Callejeando por Brighton


El relato comienza en Yendo a Brighton por Gatwick

Una de las ideas detrás del viaje a Brighton era la de pasear y hacer kilómetros andando y descubriendo cosas nuevas. El relato de hoy cubre unos veinticuatro kilómetros, que fue lo que caminé durante el día. Todo comenzó a las ocho en punto que fue cuando empezaron a servir los desayunos y allí estaba yo con unos nórdicos y unos franceses, en mi caso para encochinarme a base de bien con un Full English Breakfast, el desayuno ese que es como una comilona y que yo me bajé como un campeón. Después me lancé a la calle y estando tan cerca del mar, fui directo a la zona costera, a la playa y por allí delante está el Brighton Pier, un muelle de recreo con una feria, un casino y demás y que vemos en la siguiente foto:

Ahí donde lo vemos, el muelle ya es centenario. La playa, aunque parece arena, no la tiene, son pedrolos o eso que en las Canarias, con esa sabiduría tan grande que tenemos, llamamos callados, pedrolos redondeados de playa. La playa es enorme, de varios kilómetros y en la parte positiva, cuando te vas no te llevas arena pegada al cuerpo aunque debe ser incómodo tumbarse en esos pedrolos durante horas. Seguí avanzando por la costa, a la que volví varias veces, para ver el lugar en el que está el British Airways i360, un palo enorme con una cosa que sube para verlo todo desde lo alto y que es relativamente nuevo, tiene tres años o así y por supuesto, se hizo en Holanda, que si no no subiría porque todos sabemos que los brexitianos no son de fiar.

En la foto anterior tan artística se puede ver el palote al fondo a la izquierda con la cosa que sube y la playa y su avenida. Decir que esta foto la hice más tarde, seguramente más cerca del mediodía porque el i360 empieza a funcionar a las diez de la mañana y yo tenía hora para el viaje de las doce, que mira tú la suerte tan grande que tuve que compré mi entrada el viernes y con las ofertas esas post-acción de gracias me ahorré un cuarenta por ciento del precio. La foto nos permite ver la ruta que iba siguiendo, ya que fui hacia el cipote ese y después una vez allí, volví a tierra pasando por la preciosa Regency Square, una plaza abierta hacia el mar con una arquitectura en los edificios que la rodean muy impresionante. Llegué a Churchill Square y aproveché para visitar una tienda de cocina que me recomendó una compañera del trabajo, después fui a ver el Jubilee Clock Tower, como todos los que hay en prácticamente todas las ciudades inglesas y seguí hacia el Royal Pavilion para visitar sus jardines y ver los horarios de apertura, aunque lo reservé para mi último día. Me perdí caminando por la ciudad, que tiene unos callejones pequeños llenos de tiendas fabulosos, conocidos como The Lane y en donde no hay una sola franquicia y el tiempo pasó y era hora de volver hacia el mar, así que fui de nuevo al Brighton Pier, que ahora ya estaba abierto y lo visité de pé a pá y después regresé al i360, con el tiempo justo para pasar el control de seguridad y prepararme para la subida. Tiene una capacidad para doscientos julays pero no creo que fuésemos más de cuarenta.

En la foto anterior se puede ver lo petado que estaba. En el centro hay un bar, que los ingleses beben a cualquier hora del día y es como una píldora de cristal que es izada hasta ciento treinta y pico metros de altura.

En la foto anterior vemos la ya mentada Churchill Square, que tiene unos edificios con unas fachadas muy bonitas hacia la misma y por detrás está el centro de la ciudad y si te fijas hasta ves la estación de tren.

Ahora podemos ver la playa de Brighton y el Brighton Pier y por allí es por donde estaba la pensión. Al fondo se puede ver Brighton Marina, una zona de viviendas y de centro comercial que está a unos tres kilómetros de distancia desde el muelle. Justo en la parte inferior de la imagen se pueden ver unos palotes creando algo de artisteo que por la noche se enciende y eso. Aunque nadie me crea, por la mañana había una especie de escuela de surf y gente en el agua con trajes de neopreno pero cuando salían, las caras eran rojas como tomates de la temperatura tan maravillosa de ese agua.

Mirando hacia el otro lado nos vamos en dirección a Hove y se puede ver como continúa la playa. Al fondo y sin que se pueda distinguir, a la altura del mar por la izquierda está la isla de Wight, que espero visitar pronto.

Mirando directamente al mar y enfrente está el West Pier, que se quemó y que hablan y hablan de reconstruirlo aunque no hay guita ni ganas de los vecinos. Se construyó en 1866. Visto desde la playa no se ve en tan mal estado pero desde el aire se aprecia perfectamente que está totalmente quemado y que allí no queda suelo. Por la noche es uno de los sitios favoritos de las aves marinas para pasar la noche, es su keli.

Aquí vemos el punto más alto, la cesta no sube más. Creo que leí que la energía que recuperan durante la bajada la almacenan y es la mitad de la energía usada para subir. En la parte más alta se queda ocho minutos con lo que hay tiempo suficiente para hacer fotos alrededor y entre subida y bajada deben ser unos quince minutos más.

Cuando bajé, volví a The Lanes, que ahora estaba ya concurrido y almorcé en un café antes de ir a ver el cine más antiguo en servicio del Reino Unido, que todavía está abierto y le hice fotos a la fachada que no veremos y no vi películas ahí porque los horarios eran inconvenientes y las pelis ya las había visto y no eran de las que me gusta repetir. Crucé toda la ciudad y de alguna manera, regresé a la costa y fui andando hacia Hove, ya que quería ver unas pequeñas chozas de playa pintadas con colores vivos como la de la próxima foto:

Hay un montón de ellas, algunas pintadas con mucha mala fortuna. En verano, este villorrio es la principal playa del Reino Unido y recibe millones de visitantes, deseosos de emborracharse a conciencia y bañarse en ese mar tan cálido, con aguas como en Galicia, de esas que te depilan el cuerpo . La puesta de sol fue a las cuatro de la tarde y la vi en el West Pier y después hice una nueva ronda de la ciudad para verlo todo de noche, que ya vimos alguna foto ayer de ese circuito y finalmente cené en un hindú, que los indios en el Reino Unido son buenísimos y me pillé un plato con cinco currys que estaba de morirse. Para cuando volví a la habitación estaba agotado, que si yo fuera culocochista como dos que yo me sé, los veintipico kilómetros se hacían sin esfuerzo pero a patita y con unos pocos grados de temperatura, uno se cansa.

El relato acaba en La Marina y el Pabellón Real en Brighton


2 respuestas a “Callejeando por Brighton”

  1. ¿25km?
    Conmigo que no cuenten!
    Estoy lesionado con un esguince de rodilla y hace semanas que no camino y estoy engordando como un cerdo, bueno, y que desde que me compré el robot cocinero me encochino un dia si y otro tambien… 🙁
    Salud

  2. Pero que sorpresa más agradable me acabas de dar con las fotos esas… ni me imaginaba una ciudad así, tiene toda la pinta de ser una de las que me encantan.
    PD.- Ya sabes que el agua gallega es para hombres y mujeres de los de verdad, no pececitos tropicales de las Maldivas! 😀