Compras y juegos de adultos


Uno de los pocos efectos positivos que ha tenido el virus este podemita-truscolán que nos está jodiendo la vida es que ha hecho que el Turco y el Elegido estén físicamente mucho más cerca. Somos amigos desde siempre y cualquiera que haya leído el mejor blog sin premios en castellano desde hace eones sabe que en los años que estuvo viviendo en Estambul yo fui una y otra vez a visitarlo, con un mínimo de dos por años a menos que él viniera a Amsterdam. Curiosamente, cuando le ofrecieron un trabajo en Holanda, pasé a verlo menos porque aunque físicamente estaba a tiro de piedra, el julay no paraba y al menos dos fines de semana al mes se iba a Estambul a ver a su hija y los otros dos, casi siempre, se iba a la keli de su novia, que trabaja en Alemania, con lo que nos quedaba únicamente los días entre semana y el chamo, hasta hace dos meses, es que no paraba, estaba en un congreso en las Vegas, después me decía que estaba en algún lugar del quinto coño europeo, o en San Francisco, o en Venecia, es que parecía estar haciendo una gira mundial de congresos. Todo eso se fue al traste con el virus truscolán, que lo puso en cuarentena en su casa en Amsterdam y tuvo las luces de decirle a su novia que se viniera y la han hecho juntos. Como él estuvo en las últimas semanas antes de la cuarentena en un montón de sitios, las dos primeras semanas hizo cuarentena a la española, encerradito en la casa, de las de verdad. Después de eso, como aquí se puede ir de visita si todos están sanos y la cantidad de visitantes es inferior a los tres julays y se guardan las distancias, quedamos para que vinieran a mi casa a cenar, lo cual hicieron y después ellos me invitaron a Amsterdam, en su centro turístico y que ahora es como un parque de atracciones cerrado. Como teóricamente el transporte público es solo para la gente que realmente lo necesita para llegar a su casa o a su trabajo, me vinieron a buscar y me trajeron tras la cena. Después de eso y según el buen tiempo, enganchamos un asadero en mi jardín y a ese le sucedió la celebración del cumpleaños de su novia en Amsterdam y este fin de semana, con el último día de buen tiempo y veintipico grados, volvieron para otro asadero y tarde de tomar el sol en mi casa, que ellos vive en un apartamento enorme en Herengracht, que es como la calle más exclusiva de Amsterdam, pero no tienen jardín, algo que yo sí que tengo y el que lo dude, seguramente jamás ha leído esto porque hay fotos con bastante frecuencia.

Una cosa que quería hacer desde hace un tiempo era deshacerme de la mesa y las sillas del jardín, que allá por el 2006 cuando las compré estaban bien, pero que con los años, ese plástico se ha degradado mucho y estaban medio rotas o simplemente rotas, por no decir que el uso de mantel era obligatorio en la mesa de la mala pinta que tenía. Ya hace dos semanas quedamos de ir a Iquea y recoger una, pero en el último momento les dije que pasaba porque justo cinco días antes volvieron a abrir sus tiendas en los Países Bajos y fue el acabose, con unas colas brutales en las puertas por el límite del aforo y no quería arriesgarme a pillar el bicho ese truscolán por un puto mueble que encima tengo que montar yo. Cuando el jueves de la semana pasada apalabrábamos el asadero del sábado, le dije que en lugar de venir diréctamente a mi casa, que fueran a la tienda y me los encontraba en el aparcamiento con toda mi morralla ya comprada. De mi casa a Iquea hay veinte minutos a pata, caminando y diez minutos para los conocidos culocochistas cuando van en sus monturas. No sabía si seguían las colas en la puerta y era un sábado, así que acordamos que yo lo llamaba cuando ya fuera a entrar y ellos salían en ese momento, que les toma unos cuarenta minutos en venir y más o menos eso es lo que me debería tomar el recorrer los kilómetros y kilómetros de la tienda hasta llegar al lugar en el que estaban los muebles, coger las cajas, pagar y salir al aparcamiento.

Mi sorpresa al llegar a Iquea fue que allí no había cola, tenían las líneas hechas con vallas para la marabunta, pero éramos literalmente cuatro gatos y el acceso inmediato. Las nuevas reglas son grupos de dos personas, los niños están totalmente prohibidos, como los truscolanes o los podemitas que viven de subvenciones y el cuento con casoplones, hay que guardar las distancias y el restaurante ha dejado de existir. Yo conozco todos los atajos de la tienda y podía llegar a cualquier punto en menos de ciento veinte segundos, pero como los han cerrado todos y te obligan a seguir un circuito, me tuve que dar el mega-rodeo. Antes de salir de mi casa, busqué en su página güé los productos que quería y le hice una foto a la ubicación en la tienda, pasillo y estantería, que lo tienen todo muy detallado. Sabiendo que era la ruta turística, aproveché para comprar velas pequeñas y servilletas, lo único en lo que me desvié del plan, que ir a Iquea es siempre un ejercicio arriesgado porque te ponen en la cara un montón de cosas que no sabías que necesitas pero te entra un ansia tremenda por comprarlas.

