Con dos kilos sí que no


Desde que descubrí el buceo todo el mundo sabe que soy como una de las grandes esperanzas de este deporte, es que todo el mundo me mira y se admira porque se me da tan bien que hasta se creerían que yo lo inventé. Yo desde el principio tengo claro mi papel en el deporte, yo quiero ser un buceador por diversión, hacerlo en vacaciones o tiempo libre y no me planteo ni creo que me llegue a plantear el hacerlo a nivel profesional porque es una vida muy puta. Hablando con uno de ellos, el otro día me dijo que se podía llegar al punto ese en el que ya no te tiras añadiendo kilos de plomo a tu peso para compensar todo lo que llevas y poder hundirte. Según me lo dijo, pensé, claro, es que bajo con tres kilos que es una barbaridad, que casi toda la gente se pone cinco o seis porque son lerdos que no veas y yo en realidad debería aspirar a tirarme con dos o menos. En este cuarto día buceando, salíamos del complejo a las siete, así que no tenía prisa alguna y la primera hora de la mañana la dediqué a arreglar otro desaguisado, uno que me sucedió durante el día anterior y que no he comentado. Ya dije en su momento que el momento más crítico era el del cambio desde Scuba Junkie Komodo a Scuba Junkie Sangalaki, ya que el dichoso Sangalaki está en un punto negro de la red de transporte indonesia y me obligaba a ir primero en un vuelo a Jakarta, que contraté con la aerolínea Batik Air, después de dos horas pillar otro avión para Balikpapan, que contraté con Lionair, esa a la que se le caen aviones sin los extras y después de pasar la noche allí seguía por la mañana la ruta con Garuda Indonesia hacia Berau. Ayer la agencia de viajes en la que compré el billete me informó que el segundo me lo habían cancelado y las alternativas no encajaban en mi planificación, así que tuve que pedir que me devolvieran el dinero y como sabía que existía una alternativa, que era mi plan de emergencia, instalé el programa de Garuda para comprar billete con ellos y eso fue lo que hice en la primera hora de la mañana, solo que el pago falló y lo tuve que repetir y después me llegaron dos billetes para el mismo avión, con lo que mandé un correo para que me cancelen uno. Con este drama de transporte solucionado, bajé al punto de encuentro y salimos como siempre en hora, solo que en esta ocasión, la distancia a la primera inmersión era más corta y llegamos en un suspiro. Esta era de las que me gusta menos, con bichos pequeños en fondo arenoso o de rocas y se me ocurrió decirle al Dive Master que quería reducir el peso en un kilo y bajar con dos. Me dijo que era una mala idea ya que no soy obeso como los comentaristas pero que allá yo. Nos lanzamos y bajé sin problemas y nos pusimos a ver bichos pequeñitos, una sepia pequeña escondida en corales, cangrejos diminutos, de menos de un centímetro y los dichosos nudibranquios, que son espectaculares pero que no miden nada. Según pasaban los minutos y yo fantaseaba con bucear sin peso, comencé a tener los primeros problemas. El tanque con el oxígeno se iba vaciando, me hacía más ligero y la falta del kilo adicional me hacía flotar, con lo que me iba hacia la superficie y yo venga a aletear para recuperar la posición. Una auténtica pesadilla después de la Navidad. A los treinta y cinco minutos el Dive Master me prestó dos kilos que solucionaron el problema. Probablemente por mi drama no me di cuenta que el agua estaba fría pero una francesa que bajó con la China y conmigo casi le da una hipotermia. La China es la anteriormente mentada japonesa, que alguién me dijo que esa era su nacionalidad y hoy me dijo que no, que es China como el chino Kudeiro y en la mesa en la que estábamos charlando otra persona flipó porque creía que era Jordana-de-mielda.

Nuestra segunda parada fue en Karang Makassar o lo que ellos llaman también Manta Point porque al parecer hay mantas. Se bucea en una corriente paralela a la costa de una isla de unos dos kilómetros y medio de largo. Nos lanzamos y no veíamos mantas pero había peces león, vimos un tiburón de punta de aleta negra y otras cosillas. Cuando estábamos cerca de la mitad nos cruzamos por fin con dos mantas, pero después de lo del otro día esto a mi me pareció mediocre. El Dive Master nos indicó que la corriente estaba cambiando y que debíamos dar la vuelta y nos llevaría en el otro sentido, algo que agradecí porque ya me parecía a mi que aquello costaba mucho esfuerzo. En el camino de regreso nos cruzamos con tres mantas más y unos peces unicornio enormes que se peleaban entre ellos por las hembras. El agua estaba a unos deliciosos treinta grados, también conocidos por el punto meada, dulce que no veas. Aguantamos setenta minutos y solo porque a la china llegó a los 50 bares de seguridad.

Después de salir almorzamos y tras esto nos llevaron al punto de la tercera inmersión, en una roca que sale del océano y que tiene una pared bajo la misma con cienes y cienes de millones de peces de todo tipo. Saltamos al agua y estaba fría, pero con ese frío que no mola nada cuando llevas un traje húmedo de tres milímetros. Bajamos y aquello era de fábula, peces Napoleón, morenas enormes, una tortuga gigantesca agarrada a la pared, nudibranquios en los corales, dos pescados escorpiones, más morenas, bancos de peces, tiburones de punta de aleta blanca pero pequeñitos, escondidos para sobrevivir. Habían peces de cien kilos o más y peces minúsculos, aquello es un lugar para flipar. El problema era la temperatura del agua y a los veinticinco minutos la francesa pidió que saliéramos del agua y resultó que no solo nosotros salimos tras media hora, los otros grupos también acabaron antes porque no podían tolerar el frío.

Después regresamos al complejo y llegamos relativamente temprano, a las cuatro y media, con lo que tuvimos tiempo de relajarnos y charlar antes de la cena y después seguir la tertulia hasta la hora de irnos a la cama, que al día siguiente sería mi último día de inmersión.

El relato continúa en Danzando con dugones

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3 respuestas a “Con dos kilos sí que no”

  1. Virtu, yo mismo lo hago, quizá hasta mas caliente, pero sin embargo no me gusta el agua del mar tan caliente para nadar, si voy a la playa, me parece caldo viscoso… 🙂

    Salud