Sahara


Con tanta lluvia y tanto mal tiempo no he ido mucho al cine en el mes de Julio, aunque es algo a lo que estoy poniendo remedio a marchas forzadas. Una de esas películas que quería ver pero que casi quitan de la cartelera por mi desidia es Sahara, esa nueva película de aventuras de la que tanto habéis oído hablar. Por los Países Bajos ha pasado sin pena ni gloria, pero claro, una de las protagonistas no es de esta tierra, lo cual marca la diferencia.

Esta es una cinta de aventuras sin más. Una de esas películas que han mamado de las viejas películas de Indiana Jones y similares. El tema está trillado. Siempre hay tesoros que buscar, instrumentos maravillosos que dan un poder brutal al que los encuentra y similares. En este caso los mueve el oro, la búsqueda de un tesorillo americano de cuando la guerra civil de ese país que por alguna razón ha acabado en el medio de África, en el desierto. Esa es la motivación de uno de los protagonistas, porque el otro (la otra) lo que quiere es hacer el bien y la paz mundial, como cualquier aspirante a concurso de Miss. Todo esto está dirigido por un tal Breck Eisner que no parece tener mucho rodaje. El hombre cumple y no salimos del cine cagándonos en todos sus muertos, lo cual es una buena señal. El guión se basa en una historia de Clive Cussler, quien también aparece como coguionista. He leído un par de novelas de este hombre y no me han llamado la atención excesivamente, pero tampoco lo hace mal. En este caso lo tenían bien claro y han seguido la milenaria receta para este tipo de cine: escenas de acción, humor y momentos románticos. Nada más. A veces se les escapa alguna frase de filosofía barata, pero se olvida pronto.

Los protagonistas son Penélope Cruz y Matthew McConaughey. De la primera diré que ha progresado adecuadamente y que por fin se ha afeitado ese horroroso bigote que lucía en películas anteriores, bigote que siempre me hizo dudar de la hombría del Tom. A veces, en el oscuro invierno nórdico me despierto gritando con alquna pesadilla en la que Penélope Cruz tiene el aspecto tan poco saludable que mostraba en La mandolina del Capitán Corelli. Del otro, del Matthew McConaughey no puedo decir mucho porque nunca ha sido santo de mi devoción. Jamás le he visto mover un músculo de la cara. Es como de plástico. Recuerdo que lo que más me jodió de la película Contacto fue la mierda de interpretación que hizo, que consiguió emputarme en cada escena que salía. En esta ocasión ya no me enerva tanto, pero vamos, que si hubieran puesto a cualquier otro yo lo habría agradecido considerablemente. Junto a estos dos faltaba algo de humor y para ello contrataron a Steve Zahn, uno de esos secundarios solventes que soluciona la papeleta en más de una escena.

Es verano, hace calor, en los cines hay aire acondicionado, así que esta es una razón más que suficiente para sacar vuestra vena insubstancial y vulgar y veros esta película, que al fin y al cabo se deja ver y no os obligará a retorcer las recalentadas neuronas con complicadas tramas y sofisticados diálogos.
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