Llegué, prácticamente a tres pasos de las cajas a la estantería en la que estaban la mesa y las sillas y al lado los cojines para las almorranas y lo puse todo en mi mega-carro, que tuve que desinfectar antes de usarlo y fui a las cajas de autoservicio, y como éramos cuatro comprando en un día que en otros mundos del multiverso allí pueden haber miles de personas, hasta había tres cajas de autoservicio disponibles, algo que no me había pasado en la vida. Pagué con la tarjeta y salí al aparcamiento y solo habían pasado treinta minutos, así que encontré un lugar accesible para que me recogieran.

Por si alguno aún no se ha dado cuenta, una gran parte del encanto de estas tiendas es que son como juguetes Legho para adultos, comprar es solo la mitad de la diversión, después tienes que usar esas herramientas de risa que vienen en los mismos para ponerlo todo como debería ser siguiendo unos panfletos de instrucciones con una codificación muy sofisticada.

El Turco llegó unos minutos más tarde, lo metimos todo en su carro y seguimos la ruta hacia mi casa, para montar todo aquello, pero el resultado lo veremos otro día.


8 respuestas a “Compras y juegos de adultos”

  1. Protesto señoría !!! El acusado no dice toda la verdad. Los que leemos el blog desde hace eones sabemos que el turco no es el todo, sino uno de sus tres más mejores amigos junto con el moreno y … ¿el rubio? ¿qué fue del rubio? No recuerdo que haya mencionado al rubio por lo menos en tres años … pero claro, yo no lo he leído todo y a lo mejor me he perdido algo, pero ni de coña me releo los últimos años del blog para saber qué pasó, demasiados posts de tiburones y por ahora el confinamiento no me ha vuelto tarumba como para llegar a eso … así que usted, aclamado autor de la trilogía Láctea que nunca escribió, le recuerdo que ha prestado juramento y debe decir toda la verdad. ¿Qué fue del Rubio? Y no se me ponga como Jack Nicholson en «Uno de los nuestros» con que nosotros no queremos saber la verdad. Como decía Cruise … ¡¡¡ díganos la verdad señor !!!

  2. doverinto, parece que me has leido el pensamiento, ayer estaba yo pensando que habria sido del rubio, pero creo que nos vamos a quedar con las ganas de saberlo.

  3. Entre los diferentes tipos de julays que hay en el universo, yo soy de los que están en continuo cambio (que no evolución) y jamás he creído en las amistades eternas y de hecho, la ristra de mejores amigos desde mi niñez debe abarcar entre quince y veinte. Con el Rubio ha pasado lo que pasó con otros, yo sigo cambiando y cambiando y llega un momento en el que el coste de mantener la amistad es mucho más alto que lo que obtienes de ella y en esos casos, lo mejor es dejarla ir. El Rubio es de los estáticos, así que yo seguramente seré siempre su amigo si alguien le pregunta. Nos mandamos mensajes de cuando en cuando y cuando comenzó el encierro al parecer estaba preocupado porque seguramente me habría afectado un montón y estaría al borde del suicidio. Yo tronchándome cuando lo leía tumbado en mi hamaca en el jardín, tomando el sol y disfrutando la vida. Creo que mi respuesta fue algo así como que definitivamente no me conoce si creía que el encierro acabaría conmigo. En la actualidad y para que no hayan dudas, el círculo de confianza lo forman el Turco y Sergio en Málaga y un milímetro más allá está el que fue mi mejor amigo en el instituto, que hemos recuperado el contacto (algo que también sucede conmigo a menudo, la gente parece que se dan cuenta de lo que se esfumó y lo buscan de nuevo), el Moreno, mi amigo alemán y un grupo en Gran Canaria, con lo que yo diría que estoy muy bien en el tema. Como decía uno que ya no está en los círculos cuando vivía en la isla, mis cumpleaños eran fascinantes porque cada año venía gente diferente, había mucha movilidad en aquel evento y las sillas se perdían fácilmente.

  4. Pues yo al que realmente echo de menos es al Chino. Daba muchísimo juego. Y carcajadas.

  5. Al Chino lo movía el interés. Si puede sacar algo de ti, es amigo tuyo. Cuando lo echaron y se mudó a vivir a casa de la novia, básicamente nos puso en su lista negra y no supimos más de él. Hace poco se vendió su casa en mi calle. Pedía una purriada de leuros por una keli semiabandonada. Tardó más de un año en vender en un mercado en el que las casas se vendían en el mismo día, con lo que ha debido de haber recibido un baño de realidad y habrá ajustado el precio a la chabola que ofrecía.

    Yo echo de menos al Niño.

  6. Lo de pensar que una casa tiene el valor en el mercado que tú le das en tu cabeza es un error común. En mi pueblo, pegada a la mía hay una casa que fue de mi tío-abuelo. El buen hombre se murió y los hijos se enzarzaron en problemas de herencia hasta que la casa casi se vino abajo. Un constructor la consiguió por dos duros y la reformó completamente, la verdad que le quedó muy chula, pero el tamaño de la casa era el que era, y no era ninguna maravilla. Aunque las vistas son impagables, era lo único que valía realmente. El tío pedía 400000 pavazos por una casa que le había costado sin reformar menos de 60000…. De esto hace 5 años y sigue a la venta, vacía. Si no te adaptas al mercado, es lo que hay, acabará pudriéndose otra vez hasta que el tío se apee.