta minutos realizó varias operaciones. La primera fue quitar la rueda trasera a la La Zarrapastrosa, lo cual tomó bastante tiempo. Después, mucho más rápidamente, le quitó la rueda a la bicicleta donante, sobre todo porque tenía un sistema más actual y la cantidad de tornillos oxidados a remover era muy inferior. Después trasplantó la nueva rueda a La Zarrapastrosa y ajustó su posición para que la cadena no esté ni muy suelta ni muy tensa. La nueva rueda tenía un pinchazo pero para eso ya había determinado alguna actividad posterior que puedo hacer yo mismo. Trasplantó la rueda rota a la donante y la mal-conectó ya que el objetivo es deshacerme de ella. Nos quedaba tiempo, así que me propuso hacer un DOBLE TRASPLANTE y cambiar también la rueda delantera, ya que en la otra bicicleta se veía mucho mejor. El trasplante de ruedas entre las dos bicicletas no tomó más de diez minutos. Nos quedaba tiempo así que arregló el pinchazo de la nueva rueda y en sesenta minutos La Zarrapastrosa volvía a estar operativa, transformada, así que ahora, la que tenemos en la foto es la Zarrapastrosa 2.0, sigue teniendo el mismo cutre-aspecto de la primera generación, algo fundamental para que no atraiga la atención de los que afanan bicicletas en la estación, pero ahora tiene candela para unos cuantos años más. Calculo que en un par de días le haremos algunos ajustes, pero serán pequeños detalles para que todo esté perfectamente encajado.
Ahora me tengo que deshacer de la donante y volver a ponerla en el lugar en el que la encontré, solo que bien jodida y mal pagada, que ahora sí que el que la trinque tendrá que currárselo y gastarse guita para ponerla operativa o en su caso, hacerle un trasplante masivo desde alguna otra donante.
En la estación he encontrado una que parece abandonada y que puede resultar interesante y estoy esperando a que le pongan la pegatina en la que avisan que la van a retirar y cuando eso suceda, en las dos semanas que dan para quitarla, me la llevaré y así tengo una bicicleta alternativa, que nunca está de más.
3 respuestas a “Zarrapastrosa 2.0”
A ver si vas a tener el síndrome e Diógenes en versión bicicletil… 🙂
Salud
Totalmente, cuando veo una bicicleta abandonada, la adopto, que ya me cansé de pagar por comprarlas. La idea es tener una flota de dos bicis en el trabajo y tres en casa. Si tengo un pinchazo, eso me da libertad para moverme con la de reserva hasta que lo repare.
Si, eso verdaderamente se puede llamar una flota de bicis 🙂
Salud