De receta en receta


Una de las verdades más absolutas es que mi mundo, cuando no estoy de vacaciones, gira fundamentalmente entorno a la comida y el cine. Son las dos cosas sobre las que pienso con frecuencia. La lista de la compra es lo más sagrado que hay y visito varias veces a la semana supermercados y tiendas en busca de aquello que me falta, que apunto y rastreo como un podenco. De la misma manera, por los periódicos y páginas que leo pasan recetas y aquellas que despiertan algún tipo de interés las incluyo en mi Pocket y es una pena que no te permitan saber cuántas cosas tienes ahí guardadas porque creo que en mi caso deben ser cientos de recetas, prácticamente lo único que reservo para el futuro.

Hace un par de domingos exploraba mi congelador y notaba que tenía casi un cajón vacío y eso abría todo un mundo de posibilidades. Tenía en la cabeza varios platos de esos que por sus ingredientes o su aspecto despiertan tu curiosidad y como las cantidades casi siempre eran para cuatro, comencé a aprovisionarme de los ingredientes que me faltaban para comenzar a hacerlos.

Pimientos rellenos de langostinos

Mi primer experimento fue con unos pimientos de piquillo rellenos de langostinos y aunque me gustaron bastante y tengo tres porciones congeladas, como que concluí que esta es una de esas recetas para hacer cuando alguien te visita y además, implica que tenga los pimientos de piquillo en mi casa y aquí en los Países Bajos es difícil encontrarlos, con lo que dependo de las visitas a España.

Albóndigas de choco y gambas

Moví cielo y tierra para hacer las albóndigas de choco y gambas ya que el choco es un ingrediente que solo te lo tropiezas en los supermercados chinos, algo que los holandeses no comen ni jartos de whisky de garrafón. A mí me encanta el choco, me encantan las gambas con lo que esto era casi una victoria cantada, estaba convencido que iría directo a mi pequeño libro de recetas de cocina. El lunes volví a casa del trabajo, lo preparé todo, seguí la receta escrupulosamente y mientras la hacía ya hubo un paso que tenía mucho cante. La salsa se hace con las cantidades de aceite de oliva industriales que se usaba para freir las albóndigas y eso me chocaba. Hice el plato y me lo comí pero ese sabor intenso a aceite de oliva de la salsa lo condenó al olvido. Hay dos problemas, las albóndigas tienen un sabor raro, probablemente por el choco y la salsa no ayuda con su intenso sabor a aceite de oliva. Tras la cena, más o menos decidí que ésta era también otra receta condenada a desaparecer de mi pocket y olvidarla. Mi congelador como que seguía esperando las raciones que no llegaban.

Ensalada de pasta con pesto de aguacate>

Me quedaba una receta en la cartuchera, una que no valía para congelar pero que prometía algo exótico. Llevo semanas con la obsesión de encontrar una ensalada de pasta, con el verano me apetece comer frío y la pasta se presta a todo. Encontré una con aguacate y como adoro esa fruta, me lancé a hacerla. Hice la pasta, hice la salsa, monté el plato y de nuevo, decepción. No fue lo que esperaba, simplemente no te dan ganas de hacerlos en el futuro, es una de esas recetas que comes y si lo has hecho en un restaurante, tienes la certeza que la próxima vez que lo visites, no la pedirás.

Empanada de atún

Llegué al fin de semana frustrado por la cantidad tan alta de decepciones (o fracasos) y opté por pasar de todo y tirar por lo seguro. El sábado no iba a estar en mi casa pero el domingo sí que tenía tiempo y ganas de hacer algo así que regresé a un territorio que no falla nunca, la empanada de atún. En lugar de hacerla redonda y acabar con cuatro porciones, elegí la versión rectangular con la bandeja del horno y que te permite tener seis. El resultado fue épico y gracias a la cantidad que hice, tengo cinco porciones de empanada de atún en el congelador.

Pan de huevo

Más o menos en paralelo preparé pan de huevo, el pan canario del que tenía antojo desde hace semanas y como obviamente no puedo pasar por Teror a comprarlo, me lo hice en casa. Calculé para conseguir diez panes de unos noventa gramos y los hice. Este pan despierta en mi cabezón recuerdos de la infancia, de cuando me compraban uno y me lo comía con glotonería. Hoy desayuné uno y el resto está congelado esperando otros desayunos.

Brownie

Cuando ya estaba a punto de meter el pan de huevo en el horno me acordé que había prometido premiar con comida a un grupo de colegas en la oficina si hacían su trabajo en un tiempo récord. Yo soy el que se lleva el crédito de la acción que hacen ellos, igual que es el director de orquesta ese que todo el mundo admira pese a que menea la mano como si se entrenara para algún campeonato de pajilleros y son los otros los que se lo curran tocando sus instrumentos. Pensé en hacer magdalenas, después como que evolucioné hacia los snickerdoodles y para cuando iba a hacerlos resultó que lo que quería hacer era un brownie. Y lo hice. Y lo que es aún más increíble, igual que no toqué el pan de huevo tras prepararlos, hice el brownie, le hice fotos y puse la mayor parte en un recipiente para llevar al trabajo ya cortado en trocitos y el resto lo congelé en dos porciones para algún desayuno futuro. Entre unas cosas y otras conseguí llenar el cajón vacío del congelador, aunque no con la comida que había imaginado originalmente.


3 respuestas a “De receta en receta”

  1. Te apetece un plato ideal para comer frío? Es más, te recomienda dejarlo de un día para otro en la nevera, es un habitual de mis comidas camperas .
    Te dejo el enlace. Ya te digo de antemano que yo le echo en lugar de dos cucharadas de pimentón picante, una y media de dulce y media de picante, y que siempre lo hago con solomillo en lugar de lomo (queda más jugoso). Si te animas ya me contarás.

  2. Ya veremos pero lo de las aceitunas negras no me mola mucho, yo soy más de las verdes. Tampoco hay lomo en Holanda, solo el solomillo del cerdo. En este país parece que la única carne es la picada. Esa sección del supermercado da pena, penita, pena.