Ayer me maravillaba con la tecnología y el lugar al que nos ha llevado. A media mañana felicitaba al Rubio por su cumpleaños y charlábamos viéndonos las caras con FaceTime mientras él estaba esquiando en Austria. Me enseñaba las montañas, los remontes (o como quiera que se llame a los telesillas esos) y hasta veía a sus hijos esquiando. Después por la tarde me llamaba por el Esquipe mi amigo Sergio y charlábamos mientras él se preparaba la cena y yo pajariaba en mi salón también viéndonos. Increíble las cosas que podemos hacer. En un punto determinado mandé a Sergio a freír espárragos porque me tenía que ir a patinar. Sin el Rubio ni es lo mismo ni es igual pero uno es un deportista de élite que no se dopa ni con carne de caballo ni con inyecciones de sangre y si me tengo que sacrificar y entrenar pues lo hago. Fui en la Mili o Vanili a la Vechtsebanen y la temperatura era de un par de grados bajo cero, un día seco y con prácticamente ninguna humedad, perfecto para salir a la calle y disfrutar del invierno. En clase me llevé un disgusto porque la Tanqueta no fue, es decir, mi soporte físico y espiritual, la chama obesa que evita que me hostie cuando hago los cruzamientos no estaba allí para darme esa mano tan necesitada. Comenzamos con ejercicios de calentamiento y bajando nuestro centro de gravedad. Yo ya le he dicho a la profe que como siga obligándonos a agacharnos, terminaré patinando mientras arrastro el culo por el hielo que ya está bien de agacharse. Al llegar a los cruzamientos de piernas se ofreció a darme la mano, algo que a mí no me moló mucho porque así no te puedes escaquear. Hice cuatro cruzamientos de piernas terribles en la primera curva y me dijo que estaba preparadísimo y ya podía seguir solo y a partir de la segunda curva me tuve que buscar la vida y prácticamente ver la luz al final del túnel ya que en cada curva estaba a unas milésimas de darme una hostia del copón.
Después nos dijo que íbamos a practicar el no perder velocidad en la curva. Para ello, cuando ponemos todo el peso en la pierna izquierda, balanceamos la cuchilla y la ponemos en cierto ángulo, bien agachaditos y con una línea perfecta formada entre la cuchilla, la rodilla y el hombro, en ese momento empujamos lateralmente hacia afuera con la pierna derecha y al levantarla y traerla de vuelta aprovechamos la energía cinética, magnética y astrofísica para cruzar las piernas. Nos sonaba a rollo patatero y hasta recuerdo que me reí porque no había manera de hacer todo eso recordando los otros pequeños detalles. Salté a la pista, me enfocaron, la gente se quedó en silencio, avancé, gané velocidad, gané aún más velocidad, bajando mi centro de gravedad, estirando la pata mientras balanceaba el cuerpo y al acabar el impulso la levantaba y me quedaba a la pata coja por un corto periodo de tiempo y cuando llegué a la curva, convencido del porrazo que me iba a llevar, saco el culo a la izquierda, me bajo, formo la línea virtual, me impulso con la pierna derecha, la levanto y ¡TOMA CO?O!, crucé las piernas sin problemas y no solo eso, lo hice cuatro veces seguidas. La japuta, nos podía haber contado el truco el primer día que así es facilísimo cruzar piernas. El resto de la clase lo pasé cruzando las piernas en la curva como loco y como vio que todos le cogimos el truco, nos obligó a trabajar en la estabilidad. Ahora cuando avanzamos tenemos que hacer una línea recta perfectísima y al impulsarte con un pie y traerlo de vuelta dejándolo levantado por detrás, hay que hacer como que das una patada (en el aire), volver a poner el pie detrás y tras un poco de tiempo balancear nuestro peso hacia esa pierna y repetir con la otra. Sonaba a bobería que haces con la punta de la polla casi sin darte cuenta pero lo de dar la patadita en el aire afecta a nuestro centro de gravedad y nos vuelve inestables. Uno de mis compañeros casi se arrea un mamporrazo mientras patinaba delante de mí. Por suerte yo conseguí superar la prueba con nota.
Terminamos la lección haciendo el trenecito. El maquinista en cabeza va patinando y los demás vamos agarrados al de delante y tenemos que hacer los mismos movimientos ya que si no el tren descarrila y se rompe. Al parecer trabajaremos este aspecto con más profundidad en la próxima clase. Al acabar la clase estaba baldado y opté por regresar directamente a mi casa. Estaba famélico tras el ejercicio y cansado así que prácticamente volví a cenar y esta mañana al pesarme, había bajado casi trescientos gramos de peso.
Ya solo nos quedan tres clases antes de que acabe la temporada. Estoy pensando en comprarme unos skeelers y continuar con el entrenamiento en primavera/verano …
3 respuestas a “El toque mágico en la curva”
Que considerado estás, llamando obesa a la gorda, pobrecita, se ve que le estás tomando cariño…
Ten cuidado de con quién haces el tren no sea que te endiñen…jajaja
Salud
Yo voy haciendo el chuku-chuku-pi-pí de vagón escoba …
Yo sería incapaz de hacer todo eso; a la segunda frase, ya no me acordaría de lo que me habían dicho en la primera. A mí me va el probar…y ver lo que sale… (aunque los porrazos casi están asegurados, en cualquier asunto del que se trate). Jajaja….