Hoy llegamos al tercer y penúltimo vídeo de mi viaje a Gran Canaria y en este caso, se trata del despegue desde el aeropuerto de Gran Canaria. Ya vimos en su momento el primero, Despegando en Amsterdam de noche y seguimos Aterrizando en Gran Canaria. Por casualidades de la vida que son así, repetiremos con luz diurna en la isla redonda y con la obscuridad más absoluta al llegar a los Países Bajos, algo que seguramente veremos la semana que viene porque estas cosas hay que racionárselas al Ancestral, que es el único interesado en los vídeos. En esta ocasión, la música es la canción Ordinary World de Duran Duran, que todos sabemos que mola una jartá. Este vídeo es super-hiper-mega especial por los efectos especiales, ya que ha sido editado como cualquier gran producción realizada en Vecindario capital de Mordor y tiene sus cosillas ya que el único que lo va a ver, tiene unas edades, en plural que ya son muchas y si no le marcas las cosas como que no las ve, aunque incluso con los efectos especiales, como se eche una siestilla justo en esos pocos segundos, se lo pierde.

Mirando al vídeo que está por ahí debajo, se puede ver un círculo casi imperfecto y maravilloso y está alrededor de un lugar. Mucho antes en el vídeo, en el momento del despegue, cuando íbamos hacia la cabecera de pista para saltar a los cielos, en una de las dos pistas paralelas del aeropuerto para despegar y aterrizar, lo hacían varios cazas militares y ese documento estremecedor y aspaventoso está grabado. Se puede ver casi desde el comienzo como un caza corre en el mismo sentido que nosotros a lo lejos para quitarnos la vez en el despegue. En realidad, durante todo el caminillo a la cabecera de pista, siempre vemos al fondo cazas avanzando en paralelo a nosotros y otros aviones militares. Cuando ha pasado un minuto y quince segundos, reduzco la velocidad, meto un zoom de que no veas y pongo el circulito para que el Ancestral vea el caza que despegaba y cuando ha pasado nos esperamos unos segundos porque detrás lo hacía otro. Esto es como una película de alto presupuesto, como de cinco leuros o quizás hasta seis. El segundo caza hasta lo vemos saltar hacia el airote. Seguimos a nuestra bola, despegamos y atentos al segundo minuto y cincuenta segundos en donde hay una toma terrorífica de todas las pasarelas del aeropuerto vacías e incluso en el aparcamiento, no hay aviones. Aquello era un erial, cuando por allí pasaban aviones y aviones y aviones cada día con guiris, chonis y turistas. Casi llegando al cuarto minuto veremos la playa de Melenara y un pelín más tarde, Hoya del Pozo, donde estaba la keli de mi madre antes de que vendiera y como otro que yo me se, emigrara hacia zonas más al norte de la isla para estar en ciudad y más cerca de los suyos y tal y tal. Resumiendo, un espectáculo im-presionante.