Mi creador


No recuerdo como llegué a este mundo pero sí que se que al poco de llegar, la secta más poderosa de las que operan en Europa puso sus garras sobre mi y me bautizaron, algo que jamás les perdonaré porque no me dieron la libertad a elegir. Después me inculcaron en continuas clases de religión unas movidas extrañas de un Dios que debe ser retardado y que se hartaba a presentarse frente a los suyos antes de la invención de las cámaras de foto pero que ahora no quiere posar. Mi camino como miembro obligado de una iglesia llena de pervertidos y criminales fue azaroso y llegué a mi primera y última comunión con tres expulsiones en dos iglesias distintas. Estaba claro que lo mío no era el pertenecer a esta mafia de tíos vestidos con faldas y frecuentes menciones del infierno y de toda suerte de castigos.

En los primeros años de la adolescencia evolucioné y me convertí en agnóstico, seguía creyendo en un Dios pero no necesitaba ni mercaderes ni intermediarios para que me pusieran en contacto con el. En esos años contactaba con él al acostarme y por supuesto ni me escuchaba ni me respondía. Fue una época frustrante porque lo que todos esperamos de alguien de quien se dice que es todopoderoso es que haga honor a esa característica y escuche y ayude a los suyos. Al parecer me equivoqué y después de unos años y muchísimos intentos, volví a evolucionar y me convertí en ateo.

Si dios no quería saber nada de mi, yo también podía jugar a ese juego y negar su existencia y como todos los que leen historias de fantasía saben, los dioses mueren y desaparecen cuando aquellos que les rezaban los olvidan. Eso fue lo que hice, olvidarlo y dejarlo atrás. Seguí mi camino pero había algo que no encajaba y cuando me paraba a pensar sobre el asunto o lo discutía con mis amigos, existía un enorme vacío en el que estaba oculto algo tan obvio que deberíamos verlo al instante.

Una tarde, bobeando y sin querer, descubrí la llave que abría la puerta de ese hueco. La solución estaba a la vista y siempre lo estuvo. Retrocedí a mi origen, al comienzo del mundo tal cual lo conozco y la boca se me quedó abierta al darme cuenta que tenía dos Creadores. Ellos decidieron que yo debía existir, ellos se aseguraron de que yo superara todas las pruebas y ellos fueron los que me asistieron siempre que lo necesité. Hoy quiero centrarme en Mi Creador.

Yo era muy pequeño cuando mi Creador me llevaba al Muelle Grande para ver los helicópteros, algo tan impactante que todavía lo recuerdo. Íbamos algunos domingos y para mi no existía nada más increíble que aquellas máquinas que saltaban hacia el cielo. Mi Creador me enseñó un montón de cosas, con él aprendí a pescar, en un pequeño bote en la costa suroeste de Gran Canaria, entre Puerto Rico y Tauro, a veces frente a Arguineguín, en ocasiones delante de Mogán o por Veneguera. Conocía incluso las marcas de los caladeros y llegábamos a los lugares, tirábamos nuestros sedales y pasábamos unas horas al sol, riéndonos y hablando. Mi Creador también me llevaba al campo, a plantar papas, recoger castañas, o uvas, a subir por caminos escarpados en la montaña hasta un nogal en el que nos aprovisionábamos de nueces. En verano mi Creador nos llevaba a Galicia y pasábamos allí unas semanas. En aquel mundo, totalmente distinto a las Canarias, nos encontrábamos con la lluvia, el marisco y un mar frío, aunque en Lariño había algún tipo de aguas termales y en la playa te podías bañar en unas pequeñas charcas con agua calentita.

De Mi Creador aprendí tantas cosas que ya ni siquiera las puedo contar. Era un hombre bueno, que eligió vivir y dejar vivir, que siempre que pudo ayudó a otros y así consiguió colocar a una multitud de personas en su empresa y en otras que trabajaban para la misma. Él se enteraba de la necesidad de alguien, algún joven que acababa de terminar sus estudios o ya no quería seguir y él le encontraba algo, sin darle la mayor importancia. Sus amigos insisten en que era el mejor de los amigos, siempre dispuesto a todo, apuntándose hasta a un bombardeo si se lo pedían. A lo largo de los años les demostró una y otra vez su lealtad y ellos lo agradecieron.

Mi Creador vivió una vida fabulosa, increíble, fantástica, siempre rodeado de gente que lo quería, tomándose unos rones con sus amigos, de parranda y también trabajando duro para sacar su familia adelante. Mi Creador creía que un día le tocaría la lotería y jugaba siempre, a los ciegos, a la Lotería nacional, la Primitiva y todas sus variantes. Un día, hace un montón de años, regresaba de trabajar en Tenerife y al entrar nos abraza y dice que le han tocado los ciegos. Nosotros pensamos que estaba de cachondeo porque le gustaba bromear y no nos lo tomamos en serio. Cuando cogió el periódico, lo puso sobre la mesa y los décimos a su lado, nos quedamos helados. Jugó y jugó y jugó y un día ganó los ciegos. Pese a eso, siguió jugando todas las semanas ya que creía que la suerte volvería a visitarlo.

Mi Creador fue un viajero. Estuvo por toda España, con la familia y amigos. Saltó a América y estuvo varias veces en Estados Unidos y al menos en una ocasión en Canadá. Visitó todos los rincones de Europa, siendo testigo de cosas increíbles. El 11 de septiembre del 2001 le pilló en un aeropuerto de Canadá a punto de viajar a la capital de los Estados Unidos, vuelo que nunca llegaron a hacer y después de tres días atrapados en Canadá y tomándose todo el ron que llevaban de regalo, regresaron a Europa en el primer avión que salió de aquel país y que iba hacia el Reino Unido. Conmigo estuvo en un montón de sitios, como Nueva York, Praga, Dublín, Berlín, París, Brujas y por todos los rincones de los Países Bajos. Según se fue haciendo mayor yo adaptaba los viajes, haciendo recorridos más suaves pero procurando que lo viera todo.

Mi Creador tenía un gran sentido del humor y decía las cosas claramente. Cuando ya estaba tocado por todo tipo de achaques y alguien le preguntaba como estaba, él no engañaba y te decía que estaba bien, era más habitual que te respondiera: jodido pero contento. Después de una vida plácida, todo tipo de cosas comenzaron a minar su salud pero él no se rindió y siguió adelante, hasta el último de sus días.

Mi Creador adoraba a sus nietas y jugaba con ellas, las escuchaba y se entretenía. La adoración era mutua. La cara se le iluminaba cuando las veía y pasó incontables tardes con ellas, merendando juntos mientras ellas le contaban todas sus aventuras del día.

Mi Creador decidió que ya era hora de pasar página el pasado martes. Se fue rodeado del cariño de los suyos y aunque todos sabemos que allá en donde anda seguro que está bien, nos queda el dolor de ese vínculo que se ha roto. Yo quizás nunca llegue a ganar la lotería pero tuve una suerte infinita ya que llegué a Canarias de vacaciones antes de que se desencadenara la sucesión de eventos que acabó con su marcha y al menos durante un día y medio pude verlo y hablar con él como siempre.

No usamos la palabra Creador o Creadora para referirnos a aquellos que nos dan la vida porque hemos buscado otras aún más poderosas: papá y mamá.

¡Adiós Papá!

Papá

Papá, originally uploaded by sulaco_rm.

Una respuesta a “Mi creador”

  1. Esta anotación mantendrá los comentarios cerrados y me gustaría que no tratéis de usar otra para dejar un comentario. Durante los próximos días Distorsiones, el libro de mi historia permanecerá con esta portada.