Aladdin


De nuevo aprovecho la semana de las princesas de la Disney para revisitar un peliculón de esos que recuerdas entrañablemente y que a la chita callando, ya tiene veinticuatro añitos. Se trata de otro de los musicales que revitalizaron los estudios de animación Disney, la película Aladdin que en España se estrenó con el mismo título. De nuevo, aunque no lo recuerdo, la debo haber visto anteriormente en inglés, seguramente en vídeo y tengo claro que me compré la banda sonora en inglés en su día porque me sabía la mayor parte de las canciones.

Una julay princesa se junta con el sobrino del Güaca y se van de parranda

Un ladronzuelo acaba poseyendo una lámpara mágica con okupa incluido y sobándola, sobándola consigue que le de tres deseos. El chamo se transforma casi en una reinona para encandilar a la princesa a la que le quiere poner la pierna encima para que si levanta la cabeza que se golpee contra sus arriolas. Entre medias se le tuerce todo y tendrá que solucionarlo con mucho cuidado y fantasía para poder conseguir su final feliz.

De todas las películas viejas que he ido a ver este año esta es la que peor ha aguantado el paso del tiempo. La historia es demasiado simplona y aunque hay números musicales fabulosos, también tienen otros de relleno. Se nota que el letrista se murió y el que lo sustituyó no tenía el mismo poderío a la hora de transformar canciones en magia. La película es dinámica y divierte en muchos momentos y pese a los fallos se disfruta enormemente. Tiene instantes hilarantes pero que no logran que duren. Los momentos entre la Princesa y Aladdin son los más aburridos porque su amor es demasiado puro, demasiado trincado. Hoy en día hasta las princesas Disney llevan un poco de arretranco en su interior lo que las hace más reales pero es que la Jasmine es demasiado acarajotada. El Genio de la lámpara es lo mejor y la voz de Robin Williams que tiene es maravillosa y cuando lo oyes te das cuenta que ya se murió y que no veremos nada nuevo de ese pedazo de actor. Hay muy poco más que se pueda decir, es uno de los clásicos de la Disney pero en mi caso, volver a verlo ha hecho que pierda algunos puntos.

Es cine de siempre y hasta los miembros del Clan de los Orcos pueden entender la historia de un rufián que se quiere coger a la chocha del martes. También es cine que agrada y divierte a los sub-intelectuales con GafaPasta.


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