High Life


Ciencia ficción y algo de terror y en el espacio. Ahí ya tienes toda, toda, toda mi atención y mi interés y si resulta que solo ponen el trailer en la filmoteca y que cuando se estrena solo está en un cine de la cadena, pues me obligas a plantearme una visita a Amsterdam para ir a verla porque esto sí que es algo que yo no me pierdo ni muerto y enterrado. Como además uno nunca sabe si estas cosas van a estar en pantalla una semana o tres meses, la prioridad para verla la puse en estado crítico. Al parecer en España la han visto en prácticamente todos los festivales de los últimos seis meses y además tuvo un estreno limitado en salas en febrero. La película se llama High Life, que obviamente, se traduce al español por truscoluña no es nación.

Un julay vive con su hija en una keli metálica cochambrosa

Resulta que en un futuro probablemente lejano pero que se parece muchísimo al nuestro, a un grupo de condenados a muerte les ofrecen formar parte de un experimento en el que envían una nave al espacio, fuera del sistema solar, para ir como a un agujero negro o algo así y en el camino, hacer estudios de reproducción en el espacio. En el camino, todo se va al garete y acabamos con un tipo y su hija, una niña pequeña, que están solos en una nave espacial que parece estar descomponiéndose. Después iremos mirando hacia atrás para comprender como se ha llegado a ese punto.

Si en lugar de comenzar a contar la historia con el chamo y su hija vamos desde la imagen más antigua de todo el grupo hasta acabar en ese punto, yo le habría dado una nota más alta porque los saltos temporales, que al principio son pocos pero en un punto determinado nos vamos al pasado y ya no volvemos al presente hasta el final, complican en demasía la película. Somos julays simples y esto es demasiado enrevesado, hay ratos que vemos a la niña como un bebé y al momento estamos con un grupo de gente de la que poco a poco descubrimos que son criminales, que estaban condenados a muerte y que se metieron en esta coña por vivir un rato más. El protagonista es Robert Pattinson o Edward, que es el nombre del vampiro de la Saga Crespúsculo que lo hizo famoso. Reconozco que a mi siempre me ha caído bien, hasta con esa nariz tan rara que tiene como si se hubiera estampado con una cristalera y aquí vuelve a hacer un papel de esos en los que se desmelena con su sufrimiento interior, solo que esta vez no es por culpa de unos güevos azules por no poder chingarse a una chama. La doctora que lo usa como cobaya es la actriz Juliette Binoche y parece que hay algo de química entre ellos. Hay unos cuantos secundarios más, los otros criminales, pero como comenzamos la película solo con el padre y la hija, ya nos queda clarísimo desde el principio que poco a poco irán cayendo. En realidad, terror lo que se dice terror nunca hubo. Hay algún susto pero esto es más una película de tensión y de las extrañas relaciones que se pueden dar en un entorno hostil. Sin ser un peliculón, al final consiguieron una historia interesante y que entretiene, aunque acaba con un final chorra que no veas.

Si eres un miembro del Clan de los Orcos, que sepas que esto no es para ti. Sí que puede ser algo que interese a los menos talibanes entre los sub-intelectuales con GafaPasta.


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