El otro día fui a la filmoteca para recibir mi ración de intelectualidad y mi dosis de gente a mi alrededor con gafas de pasta y estaba allí tomándome un capuchino intentando estirar el dedo meñique como hacen los intelectuales mientras fisgoneaba entre las conversaciones de los otros espectadores. Resulta increíble la diferencia de población entre el Pathé Tuschinski, más centrado en cine de autor y en películas serias y el Pathé de Munt, cine que está a ochenta metros y al que llega todo lo que tenga efectos especiales o comedia romántica. Por suerte yo puedo saltar de uno a otro sin problemas. Le sugerí al Niño venirse conmigo y disfrutar de este entorno relajado y ameno pero me miró como si estuviera loco y me confirmó que ni muerto ve la película que yo quería. Por eso, mi sesión doble habitual se convirtió en triple y antes de quedar con él fui a ver Barney’s Version, película que se estrenó a mediados de marzo en España con el título de El mundo según Barney.

Un julay algo marrullero repasa su vida llena de altibajos y trata de contarnos su versión de los puntos más polémicos

En lugar de centrarnos en un punto determinado de la historia de una persona y ver un poco lo que sucede, en esta historia recorremos casi toda la vida del protagonista (desde los veintitantos) y vemos sus tres matrimonios, sus negocios, los sucesos que ocurrieron que marcaron su existencia y demás. Lo hacemos de la mano de Paul Giamatti, un hombre que siempre hace bien su trabajo. Aquí el problema es que aunque hay algunas partes geniales, en otras la película se diluye y aburre y tenemos que esperar pacientemente hasta que pasen el bache y recuperen el ritmo. También me dio la impresión que intentaron contar demasiado y no cortar muchas cosas del libro en el que se basa y eso jugó en contra de la historia. Aunque está bien hecha, esto último pesó demasiado y en mi caso, terminé por aburrirme y siestear en algunas de las etapas de la vida de Barney. Para cuando llegaron los títulos de crédito, salí escopeteado del cine.

Curiosa pero no demasiado amena. Yo la dejaría para una tarde de domingo y verla en casa y así combináis siesta con película.