Hace casi dos meses tuvimos en el lugar donde nada es lo que parece una pequeña y estremecedora saga que comenzó en Todo lo que sucedió y en la que relaté, durante varios episodios, todo lo relativo a la detección y parcheamiento de la hernia inguinal que me diagnosticaron. La cosa no acabó ahí, ya que hubo una movida a posteriori que no se cerró hasta la semana pasada y que paso a relatar para completar la historia. Unos días después de la operación, cuando la recuperación avanzaba, noté, en la ducha, que me volvió a salir la hernia o al menos, volvía a tener un bulto exactamente en el mismo lugar. Fue un momento totalmente melodramático y en el que te acuerdas de cuando te dijeron que algunas veces la operación salía mal y que entonces había que repetir haciendo la tradicional, en la que te sajan con un cuchillo barato de tienda de muebles sueca y después te cosen con hilo de tienda china y te dejan cuatro días ingresado en el hospital más una recuperación larguísima. Como yo casi ni estudié las letras y definitivamente me faltaron algunos números, antes de asumir lo peor, pedí hora para mi médico. El chamo la miró y después me miró a los ojos y me dijo que creía que la malla esa de red de pesca reciclada seguramente se había movido y tendrían que repetir la operación o hacer la otra, pero como él solo es médico de cabecera, me dijo que llamara al hospital para que me lo viera el cirujano.
Llamé y tras tres saltos de operadora, llegué al departamento correcto en el que la enfermera que cogió el teléfono, me hizo una serie de preguntas, concluyó que lo tenía que ver el cirujano y me dijo que todos, todos, todos los cirujanos de ese departamento estaban en un curso de una semana de corte y confección para aprender a coser las heridas mejor y así ahorrar en hilo y que eso hacía que para cuando me podía dar hora, yo ya estaba en Gran Canaria por navidades. Como no me dolía, pusimos la fecha de la visita en enero, después de regresar.
Siguieron pasando los días y de repente, cuarenta y ocho horas antes de mi salto a Gran Canaria, ya sin dolores de ningún tipo en una de las heridas que me hicieron al abrir, me meto en la ducha y cuando estoy en la fase de agua fría, veo que la hernia ha desaparecido de nuevo, como que del frío se r-escondió o algo así. Cuando salgo de la ducha y me seco, sigue r-escondida y así estuvo todo el día y hasta el día siguiente, así que cuando viajé, todo parecía estar bien.
Por seguridad y pese a que me dijeron que podía empezar a correr a la semana, dejé pasar cuatro semanas hasta que retomé la actividad, ya en Gran Canaria. El día después del día de Reyes, por la tarde, tenía una llamada de seguimiento con el cirujano y como era de esperar, me llamó. En mi ficha, el hombre vio lo del bulto y me preguntó sí seguía o se había evaporado. Le dije que lo tuve como tres semanas y después no sé qué pasó que no lo encuentro, a menos que lo tenga en la chepa que de ese lado no me puedo ver. Me contó que eso es algo «normal» y que lo que pasó es que al operarme, al abrirme un poco y meter las herramientas y la red, se crea una cierta cantidad de «humedad» en el interior y usó exáctamente esa palabra en el neerlandés y que esa «humedad«, unos días después de la operación, puede provocar una inflamación que se puede ir en un par de días o en un par de semanas, el tiempo que tarda el cuerpo en absorber la susodicha «humedad«. Según el cirujano, seguramente estaba todo bien y como ya tenía una cita con él para diez días después, que nos veríamos y él haría una inspección visual y tal y tal.
Volví a los Países Bajos y el día acordado, hice el paseo hasta el hospital en bici, llegué precisamente dos minutos antes de tiempo porque no te dejan entrar hasta cinco minutos antes de tu cita por aquello de limitar la cantidad de julays en el interior, fui a la zona de los despachos de los cirujanos, las asistentes me dijeron que me metiera en la sala de consultas número uno y él entró al minuto, me lo miró, me lo tocó, me hizo expulsar aire con fuerza y saña y me dijo que estaba definitivamente solucionado y que todo iba bien y de nuevo, me contó lo de la «humedad«. Le pregunté si podía volver a usar la rueda de abdominales y me dijo qe sí, que sin problemas. En total estuve en el interior del hospital cinco minutos y ahora, al parecer, sí que está todo atado y bien atado, o cosido y bien cosido. Al día siguiente, después de correr, usé la rueda de abdominales por primera vez en cuatro meses y las agujetas en el tripote me han durado cinco días.
8 respuestas a “La humedad”
Jo! Parece mentira las chapuzas que hacen con uno, yo no me creo que esa vaina fuera normal, te hubieran dicho antes o después de operarte que podría haber ese efecto secundario, que no te preocuparas si te ocurría, en fin no te digo lo que pienso de ellos para no cabrearte mas todavía… 🙁
Salud
Yo también pienso que si es algo que sucede con alguna frecuencia, debería estar en la lista que me dieron. Me alucina más que mi médico de cabecera no supiera nada, pero leyendo en páginas en español, en España también sucede y te tupen a antibióticos que no sirven de nada. Lo que cuenta es el final, que ha sido el correcto.
Que es el correcto o eso crees tú, quizá te estás pudriendo por dentro, aunque bueno, bien pensado, algo podrido por dentro has estado siempre, jejeje…
Virtu, pobrecito, no seas mala… 🙂
Salud
¡Pero creo que tienes razón! 🙂
Salud
La mayoría de los efectos secundarios que cuentan en las páginas en español es de movidas chungas en los güevos, como que se te pongan azules, se te pudran y te los corten. Yo prefiero una y mil trillones de veces que me tengan que hacer la operación de nuevo a esas movidas chunguísimas. Es más, si mi médico me dice que eso me puede pasar, les digo que me operen, me provoquen un coma inducido y me mantengan en coma por lo menos tres semanas, hasta que todo esté normal.
Me alegro que sólo haya sido un susto y que vuelvas a ponerte rocoso con las abdominales que con esa tripita parecías que estabas de 6 meses
Total, para que los quieres? no controlo de huevos, pero llevarlos ahí colganderos no tiene pinta de ser cómodo… 😉