Chacho que estaba escoñada


Siguiendo la línea de la semana, hice una incursión en Iquea para aprovisionarme de Leghos en Compras y juegos de adultos y después ya en mi casa estuve con mi amigo el Turco y su novia Jugando o montando y que sepáis que de esta no voy a hablar que es medio latina y me puede leer y además, ya me han dicho que no me invitarán al bodorrio, que ya han contactado con la marquesa Pelúa vicepresidenta del gobierno de España para ver si pueden alquilar el casoplón y hacer la celebración allí. En toda esta aventura del domingo, hubo algo raro con la parte que le encomendé encarecidamente al Turco, la barbacoa. Ya le he explicado que yo soy más del equipo logístico a la hora de las barbacoas y siempre he delegado en otros el jugar con fuego, que no es algo que me ponga nada, además, esas actividades son muy esclavistas y después tienes que estar al loro mucho tiempo. También le recordé al Turco que él se las da de macho alfa, como la coletas y que entre las sacrosantas tareas de ese sub-grupo está la de encender y manejar la barbacoa y que a mí, más limitado en la pirámide evolutiva esta, me había tocado hacer la ensalada fabulosa que solo me tomó tres minutos quizás cuatro.

El Turco, en la barbacoa anterior que hicimos, usó una bolsa de tres kilos para una barbacoa para tres y ya le dije y le repetí que me parecía excesivo, que tenía la impresión que lo suyo no era lo de la comida hecha en ese tipo de artilugios. En esta segunda ocasión, antes de que la encendiera, corrí a hacerle una foto a la coña:

Estaba el hombre venga a echar briquetas en el brasero y yo escandalizado, que me compré este saco de briquetas para el resto del verano y básicamente lo vació en el brasero y después encendió aquella pira funeraria y empezó a salir humo en cantidades tan grandes que confundió a una tribu de arapajoes que estaba de camping o algo así o quizás buscaban coletas a los que trepanarles la melana, particularmente si son podemitas. Nosotros mirábamos desde lejos asombrado, que lo que no puede decir es que no tenga una barbacoa de calidad, que es una original, la famosísima y legendaria Smoquey Yoe (o Lloe para los argentinos que la otra letra me la pronuncian muy fuerte y me da repeluz). Tuvimos que esperar como una hora antes de que pudiera poner la comida y nosotros venga a quejarnos y decirle que puede ser un muy alto ejecutivo, pero que cuando no se trata de decir o NO, que es lo que hacen los ejecutivos, que está muy pero que muy limitado.

Al final comimos y todo eso y saltamos al domingo por la mañana, ya que con la de kilos que puso de briquetas, yo creo que estuvo ardiendo toda la noche y que algunos en mi barrio se pensaron que yo estaba hospedando la llama olímpica esa. Cuando la estaba limpiando me di cuenta que me faltaba la parrilla interior, una sobre la que se pone el carbón o las briquetas y que desde el inicio, habíamos estado usando el cacharro sin una pieza esencial y quizás el Turco, tan ninguneado por mi y su novia, quizás tenía razón y no era su problema. Me lancé a buscar en la página de la empresa que fabrica esos artilugios y en su tienda ondelain encontré la pieza y la iba a pedir cuando noté que uno de los mayores vendedores en los Países Bajos está al lado de Iquea, a paseo de mi casa y abrían el domingo durante cinco horas. Por supuesto no fui andando, ya que esa mañana salí a correr seis kilómetros y quería aprovechar el rato de buen tiempo, pero pillé mi privilegiada bicicleta eléctrica y llegué en seis parpadeos de ojos. Entré a la tienda, con todas las reglas del virus este tan puñetero, sin estornudar, sin rascarme los mondongos, sin parpadear, sin tocar nada, sin, sin, sin y fui a la estantería en la que tenían partes de barbacoas sueltas y efectivamente, allí estaba la pieza. La compré y me la llevé a mi casa y le mandé una foto al Turco con la barbacoa RESTAURADA:

Aquí se puede ver la parrilla de la comida o superior y la parrilla del carbón o las briquetas, que es la inferior. En la foto además se pueden contar perfectamente diez briquetas, ni nueve ni once, así que ya le he dicho que la próxima vez, le doy exáctamente diez briquetas y espero que no me vuelva a decepcionar por tercera vez. Le he dejado el papel por si tiene instrucciones sobre como encender una barbacoa, aunque ya le he dicho que se vaya al llutuve que por allí seguro que hay gente explicando los conceptos.


3 respuestas a “Chacho que estaba escoñada”

  1. No me puedo creer que cada barbacoa para 3 personas o menos se tengan que usar 3 kilos de briquetas. Eso no es ser rata, eso es ser pésimo encendiendo barbacoas. Yo he ido a mega-asaderos con una sola bolsa y comía más gente que cuando el Jesucristo invitó a pan y vino a la chusma y gentuza de su barriada periférica.

  2. Lo que hacemos por aquí es usar carbón vegetal y prenderlo con una pequeña pastilla combustible, es fácil y cómodo… 🙂
    Salud