En la obscuridad


Hoy es un día bastante significativo para mi porque en la latitud y longitud en la que me encuentro, cuando se ponga el sol esta tarde será el último día con una duración de la luz diurna de más de diez horas. Como cada día estamos perdiendo cuatro minutos, mañana ya estaremos en menos de diez horas y la debacle continuará hasta el veintidós de diciembre, que por suerte a mí me pillará en Gran Canaria, pero sí que estaré el día anterior y por esa época, la luz diurna solo durará siete horas y cuarenta minutos. Lo de la luz, cuanto más al norte vas, peor se pone en el invierno y aunque puedas creer que no te afecta, el no ver los rayos del sol, el estar en la obscuridad tiene un precio bastante alto. Si durante la semana no salgo a caminar a la hora del almuerzo, básicamente llegaría al trabajo de noche y me iría de noche y solo vería la luz durante los fines de semana. En Gran Canaria, cuando vaya en navidades, al día siguiente de yo llegar, que es el peor día del año por allí, habrán diez horas y veintiún minutos de luz solar, más el calor, que el sol allí cuando te acaricia la piel lo sientes mientras que el holandés es como una bombilla LED, frío que no veas porque el ángulo es demasiado bajo. En los días que están por venir, las velas con su luz cálida se convierten en protagonistas y en los bolsillos de mis chaquetas o en la mochila siempre tengo algún juego extra de luces para la bici que esté usando en ese momento, sobre todo la que uso en Hilversum y a la que le tengo que quitar las luces para que no me las roben en la estación. En estos meses oscuros, vivimos además la nueva Navidad, la comercial, que en muchas ciudades holandesas ya ha comenzado, con las calles con la iluminación navideña que además dejan hasta bien entrado enero o quizás incluso febrero, como fue el caso de Hilversum el año pasado, aunque en el lado positivo, al menos así hay bastante luz por muchas calles y carreteras.

Saltando de tema, ayer tenía la fiesta del cuarenta aniversario de trabajo de un compañero en la oficina, que consiguió las cuatro décadas en la misma (o casi misma, ya que ha cambiado de nombre y de manos algunas veces) compañía. No es el único, hay al menos dos fiestas más que tendremos en lo que resta del año. Para mí, que llevo dieciocho años, se me antoja imposible el alcanzar esa cifra, dudo mucho que la multinacional esté en Europa en esa época, aunque no dudo que yo esté trabajando, ya que la edad de retiro se retrasa continuamente para acercarla a la media de lo que vive la gente, con lo que al final, lo de los planes de pensiones parece más bien un esquema piramidal en el que pretenden que vivamos entre tres y seis meses más de lo que trabajamos, para que no falte del dinero.

En fin, seamos positivos, me estoy tupiendo a castañas asadas y el ascensor de la oficina ya tiene esas paredes pegajosas con los ataques químicos a los que los someto, a ambos ascensores que procuro no discriminar y alterno entre ambos.


2 respuestas a “En la obscuridad”

  1. Si, a mi tambien me afecta mucho la falta de luz solar, además no solo anímicamente me hace falta, tambien necesito su luz para cargar las baterias que me suministrarán la energía necesaria para que funcione todo en el ranchito, menos mal que aquí tenemos mucha luz en el año…

    ¿Ya llevas 18 años en la empresa? No creía que era tanto, pero en fin, a mi es que se me pasa el tiempo volando…
    Salud