La historia de Rina y Razi


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MSS, originally uploaded by sulaco_rm.

La historia de Rina y Razi para mi comenzó en un garito de carretera en Malasia, allá por el año 2009. Iba en una furgoneta llena de turistas que viajábamos desde las islas Perhentian hasta Cameron Highlands. A medio camino paramos a almorzar y como sucede siempre con estos viajes organizados, te llevan al restaurante en el que ellos tienen comisión y en el que además, se cruzaban varias líneas de la empresa y movían gente de unas furgonetas a otras. El lugar se llamaba Mamak Spicy Specials y era una especie de restaurante de comida hindú hecha al estilo malayo. En realidad el concepto de restaurante se les quedaba muy holgado ya que era como una cabaña enorme sin paredes laterales con la comida ya preparada en el centro y tú señalabas lo que querías y ellos te llenaban un plato. Al cocinero le debieron extirpar de pequeño las papilas gustativas porque le ponía cantidades ingentes de picante a la comida. De hecho, todos salimos corriendo hacia las botellas de agua según íbamos probando nuestros platos.

Mientras comía me fijé en un poster a mi lado que informaba que el momento histórico en el que el universo recibió la bendición de este restaurante fue en un 31 de agosto del año 2003, cuando Rina y Razi abrieron su primer local, al que siguieron otros en el estado de Kelantan.Todo el mundo en ese estado disfruta de la comida super-hiper-mega picante de Rina y Razi, los reyes del chili. No me pude contener y le hice una foto al cartel porque parecía un anuncio de búsqueda y captura con recompensa incluida. Sobreviví a su comida picante aunque creo que tardé al menos seis horas en recuperar el sentido del gusto y me aprendí muy bien el nombre de su cadena para evitarla en un futuro.

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4 respuestas a “La historia de Rina y Razi”

  1. No me gusta el picante, distorsiona el sabor de los alimentos, además que el objetivo de Birmania se pone a rabiar…jajaja
    Salud

  2. Precisamente en Londres (donde nos estás llevando a pasear fotográficamente hablando), estuve en un restaurante indio (que me recomendaron los del hotel). El sitio era de lujo, lujo y lujo (que aún me estoy acordando de la cara de la recepcionista que nos habló de él), pero el picante debía de ser el mismo del que hablas; aquello era insufrible. Eso sí: los platos, el lugar, el entorno, y los camareros??todo guapísimo. Y a lo mejor alguien se puede preguntar por qué entré, cuando me di cuenta de que era de lujo??y no estaba dispuesta a gastarme tanto dinero, y ahora culpo a la del hotel. Pues sencillo: Eran las 00:45 horas; en unas calles donde sólo había casas, pubs, y el Hyde Park; estábamos muertos de hambre y muy cansados para desplazarnos más metros. Aún así, fue una experiencia fuerte, intensa, excitante y muy rabiosa (como dice Genín).

  3. huitten, este más que restaurante hindú era la versión de la comunidad hindú en malasia, que es bastante numerosa. No hay pollo tikka ni tandoori ni coñas por el estilo. Me pregunto como se os ocurre ir a cenar a las 00.45, casi mejor buscar un 24 horas y comprar sandwhiches o algo parecido.

  4. Cenamos tan tarde, porque el avión llegó con retraso. Y no te creas…resultaba complicado (con el hambre y el sueño que arrastrábamos) ponerse a buscar un 24 horas o comprar cualquier cosa rápida; más aún, en el barrio residencial en el que estábamos. De todos modos, te voy a ser sincera del todo: cuando la recepcionista nos dijo que en ése restaurante se cenaba hasta las tantas, y que estaba a dos calles del hotel, vimos el cielo abierto…porque íbamos reventados (el motivo de tanto cansancio merecería una historia aparte). Pero cuando vimos la entrada del restaurante (con el portero de uniforme, con gorrito, etc.), nos entró tal curiosidad…que pensamos que valdría la pena gastarse más pasta, aunque solo fuera por la experiencia. Y, al final, resultó divertidísima y muy satisfactoria. Aunque eso sí: ése gustazo no se lo puede dar uno todos los días.