La subida de África


El otro día conté el viaje de ida y hoy hacemos el itinerario contrario, que como expliqué en su momento, por motivos económicos y de horarios, el regreso era con Buelin, aerolínea de la que yo nunca he sido un gran fans porque me han metido unos pallufos brutales y en alguna ocasión, me he pegado horas tirado por culpa de retrasos. Algo salió mal cuando saqué la tarjeta de embarque, ya que por lo general, con ellos, lo tengo que intentar cincuenta veces hasta que consigo un asiento de pasillo o ventana, que se empeñan en ponerme en el asiento de en medio para que pague, pero en esta ocasión me dieron directamente asiento de ventana, con lo ilusionado que estaba yo en pasarme la semana intentando sacar la dichosa tarjeta de embarque. Mi vuelo era a las once y veinte de la mañana, así que el sábado, fui primero a desayunar con mi madre en una churrería, siguiendo una tradición ancestral que dice que los sábados el desayuno es de churros, aunque en ese caso fueron porras, que es lo que mayormente llaman churros en las Canarias. Después de eso, ducha y para el aeropuerto, con mi bolso de mano y una bolsa de plástico para poner debajo del asiento delantero y blah blah blah. Como recién llegué de Navidades con veinticinco kilos y de Málaga con diez más, uno puede pensar que no me traigo comida y se equivoca, que yo acaparo comida como Virtuditas pañales del Ancestral, nunca tengo bastante. El control de inseguridad en el aeropuerto de Gran Canaria, comparado con los dramas de Schiphol, es maravillosamente eficiente y ni me pusieron pegas a mi sobrasada, a mi chorizo de teror ni a las otras cosas de untar que llevaba.

Una vez dentro, busqué la legendaria máquina de las botellas a UN leuro y ha desaparecido del aeropuerto de Gran Canaria y ahora las botellas valen UN LEURO Y CINCUENTA CÉNTIMOS DE LEURO, que es un incremento desproporcionado del cincuenta por ciento, un robo y un atraco a mano armada por los ladrones de AENA y las empresas que contratan el servicio. Por supuesto han puesto chorros para llenar las botellas de agua pero hay que estar loco para enchironar y beber agua del chorro en las Canarias, ese agua tiene tanta lejía que te puede volver albino. Me tomé un cafelito en cierta franquicia de comida rápida que tiene la misma máquina que los otros locales del aeropuerto pero te cobra cinco veces menos y después caminé durante una hora. Cuando por fin anunciaron la puerta, le ponían al avión un retraso de media hora, algo imposible e improbable ya que yo llevaba el control del vuelo hacia Gran Canaria y venía en hora. Después el retraso aumentó. En Buelin se embarca por zonas, así que los lerdos con niños van a meterse al principio y los trabajadores los mandan a hacer gárgaras y a esperar su zona, algo que te alegra el alma, que nunca he entendido como alguien con niños tiene que entrar el primero para bloquear a todo el mundo y frenar el embarque.

Una vez dentro, el piloto nos informó que se cagaba en la puta madre de todos los franceses y sus putas huelgas, que el retraso era por ellos y que no nos daban permiso para pasar sobre la mierda de país de esa gentuza que se quiere retirar tres años antes de empezar a trabajar y con sueldos de ladrón y diputado podemita, truscolán y suciolista. Al final, la aerolínea, buscando alternativas, cambió la ruta del vuelo y fuimos directamente hacia el norte, pasando paralelos a Portugal y desde Galicia tirando para el Reino desUnido y después enderezando para Bélgica y los Países Bajos o algo así, aunque una vez en vuelo como que les dieron permiso y volvieron a cambiar la ruta y desde Galicia enfilamos para Bélgica y los Países Bajos. A mi lado sentaron a una pava con niño reposeído pero como captó bien pronto que a mí de mi ventana y de mi vídeo para el Ancestral no me iba a mover, consiguió un asiento en otro lado y se piró con la bestezuela y se puso otra pava en el asiento del pasillo. El vuelo, aparte del retraso de hora y pico, transcurrió sin mayores sustos. En el aterrizaje había una porquería de tiempo, con nubes y llovizna. Al llegar, tuvimos que esperar un rato largo para que vinieran a conectar el avión a la terminal y después salir, hacer la carrera por la terminal, llegar a la estación de tren bajo el aeropuerto y pillar el tren a Utrecht Centraal y desde allí cambié al tren a la estación de mi barriada periférica e hice los últimos novecientos metros caminando pese a la llovizna. Vine llegando a mi casa algo más de una hora después de lo que pensaba, justo el día antes del fatídico cambio de hora veraniego y sabiendo que al día siguiente me habían invitado para un almuerzo estirado hasta cena.

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4 respuestas a “La subida de África”

  1. 1º pasaste por encima de buena tierra, ya noté yo ese día que se nublaba el día…. 2º lo del almuerzo estirado hasta la cena es de lo más normal del mundo, no?

  2. Genín, no se me olvidó, esas son otras anotaciones. Esto es solo el registro en mi bitácora del viaje.

    Virtuditas, como la cena es después de las 5pm, si empiezas el almuerzo a la una y media de la tarde o así, llegas a la cena fácilmente si hay conversación.