La pirámide Chang


Yo soy el primero en reconocer que lo mío no es el artisteo, que de siempre fui brutito como pocos y la originalidad nunca me rozó ni pasó cerca. Cuando estuve en Chiang Mai hice una escapada a la jungla, pasando una noche en la misma, como conté en su día en Caminando en la jungla durante dos días por si alguno tiene dudas y en aquella caminata entre animales dañinos, los seis que la hicimos y un alemán que nos trajeron, por la noche, sentados a la intemperie, con millones de animales gritando con saña y unos mosquitos que eran como golondrinas de grandes y que no picaban, te vacunaban directamente, nos tomamos toda la cerveza disponible en varios kilómetros a la redonda, sobre todo porque un inglés y tres canadienses le daban un empujón al significado de la expresión alcohólicos conocidos. Por la mañana del día siguiente, el de la resaca, yo me levanté temprano y tras ver una serpiente de dos metros venenosa a la que nuestro guía provocaba para que yo le hiciera fotos y pretender ponerme en la mano una tarántula enorme que le dije que se podía meter por el agujero que más gustito le diera, me bajó del cielo un ramalazo de artisteo e hice una pirámide de cervezas Chang con cuarenta y cinco de las latas, que no eran todas pero es que los intentos de seguir haciendo crecer la pirámide fracasaban.

Por descontado, el primero de los borrachuzos que se despertó la destruyó con gran estruendo para despertar a los otros, que el arte es mejor efímero. Por suerte tenemos el documento gráfico ya que mi cámara estaba a mano.

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Una respuesta a “La pirámide Chang”

  1. Con calor, unas cervecitas bien frías es una delicia, pero no para colocarse, para eso se necesita algo un poco mas fuerte… 🙂
    Salud