Del cuarto al sexto día. Pulau Perhentian Kecil


El relato de este viaje comenzó en Camino a Kuala Lumpur y Tienes un índice con todos los capítulos en Viaje a Malasia del 2009: Índice con toda la historia.

Nos habíamos quedado a media mañana del lunes en mi cuarto día. Después de conseguir alojamiento Mr. Hyde me dejó a mi bola y aproveché para irme a la playa a pasar el día. Puede que resulte extraño para muchos y seguro que soy la vergüenza de la raza pero mis años en los Países Bajos me han enseñado a apreciar el tiempo que paso con mis pensamientos y no hay nada que me guste más que tirarme el día solo en la playa. El sol daba que no veas y el agua no ayudaba a refrescarse porque era como un caldo, a casi treinta grados de temperatura. Me recordaba a todas esas meadas que he echado en el mar a lo largo de los años y que siempre pensé que se debían acumular en algún lado. Ahora ya sé que están en el mar de la China Meridional. Algunos cobardes se refugiaban bajo sombrillas, incapaces de aguantar el sol que castigaba a destajo. Yo por suerte iba muy dopado con las pastillas de betacaroteno y además tenía bronceador así que no experimenté mayores problemas.

Por la tarde me acerqué al Spice Divers para encontrarme con Mr. Hyde y después de darle el informe de mis actividades del día y rapiñarle un poco su conexión a Internet nos fuimos a cenar. Me fascina como este hombre ha podido quedarse en aquel lugar tanto tiempo y como planea seguir allí unos meses más. Es un universo muy limitado (al menos por tierra). Son unos cientos de metros de largo y una franja de quizás setenta metros de ancho y en ella haces tu vida. Como la noche anterior a mi llegada hubo una redada policial en la isla todos los bares estaban cerrados y no se vendía alcohol. Dentro de la hipocresía de los musulmanes, la venta de alcohol está prohibida en ese estado pero eso no impida que existan lugares en los que se consigue y los locales toman tanto o más que los extranjeros. Por lo que me contó Mr. Hyde, a los locales les hacen análisis de orina y si dan positivo acaban con sus huesos en la cárcel ya que supuestamente allí nadie consume alcohol o drogas.

El día siguiente no di un palo al agua. Me levanté por culpa de los gritos de los Gecos, unos reptiles que se alimentan de mosquitos y que gritan GECO y crecen hasta ponerse del tamaño de hamsters. De esos tenía tres pequeños que se metieron en la cabaña por la noche y gritaron hasta hartarse y dos enormes en la puerta aprovechando la presencia de la luz exterior para encochinarse a mosquitos.

También conviene mencionar que mi cama tenía una red rodeándola, mi COCOON, algo que yo completé con el producto anti-mosquitos y las pulseras anti-mosquitos para dormir tranquilo. En el baño, dentro del tanque del retrete había una araña del tamaño de una mandarina, un bicho enorme al que intenté aterrorizar para que se fuera pero sólo conseguí cabrearla y que me mirara con ganas de hacerme algo, así que cerré la puerta y la dejé estar. El problema fue por la mañana cuando eché la jiñada mañanera. Primero tuve que buscar la araña y comprobar que no me iba a saltar por la espalda y una vez localizada, soltar el lastre lo más rápidamente posible. Después de desayunar agarré la cámara y crucé por un sendero hasta Coral Beach en donde hice unas cuantas fotos. No son más de cinco minutos caminando pero sudas que no veas y por el camino puedes ver unos lagartos del tamaño de gatos que impresionan. También las arañas, todas de tamaño XXL y con unas telas de araña que parecen sábanas de grande y ni os cuento al primo de zumosol de la abeja Maya que pasó a mi lado y que sin exagerar, era enorme. Después de volver a Long Beach y hacer unas cuantas fotos, largué el equipo y me pasé el resto del día en la playa, tomando el sol, escuchando audiobooks y sin hacer nada más. Por la tarde volví a quedar para cenar con Mr. Hyde y ese día sí que pudimos tomar cerveza tras la comida. Para el día siguiente me apunté a una excursión para ir a bucear con gafas y tubo y ver diferentes bestias de los mares.

La mañana de mi tercer y último día me levanté temprano, desayuné y mientras comía pude oír la conversación entre tres francesas y una holandesa. Los franceses siempre son pésimos con el inglés así que la pobre neerlandesa tenía que tirar de la madeja de los pensamientos de las otras para averiguar lo que querían decir. Unos minutos más tarde, cuando estaba en la playa esperando para salir me las volví a encontrar. Todos íbamos en la misma excursión junto con una pareja de británicos. Escogimos las gafas y aletas adecuadas para cada uno y nos acercamos al barco.

