Las reglas


El martes de esta semana el gobierno neerlandés anunció nuevas medidas para contener la segunda ola del virus truscolán y podemita. Lo primero es que se sigue sugiriendo el uso de la mascarilla en el interior de establecimientos y edificios públicos y remarco lo de sugiriendo porque llevan tres meses debatiendo en el parlamento para modificar la constitución o crear leyes que permita obligar y decían que estaría aprobada en julio, después fue a finales de agosto, después fue a finales de octubre y ahora están diciendo que para principios de diciembre. Por eso, aunque veas un cartel en una tienda diciéndote que debes entrar con mascarilla, si no te la pones, no te pueden obligar y lo único que pueden hacer es pedirte que te vayas por su potestad a tener reservado el derecho de admisión pero también saben que te pierden como cliente por y para siempre. En la estación central de Utrecht es más escandaloso porque lo repiten por la megafonía más frecuentemente que ese jodido y odioso anuncio en los aeropuertos españoles recordándote que no se anuncian salidas por la megafonía del aeropuerto y que recuerdo que cuando lo implementaron, era para limitar la contaminación auditiva en los mismos y acabaron incrementándola. En la estación central de Utrecht repiten lo de las máscarillas y después más de la mitad de los empleados de la compañía ferroviaria y la práctica totalidad de la policía están sin mascarillas. En fin, que entre las nuevas medidas se limitó el número de visitantes diario a tu casa a dos personas, la misma cantidad de gente que se puede parar a hablar por la calle, se fijó el límite para los funerales en treinta y para bodas en veinte, ya que al ser éstas más alegres, es más probable el contagio. Se prorrogó la prohibición de venta o consumo de alcohol a partir de las ocho de la noche en la calle y se extendió el cierre de bares y restaurantes hasta la mitad de diciembre. En donde me clavaron una puñalada truscolana, podemita y trapera fue en el cierre de cines, museos y teatros por quince días, cierre que comenzó el miércoles a las diez de la noche. Yo, que ya lo veía venir, estaba de nuevo con el frenesí y el domingo fui a ver dos pelis y del lunes al miércoles vi una cada día. Mucho me temo que prolongarán el cierre de los cines aunque no hay un solo caso probado de contagio en un cine o un teatro, lugares con un gran espacio interior y en el caso de los cines, el aire acondicionado lo tienen fortísimo y renuevan completamente el aire de la sala cada diez minutos, con lo que en una película de hora y media cambian el aire nueve veces. Por lo demás, han permitido que las tiendas sigan abiertas, pero sin bares y restaurantes, la gente no está por la labor de irse de compras al centro de la ciudad cuando lo único que puedes hacer es compras y según acabas te tienes que volver. También puede suceder y sucede con mucha frecuencia que si vas de compras en grupo, la cola para entrar a la tienda es épica y solo podrá entrar una o dos personas. Este es el caso de cierta cadena de tiendas de muebles de Suecia, en la que no se permite entrar a más de dos personas y definitivamente se cuentan los niños y se controla tanto fuera de la tienda en la cola como dentro que se mantengan las distancias.

Todo esto porque al final, la frialdad nórdica no ha sido suficiente para contener la transmisión del virus. La moda, para aquellos que quieren ir a un restaurante, es reservar una habitación en un hotel con susodicho ya que los hoteles si pueden atender a sus clientes, así que muchos de ellos están petados de clientes que pagan treinta o cuarenta euros por una habitación con tal de poder ir a cenar a un restaurante con precios abusivos. Este es el 2020 que nos costará años olvidar.

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