Desde la cima del Domtoren miras hacia abajo y puedes ver la Iglesia de San Martín, cortada y separada de su torre. A la derecha se ven los jardines del convento de monjas que se encargaban de mantener la iglesia funcionando.
Ya lo he dicho en otras ocasiones. Los calvinistas robaron la iglesia a los católicos y destruyeron todas las imágenes y frescos de su interior. El Dios de los católicos envió su respuesta reventando media iglesia y separando la torre del resto. Ahora los susodichos calvinistas tienen su nave vacía en la que se juntan dos docenas para escuchar al tipo que se sube al podio a desvariar entre viejas y beatas mientras que los católicos seguimos llorando por la pérdida de una de las catedrales más bellas y espectaculares de este país.
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