Salimos en dirección a un lugar cercano a la isla grande, Perhentian Besar y allí nos lanzamos al agua a buscar tiburones. Pensaba que era cachondeo o que serían más bien como cazones hasta que un par de metros por debajo de mi veo un tiburón avanzando muy pegado a las rocas. Aluciné en colores. Después vi otro más y al parecer las francesas vieron tres. Estuvimos allí cerca de tres cuartos de hora, buceando y viendo una fauna increíble, con la familia al completo del pequeño Nemo. Desde allí fuimos a un lugar lleno de corales y si lo de los tiburones fue increíble no hay palabras para describir el sitio de los corales, un auténtico paraíso lleno de formas increíbles y colores alucinantes. Todavía boquiabiertos el guía nos llevó a un punto entre las dos islas, nos dijo que saltáramos al agua y que nadáramos junto con la tortuga. Era ENORME y se movía majestuosamente mientras nosotros la escoltábamos y nadábamos con ella. De cuando en cuando salía a respirar y nos miraba con curiosidad. Pasó otra y nos fuimos detrás de ella y así estuvimos casi veinte minutos, nadando con una tortuga enorme.

A esas alturas todos éramos coleguillas y no dejábamos de comentar lo que habíamos visto y el guía nos llevó al pueblo de pescadores que hay en Perhentian Kecil para que almorzáramos. Pese a que tienen un muelle en el pueblo nos dejó en los acantilados. Estos cabrones siempre hacen lo mismo. La razón es que nos largó justo delante del bar de algún primo/cuñao o familiar y este se encargó de encauzarnos hacia su establecimiento. Me pedí unos fideos con pollo y verduras y recubiertos por una tortilla finísima que estaba delicioso. Flipamos cuando vimos el interior del bar. A un lado el mostrador y la cocina y al otro la cama de matrimonio de los dueños y afuera las mesas para los clientes. Esta gente es muy pobre aunque por otro lado, viven en el paraíso y no les hace falta mucho más. Afuera, en un lugar con algo de sombra estaban un montón de jóvenes matando las horas y mirando lascivamente las tetas de las extranjeras. Supongo que por la tarde se irán a pescar. Después de comer nos recogió de nuevo el guía aunque esta vez si que fue al muelle (el muy cabrón) y desde allí fuimos a otro lugar a ver corales y unos peces con una frente enorme y grandísimos. Era una banda de unos veinte. También nos quedamos sin palabras para describir aquello. El sitio estaba lleno de corales. El último lugar al que nos llevó es Turtle Beach, la playa de la tortuga, un rinconcito sacado directamente del paraíso, una pequeña playa de arena blanca y aguas increíbles en la que pasamos una hora bañándonos y disfrutando. En la arena se podían ver los lugares en los que las grandes tortugas ponen sus huevos. Nos hartamos a hacer fotos allí. Las francesas y la holandesa se hicieron suficientes para llenar un libro de fotos si quieren hacerse modelos, tiradas en la arena, de lado, de pie, sentadas, del derecho y del revés.

Cuando volvimos a Long Beach me fui con la holandesa a tomarnos un batido del copón llenísimo de hielo en la playa y después me fui a preparar mi maleta y echarme una siesta. Volví a cenar con Mr. Hyde y nos tomamos un par de cervezas en el bar ilegal mientras caía un chaparrón. Esa noche nos despedimos ya que a la mañana siguiente me iba para continuar mi camino. Aprovecho para volver a agradecerle su ayuda tanto en la preparación del viaje como una vez allí.

Así acabaron estos tres días de relax y asueto en los que me recuperé de la quemada de los tres primeros días y me preparé para los que estaban por venir.

El relato del viaje continúa en Séptimo día. Pulau Perhentian Kecil a Cameron Highlands


7 respuestas a “Del cuarto al sexto día. Pulau Perhentian Kecil”

  1. Envidia, mucha envidia ;-]. Bucear con tiburones y en corales, yo que hago submarinismo, hace tiempo que estoy frito por algo así. Yo me tiraría allí un buen montón de días.

  2. Dices que viven en el paraíso teniendo los bichos ese tamaño? si yo veo una araña de ese calibre en mi retrete, no vuelvo a aposentar allí el culo así tenga que cagar de campo los dos días siguientes.

  3. Si ya imagino que Mr. Hyde está disfrutando como un enano. Yo creo que todos siempre hemos tenido la idea de irse una temporada a una isla de ese tipo, aunque muy pocos sean capaces de hacerlo y menos de aguantarlo. Porque lo de las heridas chungas que se ha hecho el muchacho son cojonudas.

    Virtuditas, es que en el campo hay aún más bichos incluidos algunos varanos, así que igual pelearte con la araña sale a cuenta ;-].

  4. jajajajaja Virtuditas, Luis tiene razón, mejor te peleas con la araña…jajajaja
    A mi tu descripción me recuerdan ciertas playas de Venezuela y Colombia, pero no la fauna, esos bichos que comen mosquitos…Puag!
    Y lo de los tiburones es cagante…
    Salud

  5. Creo que en Malasia los llaman con otro nombre pero básicamente son lagartos dopados que no veas y no exagero cuando digo que son como gatos y trepan por los árboles. Virtuditas, las arañas del monte eran como tres veces más grandes que la que estaba en mi baño, prefiero cagar con la pequeñina.