Escapada de fin de semana largo a Málaga


Ya se sabe que yo a mi amigo Sergio le tengo mucho apego y siempre que puedo me escapo a verlo. La última ocasión fue a finales de enero en un fabuloso y fantástico relato que conté en Otra visita a Málaga y aquellos que aún no están seniles hasta recordarán que el año pasado más o menos por estas fechas tuve Otro fin de semana en Málaga justo antes del cumpleaños de mi amigo. Este año decidí hacer un pleno y cuadré mis fechas para pasar allí el día de su cumpleaños y además, regresar a España para la noche de San Juan, noche épica en la que no solo celebramos que truscoluña no es nación y que los truscolanes son escoria de la peor y carne de garrote vil sino que además celebramos en la noche más corta la llegada del verano. Por primera vez viajé a Málaga desde el aeropuerto de Rotterdam la Haya o vamos, el aeropuerto de Rotterdam que es como se llamaba antes de que contrataran a algún pollardón especializado en marketing y le cambiaran el nombre para engañar. En todas mis visitas anteriores, que son un montón, siempre he ido desde Amsterdam o Eindhoven con Transavia, Vueling y Ryanair. Mi avión salía a las cuatro y media dela tarde así que trabajé desde mi casa en el día más cálido del mes de junio desde siempre y a la una de la tarde salí en bicicleta para la estación central de Utrecht con una caló que no veas. Dejé la bici allí y seguí en tren hasta la estación central de Rotterdam y a la puerta de la misma cogí la guagua treinta y tres que lleva al aeropuerto, al que vine llegando un par de minutos después de las dos y media. Pasé el control de seguridad en el que el simio estúpido me obligó a quitarme el cinturón sin piezas metálicas para pasar bajo el arco y una vez dentro del aeropuerto busqué mi rinconcito para matar el rato y ver vídeos de mis series favoritas, en este caso de la segunda temporada de Colony. A la hora en la que tenía que comenzar el embarque anuncian media hora de retraso y más tarde lo ampliaron a hora y media. Según una pava, uno de los sensores de un motor estaba escoñado y hasta que no lo repararan no saldríamos. El embarque comenzó a las cinco y media para salir a las seis de la tarde. El vuelo fue tranquilo y lo más significativo es que España está resecada que no veas, desde el aire parece un erial. Ya acercándonos al aeropuerto pasamos justo al lado del Caminito del Rey e incluso hice una foto que no veremos en esta anotación. Vine saliendo del avión a las nueve menos cuarto y como el aeropuerto de Málaga está diseñado para que camines unos cuantos kilómetros a la salida, no llegué a tiempo para pillar tren y tuve que esperar al de las 21:22 en el que casualmente iba mi amigo Sergio, que llegaba desde Mandril, que es donde trabaja.

De lo que sucedió en los siguientes días corro un velo obscuro casi opaco por aquello de respetar la privacidad pero os podéis imaginar que está lleno de comilonas y hasta de un baño en el mar mediterráneo a la medianoche de la Noche de San Juán para purificarme y mandar mucha mielda hacia truscoluña.

El domingo, a las cinco de la tarde, comenzaba el caminito de vuelta en el tren y una vez en el aeropuerto pasaba el control de inseguridad y buscaba las máquinas que venden botellas de agua y que hasta enero valía un leuro y cuarenta céntimos y ahora son treinta céntimos más caras. Pillé una y me senté a esperar el avión en la zona en la que sabía que aparcaría. Llegaba en hora y como uno ya se conoce la cantinela, me puse en la cola para entrar de los primeros. Además, elegí asiento en la parte posterior, casi en la puerta, ya que al aterrizar abren ambas puertas y así salía antes. El embarque fue dramático, con la gente a la que no les dejaron entrar los trolleys porque no había espacio montando el numerito. El piloto nos dijo que en el camino, sobre todo en la primera etapa sobre la península, sentiríamos lo mismo que la compresa de una coja haciendo una maratón, un meneo de-que-te-cagas. Aunque salimos en hora, tuvimos quince minutos de espera para despegar y lo hicimos mirando al mar, con lo que en el vídeo que veréis después está Torremolinos y el más allá, o sea, Benalmádena Costa. Recuperamos algo de tiempo con los airotes y demás y vinimos tomando tierra a las diez y media de la noche, pero con la magia de las noches eternas veraniegas en Holanda, ya veréis que el vídeo no es muy obscuro. Salí de los primeros del avión y de hecho fui el único que se subió en la guagua que salió para la estación central de Rotterdam. Allí me compré unas papas fritas y tomé el tren hacia Utrecht en donde llovía, así que opté por dejar la bici en la estación y volver a casa en guagua. Vine entrando en mi keli sobre las doce de la noche, con lo que la casa de Sergio está a siete horas de mi casa, entre pitos y flautas.

En el siguiente vídeo están todos los despegues y aterrizajes. El primero, en Rotterdam, nos permite ver brevemente la ciudad y el aeropuerto. La aproximación al aeropuerto de Málaga es por tierra, con todo seco, salvo por un campo de golf que espero y deseo que rieguen con aguas de jiñote o eso es un crimen. El siguiente despegue es en dirección al mar mirando hacia Torremolinos y el aterrizaje es del lado opuesto a la ciudad de Rotterdam. La musiquilla que acompaña este documento estremecedor es la canción The Arrival de la banda sonora del peliculón Gattaca

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4 respuestas a “Escapada de fin de semana largo a Málaga”

  1. ¡Video maravilloso!
    Casi mejor que si hicieras una foto de algún «avistamiento» jajajaa 🙂
    No pierdo la esperanza… 🙂
    Salud

  2. Aquí de bañarse en el mar la noche de S. Juan nada de nada, que ya tenemos demasiadas malas experiencias al respecto. Y encima este año eran mareas vivas y tuvieron que empezar el desalojo a las tres, porque querían intentar sacar la mayor cantidad de mierda de la playa antes de que se la tragara el mar.
    Un compañero de facultad todo tímido el chico, un S. Juan se agarró tal moña que se le dió por entrar desnudo en Riazor de madrugada, y esa imagen de carnes trémulas, vomitando y con el nabo tratando de meterse dentro de su propio cuerpo para protegerse del frío no se me olvidará en la vida. Traumático. Sobre todo para él cuando empezaron a decirle por megáfono que saliera del agua pero YA.

  3. Al ser tú ya tan mayor, al menos de esa experiencia no hay mil vídeos en el güazap y el CaraCuloLibro porque en aquellas épocas esas cosas no existían, ni siquiera las cámaras en los teléfonos. Si lo hubiera hecho ahora estaría bien jodido y mal pagado

  4. Es curioso como me ha venido a la cabeza «le dice el cazo a la sartén», solo que en gallego, que queda mucho mejor: «díxolle a pota ó caldeiro»….
    PD .- soy más joven que tú, te pongas como te pongas 😛 , pero tienes razón, menos mal que no hay fotos del momento exacto, pobrecillo…