La isla de Hong Kong


El relato de este viaje comenzó en El comienzo de otro gran viaje

Después de tantas horas sin dormir cuando caí en el catre estuve en estado comatoso casi diez horas. Me desperté cerca de las nueve de la mañana (hora local, seis horas menos en los Países Bajos) y tras darme una ducha salí a la calle a desayunar. El hotel está en un edificio de veinte plantas y solo cuatro de ellas pertenecen al mismo y no tienen restaurante aunque al parecer un restaurante que está en la quinta planta del edificio puede suministrar comida. Salí a la calle y por todos lados tenía opciones para comer. Encontré un Delifrance y allí tomé un desayuno más europeo antes de comenzar mi andadura. Mi plan era recorrer la zona ya que es en la isla de Hong Kong en donde están casi todas las atracciones turísticas y en la península es más bien para comprar.

Fui hasta el muelle del Star Ferry por el que había pasado la noche anterior al volver del show de luces e hice unas cuantas fotos del otro lado de la ciudad y también de los rascacielos de la parte en la que me encontraba. Para llegar al ferry una vez sales de la estación de metro caminas por pasillos en el aire reservados a los peatones. Son enormes avenidas cubiertas que conectan todos los edificios y hoteles de la zona y vas pasando por ellos según la dirección que tomas. Está todo muy bien señalizado y salvo por el problema de esta gente a la hora de caminar, es fantástico. Los chinos parecen ser asíncronos, a veces reducen el paso sin motivo aparente, otras se embalan, de cuando en cuando comienzan a hacer eses y cuando entran en trayectoria de colisión no los detiene nadie. Si a eso añades que parece que la proporción de cojos es mucho más alta que en Europa y que estos últimos a veces se agrupan y prácticamente bloquean el paso mientras se bambolean, hay que tomárselo con calma cuando uno va por los mismos.

En el muelle de los ferrys además de cruzar al otro lado se pueden tomar otros que llevan en diferentes direcciones y salen y llegan continuamente. Solo el que va hasta la otra parte de la ciudad mueve unos cien mil pasajeros al día. La vista desde el lugar es más bien un homenaje a los grandes arquitectos de nuestro tiempo, cada uno de los cuales ha dejado su firma en uno o varios de los edificios. Destaca entre todos ellos la torre IFC2 que con sus cuatrocientos veinte metros es la más grande de la isla y la parte superior de la misma muchas veces ni se ve porque queda por encima de las nubes. Es tan alta que queda incluso por encima del famoso The Peak, el mirador desde el que hay unas vistas apabullantes de la ciudad. La zona del muelle está en obras masivas ya que le están haciendo un nuevo frente más turístico a la ciudad. Otro de los edificios que llaman la atención desde allí es el edificio HSBC, diseñado por Sir Norman Foster que si no recuerdo mal es un julay que empala a una cristiana española regularmente. El edificio tiene un diseño alucinante y que impresiona de lejos y de cerca.

Desde el muelle volví andando hacia la zona de este edificio y pasé por varios centros comerciales y por el interior del hotel Mandarin Oriental, uno que suele ganar con frecuencia el título del mejor hotel del universo conocido y en el que todo es opulento. La gente entra a mirar los baños públicos porque dicen que son espectaculares. Yo aún no he llegado a tanta curiosidad así que me temo que no puedo dar fe.

Salí del hotel frente al edificio HSBC, en la plaza Statue, en la que hay una estatua de Sir Thomas Jackson. La plaza es muy bonita y frente al hotel está el edificio LEGCO (cuando lo leí, mi cerebro formó la palabra LEGO), un superviviente de la época colonial construido en 1898. No se puede visitar por dentro pero merece la pena verlo. En la misma plaza tenemos el edificio HSBC y si de lejos es im-presionante, de cerca es im-pre-sio-nante. El edificio está suspendido en pilares y se puede subir al vestíbulo, el cual es de cristal y mirando desde la calle se puede ver un atrio fabuloso. En el nivel de la calle hay dos leones enormes de bronce que al parecer fueron lo único que salvaron del edificio antiguo que tenía el banco allí.

El edificio de al lado es del Banco de China y estos no se quedaron cortos a la hora de competir. Acaba con forma de cuchillo mirando hacia el cielo.

Desde por allí subí a la Saint John?s Cathedral, una iglesia no muy grande pero muy bonita construida en 1847. Entre tanto edificio mastodóntico, resalta por sus proporciones humanas. Cerquita estaba el funicular para ir al Peak y decidí subir ya que estaba más o menos despejado. Me compré un billete de ida y vuelta con acceso al mirador y por suerte no había cola así que en unos minutos estaba en camino. La subida es empinada, con tramos de 27º de pendiente. Tiene algo menos de un kilómetro y medio y te deja unos cuatrocientos metros sobre el nivel del mar. Arriba construyeron la Peak Tower, un edificio de diseño horrendo que en su azotea tiene las terrazas para mirar. Estuve haciendo fotos hasta hartarme y cuando me cansé fui a la oficina de información al turista y me dieron un mapa para hacer una caminata alrededor de la montaña y que tomaba una hora. Fue un paseo muy agradable en el que hice un montón de fotos y disfruté con las vistas. Cuando regresé, almorcé en uno de los restaurantes que hay en un centro comercial junto al mirador y después tomé el funicular para volver a la parte costera.

