La mirada del amor – The Face of Love


Hay dramas y dramones. Parece que últimamente en el mundillo del cine, si de lo que se trata es de llevar a la pantalla una historia dramática, entonces se eligen puretones y si es acción, comedia o algo más ligero, chochas impresionantes y pavos que parecen adolescentes. En fin, que gracias a esta regla al menos tenemos a un montón de actores y actrices que saben como hacer su trabajo en pantalla y podemos disfrutar con ellos, aunque sea yendo a la filmoteca, lugar al que están condenadas estas películas que no van a ser bombazos en taquilla. Hoy hablaré de The Face of Love, la cual se estrenó en octubre del año pasado en España con el título de La mirada del amor, supongo que porque el traductor faltó a clase el día que explicaron las palabras cara y mirada.

A una julay pasada de hervor se le ponen los pezones como garfios cuando se encuentra con un chamo que parece el clon de su difunto marido

Una mujer que está enamorada hasta las chacras cae en una profunda depresión cuando su marido muere. Después de unos años llorando y sin hacer mucho más, un día sin quererlo se tropieza en un museo con un chamo que es clavadito al maromo que la empalaba hasta diñarla. Sobre la marcha la colega empieza a lubricar y deja un charco allí mismo y a partir de ahí buscará la forma de camelárselo y llevárselo al catre para que se la jinque hasta los mismísimos güevos. Por supuesto no le dice que es algo morboso y cuando después de una hora de película el colega se entera al conocer a la hija de ella, se rebota todo y se va con su rabo a otra parte.

Esta es una historia de amor curiosa, más bien es como de obsesión física, ya que a la colega no le preocupaba demasiado que el nuevo sea otra persona, para ella la cosa es que si se parece al otro, debe ser el otro y como todos sabemos que la belleza y todo lo demás es puramente exterior, ella dale que dale a enrollarse con el hombre. Está interpretada por Annette Bening, que consigue resultar creíble como esa viuda negra algo macabra. Su vecino y el chamo que la ama sin poder ponerle la pierna encima para que no levante cabeza es el fabuloso Robin Williams, un actor que de siempre me gustó pero que está envejeciendo muy mal, o se le ha ido la mano con las operaciones, porque cada vez se parece más al chino Kudeiro. El hombre que muere y reaparece es Ed Harris, un actor que de siempre ha tenido un gran aplomo en pantalla y aquí lo vuelve a demostrar.

Sin ser un peliculón del copón, esto es más bien como un telefilm, entretenida y amena y que vale perfectamente para pasar el rato. Al final se les fue un poquito la mano, pero bueno, no sales del cine con mal sabor de boca. Por lo complicado del concepto, los miembros del Clan de los Orcos no tienen la suficiente capacidad neuronal para comprender algo así. Para los demás, espera a que la pongan en Antena Triste un domingo por la tarde.


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