Me gafé a mí mismo


De siempre se quiso decir y se dijo que no hay que mentar las cosas para no gafarlas y yo la cagué en Las movidas del transporte y tras jactarme de lo bien que me había ido durante once meses, hoy se me acabó la racha. Sucedió en la vuelta. Normalmente, a partir de las cuatro de la tarde yo ya empiezo a mirar la página con los horarios de la estación de Bolduque, para poder anticiparme a algún problema y cuando entré, prácticamente todo estaba en rojo, que es el color de trenes cancelados y la razón era la políticamente correcta de colisión con una persona que es la forma buenista de decir S-U-I-C-I-D-I-O, que eso está mal visto y no se puede decir y al parecer, la colisión entre un tren a ciento treinta kilómetros por hora y un ser humano, es lo más normal del mundo. Sucedió en Zaltbommel, justo antes del segundo puente desde Bolduque, el que cruza el río Waal y en esa zona solo hay dos vías, una por sentido, hay una estación pequeña y resulta perfecta para esperar a que venga un tren cagando hostias, dejarte caer hacia adelante, o saltar y el efecto es el de un mosquito gigantesco en el parabrisas de un coche, solo que el mosquito revienta y lo cubre todo de sangre y restos humanos y tardan horas en limpiar la zona y despegar los cachos, aparte de que una vez se ha detenido el tren, tienen que acondicionar un túnel para sacar a los pasajeros sin que pasen por una carnicería especializada en sangría y carne picada. Por culpa del suicida, o eso que podemos denominar la persona que decidió colisionar con un tren, anunciaron que ponían servicio de guaguas entre Bolduque y Geldermalsen. Según lo leí, fui al baño a vaciar la vejiga, me eché dos buches de agua y me piré del laburo. Llegué a la estación media hora antes de lo normal y fui pitando al lugar donde supuestamente te subías a las guaguas y allí había una pequeña multitud. Veinticinco minutos más tarde, apareció una, seguramente la única y allí éramos como tres veces más de los que cabíamos en la susodicha.

Como la estupidez prevalece, muchos se pusieron a preguntarle cosas al conductor, a quejarse, a quejarse de nuevo y yo con los listos salí por patas, fui a la puerta trasera, entré y me senté y para cuando terminaron de quejarse, la guagua estaba hasta la bandera y allí ya no había sitio para ellos. Obviamente, esos bosmongolos volverán a hacer lo mismo si aparece otra guagua, que yo lo dudo, que para mí solo pusieron una. En el pasillo, un grupo de chinos o asiáticos, con maletas, maletones y bolsos, que al parecer no se fían de ponerlos en la zona de carga de la guagua porque en sus países ahí te roban la maleta y optaron por subir con ellas y acabaron de pie y cargados de bultos. El viaje hasta Gerldermalsen, que el tren hace en diez minutos, tomó media hora y al llegar allí había una manifestación en el aparcamiento de la estación, o eso parecía, pero eran los que se preparaban para luchar y conseguir un asiento en la guagua. Allí muchos se enteraron de que los habían engañado. Les dijeron que en esa estación esperaban los trenes intercity que van a Utrecht, algo que a mí me extrañó porque cuando se corta el servicio, los trenes se quedan en la última estación posible, que es la de Utrecht y desde allí cambian la ruta y hacen el trayecto de vuelta. Resultó que mi sospecha era cierta y lo que había eran los trenes sprinter, el que yo uso para volver a mi keli por las tardes y que para en todos lados, que desde allí a mi keli son las estaciones de Culemborg, Houten Castellum, Houten y la mía, con lo que para mí eran veinte minutos en tren y para ellos sería otra media hora. Algunos, los más estúpidos, en lugar de entrar en el tren, se fueron buscando los Intercity y a quejarse, de nuevo y por supuesto, perdieron el tren, teniendo que quedarse allí un rato más esperando por el siguiente. Hay gente que no aprende. Al final, con la media hora que anticipé la salida de la oficina, vine llegando a mi keli solo veinte minutos más tarde y creo que el retraso es el suficiente para que me devuelvan el precio completo del billete.

Lo extraño es que haya habido un suicidio (perdón, una colisión de persona contra tren), en verano, con veintiséis grados. Lo habitual es que la temporada alta de suicidios sea en los obscuros días de invierno y suelen preferir las nueve de la mañana o las seis de la tarde, según lo quieran hacer con luz diurna o a rescondidas en la oscuridad.


Una respuesta a “Me gafé a mí mismo”

  1. Pues como les de por suicidarse a varias personas seguidas con intervalos suficientes para joder la marrana, menuda putada, sobre todo por el trabajo que tienen que hacer los pobres truscoprotestones… 🙂
    Salud

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