Volví a pasar junto a la catedral de San Juan y seguí por Queen?s Road serpenteando de cuando en cuando en otras direcciones. Así pasé junto a un viejo edificio que en su época era el Old Dairy Farm y que hoy en día tiene un club exclusivo y por detrás del mismo llegué a Lan Kwai Fong, que lo único especial que tiene es que es un grupo de calles llenas de bares para los occidentales y es a donde va todo el mundo por la noche a emborracharse y decir boberías. No tiene nada de especial a la luz del día.

Pasé por varios centros comerciales y al final llegué al mercado central (Central Market), en donde mi capacidad para discernir olores se colapsó completamente. Enfrente del mismo salen unas escaleras mecánicas gigantescas llamadas (Central-Mid-Levels escalator link) que suben a la gente que vive o va de compras por la colina. Tienen ochocientos metros de largo, transportan unas 30.000 personas al día y solo hay una así que o la ponen de subida o de bajada según el momento del día y si vas en el sentido opuesto pues que Dios te asista subiendo o bajando. El viaje completo toma media hora usando las escaleras.

Alrededor del Central Market hay un montón de callejuelas con mercadillos en los que se venden ropa y chorradas y por supuesto, bolsos y relojes de imitación. Es un poco agobiante porque los pasadizos para la gente son muy estrechos y tienes a todo el mundo encima de ti continuamente. En esa zona también está el edificio The Centre, otro que merece la pena destacar por su diseño y que surgió de la imaginación del arquitecto Denis Lau. Es uno de los edificios que mejor queda en el espectáculo de luces nocturno.

Seguí por Wing On Street, otro mercadillo y por Wing Kut Street en donde hay más de lo mismo, aunque también hay coñas hechas con caligrafía y se veía que estaba más pensado para los turistas. Después me acerqué a la terminal del ferry para Macao, estuve en la oficina de turismo de esa isla y me dieron un montón de información. Sobre la marcha me compré mi billete para el jet-foil de las nueve de la mañana del día siguiente y decidí volver hacia la zona de mi hotel en uno de los tranvías de dos pisos curiosos que van desde esa zona a Wan Chai aunque primero me acerqué a ver el templo de Man Mo, muy decorado y por supuesto con incienso quemándose por kilos.  Alrededor del templo hay unos edificios enormes que lo aplastan.

Una vez en el tranvía, pasé de largo mi hotel y seguí hasta la zona de compras, con los grandes centros comerciales japoneses. En el sótano del Sogo me compré un montón de bollos deliciosos para desayunar al día siguiente ya que tenía que ir al ferry temprano. En la puerta del centro comercial había un chino como haciendo de cirujano con una paciente que no se movía, todo muy raro. Al parecer denunciaban el robo de órganos de gente pobre en el país. Les hice un par de fotos y me dieron un folleto en inglés. Después fui a dos calles que tienen otro mercado local, Jardine?s Bazaar y Jardine?s Crescent. Estaban petados de gente y como siempre se vendía de todo y se cocinaba por las esquinas. Los olores son muy intensos y la presión de la multitud resulta casi inaguantable.

Regresé a mi hotel, descansé un poco y para el anochecer quería volver a subir al Peak para ver la ciudad de noche. En lugar de ir con el tranvía tomé el autobús número 15 que pasa cerca de mi hotel y que resulta mucho más barato pero tarde más. Al llegar arriba estaba totalmente nublado (en realidad la nube descansaba en el lugar) y no se podía ver nada, así que opté por bajar, busqué un lugar para cenar y di por concluido mi segundo día en Hong Kong.

El relato continúa en Macao


4 respuestas a “La isla de Hong Kong”

  1. Te vas a poner morao a ver «Rascas».
    Por lo visto el aeropuerto está en una isla muy pequeña y cuando el avión va a aterrizar….
    falta espacio (esa es la impresión).
    Ains, que me pongo mala solo de pensarlo.

  2. Montse, creo que lo confundes con el que cerraron hace 12 años. Este tiene dos pistas de casi 4 kilómetros cada una y por poder, pueden aterrizar hasta los transbordadores espaciales y la isla esta a 30 kilómetros de la ciudad

  3. Foster normalmente hace las cosas bien. Ah! y la cristiana española que se empala es la Dra. Ochoa, sexóloga famosa en la tele en los 90 con «Hablemos de Sexo» así que encima el tío se supone que buscó una experta 😉 Por cierto, agota solo leerte, no quiero ni imaginar seguirte el ritmo…

  4. Coño, la doctora anchoa se pule a un arquitecto. Virtuditas, estos últimos días han sido más tranquilos pero no lo leerás hasta Junio. Asombrosamente, lo tengo todo escrito y esperando publicación. Creo que estoy dando fecha para la segunda semana de junio.

    Oh, y he actualizado la anotación en la que llego al hotel de Hong Kong con una foto de la habitación. Haré lo mismo con otras ciudades, salvo Kuala Lumpur porque se me olvidó hacerlo. Así verán lo mal que me cuido.