Bollos de miel y yogur


La verdad que no se como llegué a esta receta. Andaba curioseando por L’Exquisit mirando otras cosas y con el estómago crujiendo con la comida que hay por allí cuando me topé con una receta que no parecía complicada y que tenía buena pinta. Creo que ese mismo día los preparé por primera vez y fueron la sensación. Mi amigo el Niño se dio un atracón y la Chinita se dieron un atracón. Después los volví hacer para experimentar y combinarlos con la receta de los Emparedados de quesos brie y edam y me salieron unos mini-bocadillos que serví como aperitivo a unos amigos que vinieron a cenar a mi casa y lo fliparon. Les hice fotos pero ese día se me fue el santo al cielo y me olvidé de poner la tarjeta de memoria en la cámara. El resto de bollos se los regalé a mis vecinos y de nuevo al Niño, el cual no tuvo ningún reparo en comerse cuatro de ellos de una tacada. Esta es una receta muy sencilla de preparar pero que requiere su tiempo y como siempre cuando hacemos bollería, hay que respetar las cantidades. Podéis encontrar la receta original aquí.

Los ingredientes: 300 gramos de harina de pastelería, 7 gramos de levadura instantánea de panadería, 45 gramos de miel, 3 gramos de sal, 130 mililitros de leche templada, 60 gramos de yogur natural, 35 gramos de mantequilla a temperatura ambiente y 10 gramos de mantequilla derretida para el acabado (o tres cucharadas de azúcar con un poquito de agua si los queréis más dulces).

La implementación: En un bol (o en el robot de cocina) se ponen la harina, la sal y la levadura instantánea y los mezclamos. Se añade la miel, la leche y el yogur y seguimos mezclando. Cuando todo haya cuajado ponemos la mantequilla cortada en trocitos y amasamos hasta tener una masa elástica y extremadamente pegajosa. Por suerte en mi caso el robot de cocina se encarga y mientras yo me puedo dedicar a mirar, le toma unos diez minutos en total.

Se tapa con un trapo el bol y lo dejamos una hora. Pasado ese tiempo lo amasamos a mano y formamos bollitos de unos 38 gramos (15 bollitos). Los tapamos y los dejamos reposar otros quince minutos. Los bollitos no parecen gran cosa pero ya crecerán más tarde. Después los ponemos en una bandeja para horno (20×30, yo usé un molde metálico, ya que aunque tengo también uno de cristal, siempre me ha dado la impresión que el de metal es más amigable con las masas) y los dejamos otra hora para que dupliquen su tamaño (esta vez sin tapar).

Encendemos el horno a 180 grados y los cocinamos durante unos quince minutos. Al sacarlos del horno se pintan con la mantequilla derretida (o el agua con azúcar, que así también están deliciosos y una tercera opción es coger 2 cucharadas de miel y mezclarlas con media cucharada de agua y poner unos segundos en el microondas para que se disuelva y usarlo). Los desmoldamos y los separamos y se dejan enfriar. En total se tarda unas tres horas en hacerlos, aunque la mayor parte de ese tiempo es para que repose la masa.

Esta es una de las recetas de la que veréis la foto un montón de veces en el resumen semanal ya que me encantan. A propósito, los de la foto están pintados con agua y azúcar.

Si quieres ver otras recetas que he cocinado puedes ir al índice de Mi pequeño libro de recetas de cocina y allí tienes la lista completa


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