Imparable – Unstoppable


El cine de acción lleva desde que cruzamos el umbral del año 2000 de capa caída. No sé qué paso pero un día todos éramos fans y se llenaban las salas y al día siguiente solo hay comedias románticas en carteleras y se acabó la diversión sana y sin complicaciones. Ahora tenemos una de estas películas tan especiales de cuando en cuando y las paladeamos y disfrutamos como si fueran el mejor de los licores. Este es un tipo de cine que se ve mejor en compañía de otros y en este caso, el uso del masculino no es globalizador sino que determina claramente el sexo de los acompañantes. Las mujeres no parecen tener la capacidad de disfrutar de estas películas bobas en las que por supuesto que todo se ha exagerado un montón. La última película de acción pura que he visto se llama Unstoppable y en España se estrenó en noviembre del año pasado con el título de Imparable.

Dos julays que van en el tren chiqui-chiquí-pum han de salvar al mundo y al universo desconocido de un tren sin conductor que se ha empeñado en hacer pupita de la mala a un montón de gentuza

Un tren se marcha sin conductor y lleno de materiales tóxicos e inflamables de su aparcamiento y se dirige hacia una ciudad en la que si nadie hace nada, descarrilará y provocará una masacre. Mientras todos los intentos por detenerlo fracasan, un joven conductor de trenes acompañado por un abuelete ingeniero idearán un plan para parar al otro tren y llevarse toda la gloria del universo conocido.

Tony Scott es un director de películas de acción. A él le debemos algunas de las mejores de los últimos treinta años. Y como la cabra siempre tira para el monte, vuelve al género que tanto le gusta y nos regala una historia muy simple y que asombrosamente, está llena de adrenalina. Si a mí me dicen que con trenes se puede hacer una peli de acción no me lo creo, que lo de los ferrocarriles es muy simple y van todos por la misma vía y hay poco más. Como mucho, una colisión fastuosa y miles de millones de daños materiales e historias entrañables y lacrimógenas pero eso no sería una película de acción. El hombre le da la vuelta a la tortilla y consigue que Denzel Washington parezca que tiene vida y que sufre de verdad con la tensión de su trabajo. A su lado está el fabuloso Chris Pine que borda este tipo de papeles en los que es malo pero lo que de verdad quiere es ser una bellísima persona y leer bitácoras melosas como la de cierta amiga mía que no vamos a nombrar por aquí. Con ellos dos y muy poco más, la historia va incrementando sus niveles de tensión y nos vemos en el borde de la butaca, comiendo las uñas de los pies del vecino y con ese molesto temblor propio del uso y abuso del stress. Hay muy pocos personajes adicionales. Tenemos a la chama que controla a los equipos de trenes, a un ejecutivo malo y así como si dijéramos de pasada a la chama que votó de su casa al pobre conductor y las hijas pencas del ingeniero, todas ellas con derecho a menos de dos minutos de película y obligadas contractualmente a poner caras de satisfacción similares o iguales a las de los caballeros Jedi en el retorno del Jedi.

Esto es cine de acción del bueno. Una lástima que ya no esté en cartelera pero igual es perfecta para avisar al clan de los Orcos al completo, comprar un montón de cervezas y cosas que ciertamente produzcan cáncer y gritar como bellacos frente a una tele de tamaño apreciable antes de salir y rematar la noche ofreciendo cinco euros a todas las feas que os crucéis en los bares para que os las chupen.

07/10


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