Memoria


Todo el sufrimiento que pasé en mi penúltima visita a la filmoteca en Ámsterdam fue porque la película que realmente quería ver era la última, una que por lo que había leído, estaba rodada en Colombia. En la vida había oído hablar de la misma, jamás había visto el trailer y lo único que conocía era el nombre de la protagonista, la famosa Tilda Swinton. El nombre del director como que me parecía poco español, así que supuse que ese era aborigen-aborigen total y bajó de las montañas hacía dos lunas. La película se titula Memoria y en España la vieron en un festival de cine y supongo que la gente huyó tan aterrada que decidieron no estrenarla en cines. Esto valdría perfectamente para reeducar truscolanes y que digan bien alto que truscoluña no es nación.

Una julay necesita urgentemente que se la empeten hasta los pelos de los güevos para sacarle ese mal espíritu truscolán que se le ha enquistado en las entrañas.

Resulta que una pava inglesa está en Colombia, no me queda claro por qué y oye un ruido raro por la noche. A partir de ahí se obsesiona con el ruido y acaba oyéndolo de vez en cuando y encuentra un músico que obviamente se la quiere chingar y lo convence para que reproduzca el ruido en sintetizadores o algo así, aunque después el músico quizás sea un fantasma porque nadie lo conoce. Más tarde está en una carretera, se para en un poblacho en donde oye el ruido y acaba platicando con un místico panoli y quizás jinameño o algo así.

Lo más sencillo es resumir la experiencia como un me cago en todos los putos muertos de esta gentuza y en especial, en los del director tailandés que decidió ir a Colombia a rodar una película con una inglesa que se jacta de hablar español pero que lo chapurrea peor que un niño de doce meses. Esto no tiene ni pies ni cabeza, es absurdo, estúpido y lo peor de todo, es aburridísimo, tanto que dicen que si no duermes al menos veinte minutos, puedes morir en la sala y yo dormí por lo menos tres cuartos de hora pero como la película dura dos horas y cuarto, tuve que sufrir lo impensable durante la otra hora y media. No hay guion, no hay actuaciones, no hay nada más que la mala leche del joputa tailandés que consiguió dinero de un montón de productores para torturar al populacho con algo que él llama arte y yo defino como una puta mielda del copón. No éramos muchos en la sala pero hubo varios que no pasaron de la primera hora, supongo que esas escenas en las que la cámara decide fijarse en algo durante un minuto o más, puede ser una mota de polvo, un rincón, la sombra de una lámpara o el coño peludo de la madre del director que lo tuvo que abortar y ahorrarnos ese sufrimiento. En un punto determinado, la pava entra en la facultad universitaria, se cuela en una clase de música y hay un grupo tocando una canción improvisada. Los tres primeros minutos de esa mierda de canción la cámara la enfoca a ella y al panoli que está a su lado de pie y estudia como reaccionan o así, después tenemos tres minutos más de la cámara apuntando hacia la banda y más tarde, cambiamos de escena y esa puta mierda no se vuelve a mencionar ni aporta nada a la historia. En fin, mejor dejo de escribir que me vuelvo a emputar.

Si eres un miembro del Clan de los Orcos y te obligan a ver esto, dudo mucho que sobrevivas. Si eres un sub-intelectual con GafaPasta y me dices que te encantó, espero que lo hagas por videoconferencia para evitar el lapo que te pienso escupir a la cara, antes de partírtela a hostias putas.


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